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OBITUARIO

Gabriele Ferzetti, el seductor elegante del cine italiano

Trabajó a las órdenes de Antonioni, Leone, Huston o Cavani y fue uno de los ‘malos’ más populares de los años cincuenta

Gabriele Ferzetti, actor italiano.
Gabriele Ferzetti, actor italiano.

El 26 de noviembre de 1948 el Teatro Eliseo de Roma reunía los nombres de William Shakespeare, Luchino Visconti y Salvador Dalí como autor de la escenografía y el vestuario de la pieza teatral. La obra, Como gustéis, supuso un hito en el panorama cultural en la Italia de la época. Su reparto se componía de una serie de rostros que iban a proyectar el cine italiano contemporáneo en todo el mundo, entre ellos Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni y Gabriele Ferzetti (Roma, 1925), un joven actor que como otros desarrolló sus primeros pasos profesionales entre la escena —que nunca abandonará— y la gran pantalla, en la que participó en muchos de los géneros que llenaban las salas en esos años: cine histórico, melodrama, peplum, etcétera. Su papel de rufián en el drama napolitano Corazón ingrato (Guido Brignone, 1951) lo convierte en uno de los malos más populares del cine italiano de los años cincuenta.

Su primer gran reconocimiento le llega con la adaptación cinematográfica de la novela corta de Alberto Moravia, La provinciale, en la película homónima como marido traicionado por una exuberante Gina Lollobrigida, representación que le reporta sus primeros premios de interpretación. Ferzetti continuó su carrera cinematográfica sobre todo en el cine popular representado por títulos como Donatella (Mario Monicelli, 1956), formando pareja romántica con una casi debutante Elsa Martinelli; Casa Ricordi (Carmine Gallone), en el papel del compositor Giacomo Puccini, o dando vida en la pantalla a Giacomo Casanova en Le avventure di Giacomo Casanova (Steno, 1954), una película mutilada por la censura italiana.

Pero compaginó este cine comercial con trabajos más complejos a las órdenes de los nuevos directores. Las amigas (1955) señala su primer encuentro con Michelangelo Antonioni, que culmina en La aventura (1960), una obra que coloca su nombre junto al de Monica Vitti en primera línea del cine de autor. Frente a la figura apasionada del macho italiano, Ferzetti representa su lado masculino más vulnerable e inseguro, proyectado en su imagen elegante y sobria. Otro título que jalona el inicio de la década de los sesenta es La larga noche del 43, la opera prima de Florestano Vancini, con guion de Pasolini, en la que se reconstruye un trágico episodio de la II Guerra Mundial en la ciudad de Ferrara, la ejecución de un grupo de antifascistas en represalia por la muerte de un jerarca fascista.

Junto a otros actores italianos e internacionales de primera línea, interviene en algunas de las grandes coproducciones que se realizan en esos años en Italia. Es el caso de comedias como Jessica (Jean Negulesco, 1962), en esa mezcla de costumbrismo y tarjeta postal que Hollywood produce para lucimiento de una explosiva Angie Dickinson o grandes producciones como La Biblia (John Huston, 1965), en el episodio de Sodoma y Gomorra junto a Peter O’Toole.

El actor en su madurez ejerce de contrapunto generacional en melodramas como Vidas ardientes (Florestano Vancini, 1963), enfrentado a los jóvenes y rebeldes Catherine Spaak —que funge aquí como sucedáneo de Brigitte Bardot— y Jacques Perrin. También rodó en España, en filmes como Crucero de verano (Luis Lucía, 1964), donde se le pudo ver formando pareja con Carmen Sevilla, o Un diablo bajo la almohada (José María Forqué, 1968).

De esta década data también uno de sus trabajos más insólitos, encarnando el papel de Draco en la entrega de la saga Bond 007 Al servicio secreto de su majestad (Peter Hunt). Versátil villano, también aparece en la elegía de Sergio Leone sobre el mito del Oeste, Hasta que llegó su hora, donde se inmortaliza como un cínico hombre de negocios entre un perverso Henry Fonda y un vengativo Charles Bronson.

Su interpretación en la película A cada uno lo suyo (Elio Petri, 1968), una de las obras señaladas del cine político que se desarrolla en Italia entre la década de los sesenta y los setenta, le vuelve a reportar reconocimientos y premios cinematográficos, una de las muy notables películas de denuncia a las que se asocia su nombre en esos años. Baste mencionar entre ellas títulos como La confesión (Costa Gravas, 1970), o el gran éxito —y escándalo— de Liliana Cavani, Portero de noche.

Ferzetti siguió activo en la gran pantalla hasta sus últimos años, alternando su trabajo cinematográfico con numerosas apariciones en series y telefilmes. El pasado 2 de diciembre moría en Roma a los 90 años.

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