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De Eurovisión a la corte europea del ‘indie’

La aspirante eurovisiva Electric Nana opta al mejor álbum en los premios Impala

Javier A. Fernández
La cantante Electric Nana posa en una cafetería del madrileño barrio de Chamberí.
La cantante Electric Nana posa en una cafetería del madrileño barrio de Chamberí.Santi Burgos

Carlos Jean eligió Lead the Way, un tema suyo, para el exitoso proyecto Plan B, Alejandro Sanz la convirtió en su telonera y fue preseleccionada por Televisión Española en Objetivo Eurovisión 2016, el certamen para elegir representante en Eurovisión que ganó Barei. Electric Nana no para. Su pop luminoso con toques folk seduce a gente de estilos muy diversos. Incluso a la Asociación Internacional de Discográficas Independientes (IMPALA en sus siglas en inglés) que ha colocado su álbum debut To Life! entre los 19 candidatos a mejor disco del año. Un galardón que en el pasado ha ido a parar a artistas de posterior éxito internacional como Adele y The XX, pero incluso también al grupo jienense Guadalupe Plata, uno de los más destacados del indie español en los últimos años. El ganador de este reconocido premio internacional se anunciará en breve.

"El Impala es un premio que no se puede comprar, la gente que vota sabe de música y se han molestado en escuchar mi disco", apunta con entusiasmo Electric Nana, madrileña de 28 de años criada en el pueblo de Torrelodones. Es morena pero lleva el pelo rojizo. Luce para la entrevista un sombrero de ala ancha y una camiseta con la portada de The Dark Side of the Moon de Pink Floyd. Conoce bien el disco, lo ha escuchado muchas veces. "Mis referentes son los artistas que escuchaba mi padre: Creedence Clearwater Revival, ese maravilloso country inmortal, Bread, Bryan Adams y Phil Collins".

En el instituto sus gustos se diversificaron. "Con Texas aprendí a cantar grave, como Sharleen Spiteri, y me dio por el heavy de Freedom Call", apunta esta autora, cuyo verdadero nombre es Mónica Vázquez. Se lo cambió para separar su profesión de su vida privada. "Nana es un apodo que me dieron en mi casa porque nunca me aprendía las letras de las canciones y hacía 'na na na na', y lo de Electric es porque empecé componiendo música con el ordenador, además era un usuario disponible en Twitter", añade entre risas.

Su discurso es conciso y directo, tiene muy bien pensado lo que va a decir. Incluso ha leaborado una teoría sobre su creciente éxito: "No espero que la gente me haga el más mínimo caso, quizá por eso se interesan por mí". Nada queda al azar en su carrera y sabe que ser independiente no significa renunciar a cierta planificación de su carrera. “Quiero ser mi propio producto, pongo todo mi esfuerzo en fabricar una idea, un discurso y una estética”.

A los dos años sus padres la matricularon en una guardería irlandesa. "Buena parte de mi cerebro fluye en inglés”, apunta cuando se le pregunta por qué canta en ese idioma. Empezó a escribir canciones con 14. A los 18 años sus progenitores le dijeron que tenía que estudiar una carrera. “Elegí periodismo porque se acercaba bastante a mi ansia por comunicarme”, afirma. Tras licenciarse continuó tocando mientras trabajaba de profesora de inglés. “Daba conciertos en salas como Búho Real, pero siempre como hobby”. Hasta que llegó el empujón definitivo con Carlos Jean que produjo el efecto dominó. Poco después le ofrecieron la oportunidad de componer la banda sonora de Combustión, una película de Daniel Calpasoro, y se propuso editar su primer disco, que salió en 2015. Meses antes de su participación en Objetivo Eurovisión donde se presentó para ofrecer "algo diferente a lo habitual", asegura.

“La maqueta de Now era muy rockera y lo que presentamos al final era indie electrónico, gracias a la colaboración de Guille Mostaza [productor y líder del grupo Ellos]”. Y continúa. “Hay quien considera que una melodía comercial, con gancho, no puede ser indie”. El hecho de haber lanzado primer disco por su propia discográfica y la nominación a los IMPALA certifican que Electric Nana pertenece a la industria musical que funciona al margen de las multinacionales.

Y su sonido también se mueve por sendas alternativas. “El indie como estilo depende mucho del país en el que estés, yo lo soy aquí, porque tengo influencias americanas y me gusta el folk británico, pero si lo hiciera desde Irlanda sería lo menos alternativo que te podrías echar a la cara”, asevera la cantante para la que compartir nominación con el sueco José González ya es un regalo. “Solo de pensar que sepa que existo me vuelvo loca”, admite entre risas. Asegura que nunca pierde el buen humor. Sus conciertos lo ratifican. En ellos los discursos entre canciones son largos, “a veces me siento mal porque la gente ha pagado para escucharme cantar”, bromea. 

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