El triple salto mortal (bien resuelto) de los Oscar
Hollywood logra cerrar el debate de las minorías étnicas con una de las mejores galas
Hay que quitarse el sombrero ante la Academia de Hollywood. Ha resuelto en una de las mejores galas de los últimos años el inmenso jaleo en que se había metido por no dar reflejo en las candidaturas a sus premios a las diversas minorías étnicas. La culpa no la tiene la Academia sino el mismo Hollywood: como dijo Spike Lee cuando recogió hace semanas su Oscar de Honor (se entrega previamente a la gran ceremonia), es más fácil que un negro presida Estados Unidos que lidere un estudio de Hollywood. Anoche en Los Ángeles un presentador negro, Chris Rock, repartió pullas para todos, incluso para otros negros que estaban boicoteando la ceremonia, como Will Smith.
La gala fue divertida, chispeante, se atizó a los académicos en cuanto se pudo sobre su blancura, y tuvo suficientes momentos de emoción como para que el espectador no se despegara del sofá. Empezó y acabó igual, con una estatuilla para Spotlight, de Tom McCarthy: la que premiaba mejor guion original y la más importante, la de mejor película (había ganado el premio del Sindicato de Actores, la profesión de la mayor parte de los académicos de Hollywood). Algunos han criticado que Spotlight no ahonde en el drama de las víctimas de abusos sexuales por parte de los curas de Massachussetts, pero la película no va de eso, sino de cómo los periodistas de The Boston Globe encararon e investigaron ese caso. En el último segundo le arrebató la estatuilla a El renacido, que en el final de la ceremonia parecía la ganadora, tras sus estatuillas al director de fotografía Emmanuel Lubezki (tercero seguido), al director Alejandro González Iñárritu (segundo tras el del año pasado por Birdman) y a Leonardo DiCaprio (sí, llegó su hora y además acompañó su felicidad con un lúcido discurso sobre el cambio climático). ¿Han preferido no engordar aún más ego de Iñárritu? ¿No se premian direcciones de perfil bajo, adecuadas a ciertas historias, y sí las que parezcan fuegos artificiales?
Hubo pocas sorpresas, pero las hubo. Mad max: furia en la carretera ganó seis estatuillas, todas técnicas, aunque se le escapó el de mejores efectos visuales, que recayó merecidamente en Ex machina. A DiCaprio le acompañaron en interpretación los favoritos Brie Larson y Alicia Vikander. En cambio Sylvester Stallone se fue sin premio, arrebatado por un excepcional Mark Rylance con El puente de los espías. Y podría haber sido ultima oportunidad. El trío crea sendos personajes sin grandes alharacas.
Chile ganó su primer Oscar –con un corto de animación basado en el sufrimiento del abuelo del director causado por la dictadura pinochetista-, el compositor Ennio Morricone subió al escenario con 87 años en su primera estatuilla a competición (ya fue galardonado en su momento con el Oscar honorífico) y en su último giro final la Academia decidió quitar la miel de los labios de Iñárritu y ponérsela en la de Spotlight: en el último medio siglo solo Titanic ha ganado el Oscar grande sin haber sido candidata a mejor guion y El renacido no igualó la proeza. De las ocho películas que competían a mejor película, seis obtuvieron al menos una estatuilla. Y de Carol, una obra maestra, nada se supo, en el único borrón de la gala. Bueno ahí y en canción, una categoría que en esta edición deslucía el gran nivel de la ceremonia. Al menos, sirvió para que un vicepresidente de los EE UU, Joseph Biden, saliera a presentar a Lady Gaga y la calificara de amiga. Otra sorpresa más.
Babelia
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