El triunfo del toro
Paulita, Barrio y Martín Escudero cortaron orejas, pero sobresalió la corrida de Monte la Ermita
La corrida de Monte la Ermita, procedencia Torrestrella, sorprendió por su excelente presentación y buen juego; destacó por su movilidad, su nobleza y su casta, y no fue completa porque no aprobó en el caballo. Fue, no obstante, un referente del apetecido toro moderno, de bonitas hechuras, respetable arboladura, las fuerzas justas, e incansable, repetidor -humillado casi siempre- y bondadoso en la muleta. Una delicia de corrida para el aficionado de hoy, que no quiere pelea, sino un colaborador necesario para la soñada obra de arte.
Ciertamente, fue un éxito del ganadero y un acierto del empresario. No es fácil hoy día encontrar seis toros que se mantengan en pie, acudan con presteza a los cites, y aguanten treinta muletazos en el tercio final como si tal cosa. Y así fue. Tardó el público en captar la calidad de los toros, quizá porque a la terna no le fue fácil estar a la altura de sus oponentes, pero un par de ellos -el cuarto y el quinto, por ejemplo- merecieron ovaciones cerradas y, tal vez, el premio de la vuelta al ruedo.
Al final, salió a hombros Paulita, porque cortó las dos orejas de su segundo toro. Y bien estuvo, pero debió acompañarle algún representante de la ganadería, que propició, en verdad, el divertimento de la concurrencia.
Como suele ocurrir en casos como este, se suele jalear más a los toreros -sobre todo, si cortan orejas, y porque los toros no se quejan-, pero la decisión y el empeño de la terna no derivó en la profundidad que la ocasión requería.
La Ermita/Paulita, Barrio, Escudero
Toros de Monte la Ermita, muy bien presentados, mansurrones, nobles, encastados y con movilidad; destacaron el cuarto y el quinto.
Paulita: estocada (ovación); gran estocada (dos orejas).
Víctor Barrio: media estocada _aviso_ y tres descabellos (ovación); pinchazo y estocada (oreja).
Martín Escudero: pinchazo y estocada (oreja); dos pinchazos _aviso_ y estocada (ovación).
Plaza de Valdemorillo. Primera corrida de feria. 6 de febrero. Tres cuartos de entrada.
Quizá, es que la necesidad se torna enemigo, y la impaciencia por alcanzar el triunfo lo emborrona y aleja. Los tres toreros derrocharon ilusión y ganas porque los tres necesitan contratos y cuentan con actitudes para que se les tenga en cuenta. Pero crear una obra de arte en la primera corrida del año y con los nervios a flor a piel es arena de otro costal.
A Paulita le perdieron las prisas, y se dedicó más a dar a pases que a dejarse embriagar por sus oponentes; alargó en exceso las faenas, y a excepción de una buena tanda de derechazos a su segundo, lo demás surgió como superficial y olvidable. Mató, eso sí, como un cañón, especialmente al cuarto, al que tumbó de un estoconazo de premio.
Parecido fue el caso de Barrio, triunfador el año pasado, que llegó con la obligación de reverdecer laureles, y dio la impresión de que los toros se le atragantaron. Barrio es mejor torero de lo que ayer demostró. Se vio a un torero irreflexivo, insípido y con escaso sentido del gusto. Quizá, se preocupó más de triunfar que de torear, y ese fue su error.
El más joven, Martín Escudero, que tomó la alternativa en junio del pasado año y lleva solo cinco corridas en su carrera, se mostró más sereno y con idea de la seguridad, el temple y el toreo pausado. Buenos fueron sus naturales, y aunque le falta oficio, dejó claro que tiene futuro.
Babelia
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