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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Por qué vuelven (los auténticos) Guns N’ Roses

El mito de la banda se ha engrandecido dos décadas después de su separación. Slash sufrió menos para sustituir a Rose que Rose para sustituir a Slash

Ricardo de Querol
Guns N' Roses, con Duff McKagan al bajo, Slash a la guitarra y Axl Rose en la voz.
Guns N' Roses, con Duff McKagan al bajo, Slash a la guitarra y Axl Rose en la voz.getty

En los últimos ochenta y primeros noventa, Guns N’ Roses tenía más audiencia que prestigio. La banda llenaba estadios en todo el mundo y vendía cifras de discos (el mejor el de su debut: Appetite For Destruction, 1987) que hoy resultan impensables. Pero gran parte de la crítica los consideraba demasiado comerciales, palabra muy despectiva en el circuito rockero de entonces. Su éxito en las radiofórmulas no les granjeó el cariño de los puristas. El tiempo, sin embargo, ha revalorizado la marca. Resulta que en las radiofórmulas nostálgicas que dominan el dial siguen sonando tanto o más dos décadas después de la ruptura de la formación original en 1994. Notas como las de Sweet Child o’Mine son tan familiares al oyente de hoy que al de entonces.

Se da por seguro el reencuentro de los dos pilares de la banda, por este orden: el primero, el guitarrista Slash; el segundo, el cantante Axl Rose. Después de la separación, el segundo retuvo el nombre de la banda y Slash se acompañó de distintos cantantes para su carrera en solitario o con el grupo Velvet Revolver. Ambos bandos siguieron explotando el gran repertorio de la banda -Welcome to the Jungle, Paradise City, November Rain o la espléndida versión de Knockin’ on Heaven’s Door de Dylan-. Pero Rose ha sufrido más para sustituir a Slash (y para componer) que Slash para sustituir a Rose. 

Axl Rose solo fue capaz de lanzar un álbum de un adulterado Guns N’ Roses tras la separación: Chinese Democracy, que se editó en 2008 tras innumerables retrasos y enormes costes sin que cumpliera las expectativas. No estaba a la altura. "Un monstruo hinchado", escribió Diego A. Manrique. Su directo recibió palos de la crítica. Slash, por el contrario, engrandecía su leyenda: su nombre aparecía en las listas de mejores guitarristas de la historia del rock a que son tan aficionadas las revistas (Time, Squire, Rolling Stone) y su presencia era muy cotizada en discos ajenos (de Michael Jackson a Rihanna) y en eventos de máxima audiencia (como en el espectáculo del descanso de la SuperBowl de 2011 junto a Black Eyed Peas). El tercer puntal de la banda, Izzy Stradlin, guitarrista y coautor de los éxitos originales, también tuvo una notable aunque menos popular carrera en solitario y ha colaborado puntualmente con los dos anteriores. Su reincorporación ahora no está confirmada. Cuando, en 2012, la banda ingresó en el Rock and Roll Hall of Fame, Axl Rose declinó asistir, y también Stradlin, pero sí lo hicieron el resto de sus antes compañeros encabezados por Slash, y actuaron con vocalista sustituto: Myles Kennedy.

El regreso de Guns N’ Roses en versión auténtica, anunciado por Billboard para el festival de Coachella, en Estados Unidos, en abril de 2016, será probablemente continuado en una gira por EE UU, quién sabe si mundial. Los tiempos son propicios para ese tipo de regresos, porque ya no se exige tener material nuevo como excusa para conciertos multitudinarios (y carísimos) en los que los fans desean escuchar los temas clásicos. Y los grandes estadios son el hábitat natural de este tipo de rock. Como los Stones o The Who, más entrados en años que ellos, como Police, AC/DC o aquí Tequila, Guns N’ Roses vuelven a los escenarios para satisfacer a los suyos y, cómo no, para hacer caja. Buena noticia para quien se los perdiera en su día o no tuviera edad para asistir a sus poderosos directos. La guinda sería que después de esta gira nadie vuelva a usar la marca Guns N’ Roses, que ha envejecido muy bien pese al mal uso que hizo de ella su último propietario.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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