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Siete frases por las que siempre recordaremos a Lemmy Kilmister

El músico nunca se cortó al hablar sobre drogas, mujeres y muerte (entre otros temas)

Ian Fraser 'Lemmy' Kilmister durante una actuación en Somerset (Reino Unido), en 2015.
Ian Fraser 'Lemmy' Kilmister durante una actuación en Somerset (Reino Unido), en 2015. Dylan Martínez (Reuters)

A través de la música, sí. Pero no en exclusiva. Lemmy Kilmister, fallecido este lunes a los setenta años, se expresó con igual contundencia tanto en sus canciones como en innumerables entrevistas o en su autobiografía. Nunca esquivó temas como las drogas, las mujeres, la muerte, la vida...

Su padre

Criado por su madre y su abuela, el líder de Mötorhead no conoció a su progenitor hasta bien entrada la veintena. Y de ese reencuentro del padre con el hijo pródigo dijo lo siguiente: "Lo conocí 25 años más tarde... Mi madre y yo pensamos: 'A lo mejor podemos sacarle unas perras al muy hijo de puta".

Su vida

Dedicado al rock and roll, defendió y no se arrepintió de su existencia (arquetípica pero no tópica) de estrella del rock: "Mi vida siempre estuvo destinada a ser así: en la parte trasera de un bus de gira por algún sitio, una chica a la que no conozco de nada en mi regazo y que se habrá ido por la mañana. Yo vivo así. Me sienta bien".

Sus placeres

Para muchos, el dilema sería más complicado que la decisión de Sophie, pero él tenía claro que, si tuviera que elegir entre rock and roll y matrimonio, "la elección está clara porque el sexo dura 30 minutos y un concierto dura hora y media".

Su fama

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Si bien nunca se escondió de las cámaras, concedió docenas de entrevistas a lo largo de su vida y nunca tuvo grandes problemas con vivir como una estrella, hubo una palabra que no le gustaba que se usara para referirse a él: icono. Motivos no le faltaban: "¿Icono? Que le den. Me hace sonar como un cuadro religioso de hace 500 años. No tengo tiempo para eso".

Su lado cultural

Lo suyo fue la música, desde luego, Pero tampoco renegó de otras formas de expresión artística. En concreto, llegó a lamentar la ausencia de lectores que, a su juicio, caracteriza la vida moderna. "Hay un montón de libros buenos por ahí. La gente ya no lee. Es una situación triste. Leer es lo único que te permite usar la imaginación. Cuando ves películas, es la visión de otro, ¿no?".

Sus sustancias

Nunca ocultó su consumo de ácido, al que calificó de "hobby caro" y cuyo uso, dijo, le "hizo una persona mejor", y de otras drogas. Pero además de consumirlas, desarrolló una particularísima teoría sobre por qué estarían siempre presentes en el mundo: "Las drogas te hacen sentirte mejor y, mientras lo hagan, la gente las querrá; y, mientras la gente las quiera, alguien en algún lugar aparecerá con ellas. Así que no tiene sentido decir: 'Joder, di no'. Eso no funciona".

Su muerte

Ya entrado en años, el tema fue cobrando más protagonismo en sus pensamientos, como revelan sus últimas entrevistas y su autobiografía, publicada en 2002 con el título de White Line Fever (Fiebre de la línea blanca). En el libro negó tenerle miedo al fallecimiento: "La muerte es algo inevitable, ¿no? De eso te das más cuenta cuando llegas a mi edad. A mí no me preocupa. Estoy preparado. Cuando me vaya, quiero irme haciendo lo que mejor se me da. Si muriera mañana, no podría quejarme. Ha estado bien".

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