Asia aprende a taconear
El flamenco se abre camino con espectáculos ambiciosos y la proliferación de escuelas
No es nada fácil emocionar al público chino con música. Sin embargo, eso es lo que han conseguido en Shanghái el pianista Manolo Carrasco, el guitarrista José Luis Encinas y la bailaora Mariví Blanco. Lograron que el millar de personas que acudió a su recital de música española se entusiasmara dando palmas, e incluso gritase "¡una más!". Sin duda, fue la magnífica culminación de una breve gira que les ha llevado a otras dos ciudades chinas. Pero, aunque el trío interpretó un extenso repertorio con piezas de los principales compositores de nuestro país, el productor del espectáculo, Miguel Millán, tiene claro que el reclamo comercial residió en un elemento: el flamenco.
No en vano, la danza española más internacional vive una era dorada en Asia. Y, sobre todo, en China. Solo en la capital económica, Shanghái, hay tres escuelas dedicadas exclusivamente al flamenco, mientras que decenas de academias de baile lo ofrecen como una de sus modalidades. Es algo que se repite en las principales ciudades del gigante asiático, como Pekín o Guangzhou, y que comienza a extenderse por otros núcleos urbanos menos conocidos. Así, la demanda de espectáculos y de profesores se ha disparado, un hecho que abre un interesante mercado a profesionales españoles.
"Creo que hay más oportunidades de negocio en ciudades de segundo o de tercer nivel, que siguen siendo gigantes en los que viven millones de personas. Hay que ir allí, porque existe un público que, al tener menos acceso a artistas extranjeros, se muestra más entusiasta. Y desde el punto de vista de locales y de permisos, también resulta menos problemático lograr un lugar adecuado", apunta Millán, que también ha establecido el Flamenco Art Center de Guangzhou, en el que se forman 150 alumnas —ellos suponen un porcentaje meramente testimonial—.
La Asociación Nipona de Flamenco estima que hay más de un millar de escuelas por todo el archipiélago
El atractivo que tiene este baile para los aficionados chinos lo resume la profesora taiwanesa Szu Ying Wang, que estudió durante cuatro años en Sevilla y ahora da clase en varias academias de Shanghái: "Los polos opuestos se atraen, y el flamenco fomenta actitudes contrarias a las que promulga la cultura asiática tradicional. A nosotros nos inculcan una represión de los sentimientos, mientras que esta danza española promueve lo contrario. Por eso, para muchos de quienes lo aprenden es un arte liberador y un vehículo para desarrollar su personalidad. Para el público es una manifestación artística que instila pasión y despierta las emociones. Por todo eso, el flamenco cada vez gana más importancia en países como China, Taiwán, Corea del Sur, o Japón”.
Javier Meilán está de acuerdo. Llegó a China hace casi un lustro junto a su pareja, Yolanda Santiago, y, después de una experiencia agridulce como profesores en una academia de Pekín, hace tres años decidieron fundar Portacones, la primera escuela de flamenco 100% española del país. "Nos propusimos hacer bien las cosas, convencidos de que, si fracasábamos, siempre podríamos volver a casa", explica. "A diferencia de lo que se hace en la mayoría de academias, donde los cursos son breves y muchas veces los profesores son chinos con una formación muy escasa que ven oportunidad de negocio, aquí seguimos el sistema formativo de España para implantar el flamenco de calidad". Por sus instalaciones han pasado ya 600 estudiantes, muchos rebotados de otros centros, y el número de nuevas matrículas no deja de crecer.
"A los alumnos chinos el flamenco les cambia incluso la forma de relacionarse con la gente. Cuando empiezan, la mayoría es muy individualista. Pero les enseñamos a trabajar en grupo y les explicamos que una coreografía solo tiene éxito cuando todos los que participan en ella están sincronizados. Cuesta, pero al final su actitud frente a la vida y la gente se transforma", apunta Meilán. "Además, con el flamenco logran sacudirse el sentido del ridículo que tienen", añade Santiago. Así, desde que llegó a China, esta pareja constata un importante aumento del conocimiento y del interés por el flamenco. "Al principio eran todo tópicos. Había que salir con un body negro y una rosa en la boca para que la actuación tuviese éxito. Ahora, sin embargo, muchos ya saben cuándo les están tomando el pelo", apostilla Meilán, que ha cerrado ya acuerdos de colaboración con el ballet de Guangzhou y la Universidad de la Danza de Pekín.
China, el futuro
"Hay que apostar por China porque aquí hay futuro", sentencia Carrasco, que compuso la música de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre y que ya hace siete años organizó un espectáculo con los caballos de la policía de la ciudad nororiental de Dalian. "El flamenco en este país está ahora en una situación similar a la de Japón hace tres décadas, y avanza muy rápido". Pero todavía no puede competir con el vecino nipón, donde cuenta con una trayectoria mucho más larga. No en vano, llegó en 1929 con Antonia Mercé, La Argentina, y explotó tres décadas después con Antonio Gades. Actualmente, la Asociación Nipona de Flamenco estima que existe más de un millar de escuelas por todo el archipiélago, el mayor número fuera de España, en las que unos 100.000 japoneses aprenden a taconear.
La tokiota Mina Takeuchi es una de ellas. Hace ya una década que se puso en manos de Shiho Hatano, La Gambita. "Comencé a bailar flamenco como quien hace yoga, para ejercitarme y para relajarme. Pero me atrapó la fuerza del baile y decidí continuar", recuerda. Como a muchas otras asiáticas, el baile le hizo sentirse liberada y la ha convertido en una persona más abierta. "Es lo que me pasó a mí también cuando viajé a Sevilla para que Concha Vargas me introdujese en el arte del flamenco puro", interviene Hatano, que actualmente ejerce de profesora en Yokohama. "Además, para nosotros también es muy interesante adentrarnos en el crisol cultural que representa esta música, con elementos gitanos y árabes".
Por si esa mezcla no fuese suficiente, después del éxito de su gira china, Carrasco y Encinas avanzan su intención de hacer el flamenco más atractivo para el público chino dándole una curiosa vuelta de tuerca. "Después del concierto en el que tocamos con un guitarrista local, se nos ocurrió preparar un disco en el que combinemos temas flamencos interpretados con instrumentos tradicionales chinos, que son muy naturales y tienen un registro más parecido de lo que podemos pensar, y toquemos piezas tradicionales chinas con instrumentos de flamenco", explica Encinas, que en 2005 hizo algo similar con Guitarras en Shanghái, un CD que obtuvo el premio al Mejor Álbum de Nuevas Músicas.
"En China gusta mucho el intercambio", añade Millán, que dirige Style Producciones. Buena muestra de ello fue la ovación que el público de Shanghái dedicó a los dos músicos cuando comenzaron a interpretar el tema clásico Liang Zhu con notas flamencas. Desafortunadamente, todos hacen hincapié en que uno de los principales escollos para que esta música triunfe definitivamente en el continente asiático está en la falta de apoyo institucional. "No hablamos de apoyo económico, que no lo esperamos, sino de promoción", critica Meilán. "Después de los toros, el flamenco podría ser la bandera cultural de España en China", secunda Wang. "Pero estamos completamente solos", se lamenta Millán.
Babelia
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