Granada, el misterio de una ciudad musical
Un documental analiza el desarrollo de la música local desde Miguel Ríos a Niños Mutantes, pasando por 091, Los Planetas, Lagartija Nick o Lori Meyers
El mundo está lleno de ciudades mágicas. Luego está Granada, cuyo embrujo va más allá y deja una huella que permanece en el tiempo. Un embrujo que cautivó a poetas y a pintores y al que tampoco escapan los músicos, sumidos en una constante renovación generacional desde que Miguel Ríos se subió por primera vez a un escenario. El embrujo que ejerce la ciudad sobre los artistas es un misterio y ese misterio es el punto de partida de En Granada es posible, el sentido homenaje que las hermanas Martín -Cristina y María José- han rendido a la música de su cuidad en forma de documental. "Han sido cuatro años muy duros", asegura Cristina, que confiesa que en algunos momentos el sueño se convirtió en pesadilla. Han sido años de perseverancia para convencer a los grandes nombres de la cuidad de que merecía la pena contar sus historias y compartir un mismo escenario. "Al final lo conseguimos", apunta la realizadora. "Aunque por desgracia en ese tiempo murió Enrique Morente".
El punto de partida de esta aventura es El último vals, el documental de Scorsese que retrata el concierto despedida de The Band, una película legendaria que las hermanas Martín veían de niñas junto a su padre. "Nuestro padre siempre nos decía que teníamos que hacer algo así, pero el proyecto fue creciendo". Y creció tanto que casi nadie, a pesar de las viejas rencillas, se resistió a participar. "Es un trabajo enternecedor", asegura Miguel Ríos desde Madrid. “Su esfuerzo por mostrar esa realidad resulta heroico”, añade el cantante, que reconoce que nunca pensó que aquella idea fuese a salir adelante. “Es tremendo, han juntado a gente que llevaba años sin hablarse”, admite Juan Alberto de Niños Mutantes.
El trabajo de Cristina y María José es un viaje por la historia musical granadina con testimonios y canciones de todos sus grandes protagonistas en distintos rincones de la ciudad, pero el punto de partida es una pregunta que busca las causas a la aparición de tantos artistas en una ciudad tan pequeña. Una pregunta que se convierte en un enigma con distintas teorías. El cantante de Lagartija Nick lo achaca al agua y a su mineralización en una de las escenas del documental. "Es una gran explicación", bromea Juan Alberto. "Yo creo que tiene que ver con los bares en los que los jóvenes nos hemos podido juntar con los músicos que admirábamos y ver que era posible dedicarse a esto", añade.
Cada uno tiene su respuesta a ese misterio musical que lleva dando grandes artistas desde Miguel Ríos a Lori Meyers pasando por 091, Los Planetas o Lagartija Nick. Aunque ahora haya buen ambiente entre los músicos, la colaboración entre bandas no está entre las causas, es más bien un fenómeno reciente que ha tardado años en cuajar. "Antes había más envidias y cada uno miraba a lo suyo", apunta Miguel Ríos. "Eso ahora ya no es así, aunque cuando estábamos empezando notábamos las miradas asesinas de los más mayores”, añade el cantante de Niños Mutantes.
Tras la explosión de Miguel Ríos, hubo unos años sombríos hasta la aparición de 091, aquellos chavales con pintas raras que no triunfaron pero que dejaron su semilla en la ciudad y que dieron paso a otros proyectos. El sonido de 091, que cautivó a otro enamorado de Granada como Joe Strummer, permitió que la música en la ciudad se desarrollase al margen de la Movida madrileña. La música granadina evolucionó a su manera y a la sombra del punk creció la siguiente generación, que en los noventa consolidó la música indie en la ciudad. Ha pasado medio siglo desde que Miguel Ríos abriese el camino y la rueda sigue girando, cada poco tiempo aparece otro grupo dispuesto a subirse a un escenario para seguir la aventura, como en el caso de Soleá Morente, que el año pasado publicó un disco acompañada de Los Planetas y Lagartija Nick . “Granada tiene cosas muy buenas, pero a los que vivimos aquí nos cuesta verlas”, señala Cristina. “Nos ha gustado poder hacer este homenaje a la ciudad para que en el futuro quede este testimonio”, añade. Han sido cuatro años de esfuerzo derribando puertas y cerrando heridas pero, como apunta Miguel Ríos, la historia merecía ser contada. Granada ya tiene su último vals.
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