Autorretrato de Elvira Lindo, desmitificación de Nueva York
La escritora publica un diario de la ciudad donde vivió entre 2004 y 2015
El máster de 11 años de vida en Nueva York le ha servido a Elvira Lindo para descubrir un mundo más real. Y en ese nuevo mundo se le han despertado dudas sobre cosas como si debe seguir publicando, por una especie de fobia a la exposición; pero también ha tenido hallazgos felices como haber aprendido a lidiar con la soledad y detectado su lado placentero. Todo ha ocurrido entre 2004 y 2015. Son vivencias que la escritora plasmó en un diario durante el pasado invierno neoyorquino que ha cobrado forma bajo el título Noches sin dormir (Seix Barral). "Cuando una mujer cuenta cosas íntimas está arriesgando más que cuando lo hace un hombre", sentencia Lindo, ahora que ya ha vuelto a instalarse en Madrid..
Desde aquel apartamento del 106 del West End, Elvira Lindo (Cádiz, 1962) ha registrado el que ya sabía iba a ser su último invierno en Nueva York. Una confesión que hizo bajo la tutela de una frase de Joan Didion: "Es fácil ver el comienzo de las cosas, y más duro ver sus finales". Y en este caso el verbo ver es, también, literal porque el libro va acompañado de más de 60 fotografías tomadas por la autora que crean una lectura paralela al complementar la narración, una sucesión de episodios e historias humanas con vida propia. Es la segunda vez que la narradora escribe sobre Nueva York, ya lo hizo en 2011 con Lugares que no quiero compartir con nadie, una guía de sus sitios favoritos.
En Noches sin dormir, más que un diario sobre la vida allí, Lindo hace un manifiesto público de tres binomios afectivos con los que crea un autorretrato privado. Deja constancia del amor por Antonio Muñoz Molina, su marido, y por quien llegó a vivir a Nueva York, y por su padre y su hijo. Confirma su pasión por la vocación de escritura que la acompaña desde los nueve años y la desatada por la fotografía. Expresa sus sentimientos ambiguos por España y las sensaciones de soledad y desamparo de la sociedad estadounidense.
Confesiones desde una "Nueva York cutre y una ciudad embaucadora". Así resume Lindo el lugar al que llegó a vivir "sin un grado de idealización muy alto". El frío que describe no es solo meteorológico, es también metafórico. "Haber hecho este máster a destiempo ha hecho que me enterara bien de lo que vivía. Y viera el mundo real", cuenta la escritora, guionista de cine, nueva editora de libros y colaboradora de EL PAÍS.
Una perspectiva reforzada con sus lecturas anglosajonas de libros y periódicos. "Si el arte americano es magistral en algo es en el realismo. Y ese estilo es lo que he querido reflejar, contar las cosas de manera directa", reconoce Lindo. Dice que se ha liberado de complejos. Por eso el tono confesional de sus páginas están escritas bajo el pensamiento, afirma: "Mi vida no le interesa a nadie". Esa premisa le dio libertad y confianza a la hora de contar.
No quería un diario cultural ni intelectual, aunque ese apartado está presente. Quería uno de la cotidianidad, de los quehaceres y pensamientos diarios, de las relaciones humanas. "Quería que fuera mi voz. Una voz baja que mezcla melancolía, ironía, ideas, historias y humor", admite la madre de esa exitosa criatura literaria llamada Manolito Gafotas, y de novelas como El otro barrio, La vida inesperada, Una palabra tuya y Lo que me queda por vivir.
En Noches sin dormir hay drama, sí, pero desdramatizado. La mirada es optimista. Esos 11 años también le sirvieron para perder el miedo a estar sola. "Nueva York es la ciudad donde los americanos se sienten menos solos porque están más juntos. Lo que yo quería, también, era acercarme a ellos. Les intuyo el desarraigo, por la inmensidad del país y la educación en el orgullo de la individualidad. De los jóvenes que dejan pronto la casa de sus padres. Es una cultura opuesta a la nuestra. Para el mundo latino la soledad puede ser vista como un fracaso o un castigo. Pero no creo que los americanos sufran mucho por eso", reflexiona la escritora. Nueva York, dice, está poblada de cuadros vivos de Edward Hopper.
Presente, pasado; presente, futuro; futuro que mira al pasado; todo en un solo instante. En una sola acción. En una palabra. Noches sin dormir confirma que cada cosa es resultado de la suma de todos los tiempos. Y desvela que tiene dudas sobre seguir publicando: “Tengo déficit de defensas para ser juzgada”. Por eso le ha nacido esa especie de fobia a la exposición. Después de esa desmitificación de Nueva York, y de vuelta a Madrid, este es el año uno de la nueva vida de Elvira Lindo.
España desde la distancia
En 11 años de vida en Nueva York, donde Madrid era el sitio de visita, Elvira Lindo ha vivido el arco del auge y caída de España en lo económico, y la llanura en lo político. "Lo que vi de la gente que iba a Estados Unidos a vivir es que echa de menos la vida y que aman más al país desde la distancia. Los españoles tenemos una relación ambigua con el país. A veces aflora esa especie de sentimiento autodestructivo. La crisis ha aumentado esa tensión. Prima el tono grave de las cosas. Y hemos perdido el sentido del humor", asegura Lindo, aunque en su diario, un rosario de histoias, se mantiene intacto su espíritu alegre y optimista.
Babelia
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