Se impone la seguridad de Talavante
El Fandi se luce en el tercio de banderillas y Cayetano Rivera Ordóñez acusa la inactividad
Torear a un inválido. Eso es lo que hizo El Fandi con el primero. Torear o intentar torear. El de Zalduendo salió marcado para siempre del refilonazo que recibió en varas. Aguantó las carreras de El Fandi en banderillas. Tres pares, tres: los dos primeros templando y corriendo hacia atrás y, el tercero, al violín, por los adentros. Un derroche de facultades del torero. Pero ahí acabó la historia. Y la lidia. Ya en la muleta, el toro claudicó en los primeros compases. Y continuó doblando las patas, ahora sí, ahora, también. Un simulacro de faena. Larga y con poco sentido. El Fandi había recibido a este toro con tres largas y otros tres lances de rodillas.
La lidia del cuarto toro se frustró en banderillas. Al salir del tercer par, el toro se partió una pata. La gente protestó, El Fandi trató de que el toro se devolviera, pero la presidencia lo mantuvo en el ruedo. El Fandi montó directamente la espada y acabó con tan triste suceso. A este zalduendo lo había recibido El Fandi con una larga cambiada de rodillas, sin rematar ya el resto de labor con la capa. Empujó el toro en la primera vara, del picador de puerta, y se dejó en la segunda del piquero de turno. Apuntaba bien este toro, pero llegó la desgracia en banderillas y se pasó página.
El segundo de la tarde manseó y salió suelto en la única entrada al caballo —tarifa plana toda la feria en varas—. Lo lanceó bien de salida Talavante, a pies juntos y, después, en un quite con el capote a la espalda. La faena de muleta comenzó movidita, hasta que le cogió el aire al toro. Repetidor ese ejemplar de Zalduendo, obligó a emplearse a un Talavante ligerito en los primeros muletazos. Una vez centrado, el torero escogió la distancia corta. Demasiado encimista a veces, lo que hizo que el toro le protestara alguna vez. Pero, también, muy fácil y seguro sobre todas las cosas. No salió todo templado, pero la seguridad fue aplastante. Hubo detalles originales, como el remate de tres bernardinas, cambiando cada vez de pitón, al final de la faena. Buen toro el de Zalduendo. Tremenda seguridad en Talavante.
El quinto la lió en varas. Estuvo a punto de derribar en el primer puyazo, dejó casi desnudo al caballo y tuvo que tomar una segunda del picador que hacía la puerta. Un pequeño gran revuelo en este tercio se originó en el ruedo. Talavante no echó de preámbulos en la faena: muleta plegada en la izquierda y cite de largo. Así empezó y así se llevó al toro, por naturales, en una primera serie muy lograda. El remate, también con la zurda, del desprecio y mirando al tendido. Una segunda serie, igual de lograda y otra seguida, ya con la derecha, de cuerpo muy relajado. El cambiado por la espalda, un clásico, y la muleta cambiada también a la izquierda para seguir por ese lado. Para entonces, el toro todavía llegaba con el resuello fresco. No cambió del todo el panorama, pero el de Zalduendo acortó más el viaje. Un punto rebrincado, acusó las cercanías de Talavante. No decayó la faena, pero tampoco subió de nivel. La arrucina, siempre en el guión de este torero, para rematar con manoletinas de frente. Muy conseguidas, por cierto. Buen toro. Y bien aprovechado.
ZALDUENDO / EL FANDI, TALAVANTE, CAYETANO
Toros de Zalduendo, bien presentados y de buen juego en general, aunque con las fuerzas justas. Destacaron los lotes de Talavante y Cayetano.
El Fandi: estocada algo desprendida _aviso_ (silencio); pinchazo, más de media baja y descabello (silencio).
Alejandro Talavante: pinchazo y estocada trasera (oreja); entera _aviso_ (oreja).
Cayetano: pinchazo, entera _aviso_ y un descabello (saludos); tres pinchazos _aviso_ y dos descabellos (silencio).
Plaza de Castellón. 6 de marzo. Sexta y última de abono de la Feria de la Magdalena. Más de media entrada.
De las dos entradas al caballo del tercero, no contó la primera: sintió el hierro y salió disparado como alma que lleva el diablo. En la segunda, sin embargo, se dejó. Cayetano abrió la faena con pases sentado en el estribo y, después, unos rodillazos algo atropellados. Ya de pie, la cosa se ensució. Poco gobierno en la muleta y más enganchones de la cuenta. Una serie con la derecha le salió limpia, sometiendo al toro con mano baja. Pero todo volvió a la realidad anterior. Sin aclararse mucho, echó más rodillazos al final. Un conjunto deslavazado, sin argumento. Dio la impresión de acusar la inactividad. El toro, a todo esto, bueno, con pocas fuerzas pero noblón.
Un toro serio fue el sexto. Y bien armado. Empujó con estilo, aunque salió suelto del peto. Otro toro noble. Obediente. Cayetano no ligó faena, ni siquiera dos muletazos seguidos. Los pases, de uno en uno, tampoco salieron con reposo. Aprovechó el buen aire del toro para acompañar más que torear. Algún muletazo suelto le salió estético, pero volvió a evidenciar falta de sitio.
Babelia
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