El Concierto de Año Nuevo conjura las sombras de su pasado nazi
La Filarmónica de Viena impulsa el estudio de la etapa en que fue instrumento de la propaganda de Hitler. Mariss Jansons vuelve a dirigir la exclusiva y popular gala en 2016
La mañana del primero de enero arranca por tradición desde Viena a ritmo de marchas, polkas y valses de la familia Strauss. El Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena es un fenómeno global que hoy se ve en casi un centenar de países de todo el mundo con una audiencia de más de 50 millones de telespectadores. Sin embargo, ese fulgor contemporáneo de los flases, las decoraciones florales y el glamour mediático contrastan con un oscuro origen vinculado al nazismo.
Este concierto surgió en la festividad de San Silvestre de 1939 en la Sala Dorada de la Musikverein para sufragar una campaña de bienestar nacionalsocialista y continuó a partir del año nuevo de 1941 como Concierto Johann Strauss. Fue una herramienta más de la propaganda del Tercer Reich. Incluso a pesar del antepasado de Johann Strauss hijo, el principal compositor de la saga familiar, que lo convertía en mediojudío para las Leyes de Núremberg o de su viuda, una judía convertida al protestantismo. Todo ello sería convenientemente ocultado y falsificado por los nazis para evitar la condición de ario honorario para uno de sus compositores más populares.
La Filarmónica de Viena lleva varios años impulsando estudios que permitan sacar a la luz todos los detalles de esa negra etapa de su pasado. Ha utilizado como medio de difusión su página web, donde ha publicado todos los estudios tanto en alemán como en inglés. La iniciativa fue impulsada por el violinista Clemens Hellsberg, presidente de la Filarmónica de Viena hasta 2014 y autor de la principal monografía histórica sobre la orquesta vienesa publicada en 1992 en conmemoración de su 150 aniversario. En ella dedica varias páginas a contar la historia del Concierto de Año Nuevo en donde reconoce la importancia de su creador, Clemens Krauss, como impulsor de la popular música de la familia Strauss en la exclusiva Filarmónica vienesa.
La orquesta había mantenido hasta entonces una ambigua relación con la música de Johann hijo, a pesar de haber estrenado algunas de sus composiciones. Krauss mantuvo viva la gala del Concierto de Año Nuevo como hoy se conoce después de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de los dos años de su proceso de desnazificación. El testigo lo tomó temporalmente Josef Krips en 1946, un director libre de sospecha por ser descendiente de judíos, que le daría el nombre actual de Concierto de Año Nuevo.
Consolidación mediática
Del regreso de Krauss se han conservado las primeras grabaciones completas, como la memorable de 1954, su última actuación pocas semanas antes de morir repentinamente en Ciudad de México. La orquesta eligió entonces a Erich Kleiber como sucesor de Krauss, pero su rechazo desencadenaría una solución transitoria que sería decisiva en su historia. Se propuso a Willi Boskovsky, concertino de la orquesta, como nuevo responsable del Concierto de Año Nuevo.
Los 24 años de la era Boskovsky fueron decisivos para su historia. Fue la época de su consolidación mediática como evento popular de masas, donde el violinista austriaco tocaba y dirigía, pero también cuando adquirió la fisonomía que hoy conocemos. Por ejemplo, en 1958 se inició la tradición de contar con tres propinas al final del concierto: una polka rápida a elegir, seguida del vals El bello Danubio azul de Johann Strauss hijo y la Marcha Radetzky de Johann padre para terminar.
Esas propinas se consolidaron al año siguiente con su primera retransmisión televisiva desde la ORF a nueve países de Eurovisión que terminarían incluyendo la famosa entrada en falso del vals de Strauss para felicitar el nuevo año o el popular palmeo acompasado del público en la pieza final.
A España el Concierto de Año Nuevo no llegaría por televisión hasta 1962 y de forma ininterrumpida hasta 1973. Los años sesenta y setenta tuvieron una mayor dimensión festiva y desenfadada que se cambió por una mayor excelencia musical relacionada con grandes directores invitados anualmente. El primero fue Lorin Maazel en 1980 y le siguieron Herbert von Karajan, Carlos Kleiber, Claudio Abbado, Zubin Mehta, Riccardo Muti, Nikolaus Harnoncourt, Seiji Ozawa, Mariss Jansons, Georges Prêtre, Daniel Barenboim y Franz Welser-Möst.
Precisamente, Mariss Jansons (Riga, Letonia, 1943) volverá a subirse un primero de enero al podio de la Filarmónica de Viena. Será su tercer Concierto de Año Nuevo tras las ediciones de 2006 y 2012.
La excelencia cultural austriaca con dos notas españolas
Creada en 1842, la Filarmónica de Viena es una orquesta tan especial como polémica. Prescinde de director principal desde 1933 y mantiene un sonido completamente particular con técnicas e instrumentos diferentes a los habituales. Un ejemplo de patrimonio inmaterial. Como buque insignia de la excelencia cultural austriaca lleva años inmersa en una puesta al día. Ha hecho frente a acusaciones racistas y sexistas o encarado su oscuro pasado nazi.
Con su nuevo presidente, el violinista Andreas Grossbauer (Graz, Austria, 1974), está decidida a mirar hacia delante. En enero la dirigirá el español de 38 años Pablo Heras-Casado en Salzburgo. Lo hará además en sustitución de Nikolaus Harnoncourt, que anunció hace 15 días por sorpresa su retirada definitiva de la carrera musical a los 86 años. Además, la Filarmónica de Viena regresará a Madrid en junio de 2016 con dos conciertos como apertura de la próxima temporada del ciclo de Ibermúsica con el pianista onubense Javier Perianes como solista.
Strauss hijo, protagonista
En el programa destaca nuevamente el protagonismo de Johann Strauss hijo, con 10 de las 21 composiciones, junto a su padre y sus hermanos Josef y Eduard. En esta edición volverá a sonar la música de Carl Michael Ziehrer o de Joseph Hellmesberger hijo. Además se incluyen por vez primera dos figuras menores como el austríaco Robert Stolz, cuya Marcha de la ONU para inaugurar el Organismo Internacional de la Energía Atómica de 1957 abrirá el concierto; y el francés Emille Waldteufel, auténtico rey parisino del vals en época de los Strauss, con España, de 1886, basado en la rapsodia homónima de Chabrier.
Este año, los Niños Cantores de Viena participarán en dos polkas de Johann y Josef Strauss. También los solistas del ballet de la Ópera Estatal actuarán desde localizaciones exteriores del Prater y el Palacio de Schönbrunn en una polka rápida de Eduard Strauss junto al popular Vals del Emperador de Johann Strauss hijo.
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