Carol Doda, legendaria pionera del ‘topless’
Fue un emblema de la bohemia de San Francisco en los sesenta
En la década de los sesenta la bailarina Carol Doda (Condado de Solano, California, 1937), fallecida este lunes en San Francisco de una insuficiencia renal, podía presumir de ser una de las atracciones turísticas de la ciudad de San Francisco junto con el Golden Gate, los tranvías y la comunidad beatnik. La visita al Club Condor, el local donde actuaba, era una de las citas ineludibles para todo visitante de paso por la ciudad con ganas de fiesta. Su aparición encima de un piano que descendía desde el techo era saludada con entusiasmo por todos los asistentes mientras la bailarina ejecutaba. Todos acudían al club por un motivo: contemplar sus grandes y siliconados pechos desnudos, que la convirtieron en una leyenda. Aunque el club fue denunciado, Doda y el Condor salieron airosos del trance.
Tom Wolfe relató parte de esa historia en La chica trucada, incluida en el libro La banda de la casa bomba y otras crónicas de la era pop: la historia de una camarera en topless que acabaría convirtiéndose en un mito local gracias a la silicona bombeada a sus pechos. Como relata Wolfe, todo empezó por azar. Una noche, Doda empieza a bailar en el club donde trabaja como camarera. Animada por el público, acaba quitándose la parte superior de la ropa. La bailarina logró que la moda del topless triunfara en la noche de San Francisco, de donde se exportó al resto de EE UU.
El precio de la fama
Ser la reina del topless demandaba algunos sacrificios. Con la ayuda de una serie de inyecciones de silicona emulsionada —un procedimiento vetado desde hace muchos años, pero que Doda aseguraba que no le había causado ningún problema de salud— su figura se convirtió en un fenómeno anatómico. A un coste: unos 12.000 dólares de la época (que equivaldrían a unos 80.000 euros en la actualidad) y 44 intervenciones en unos pocos años. Su presencia por las calles de la ciudad despertaba toda clase de comentarios. Del insulto al elogio, todo el arco exclamativo del diccionario se dispara a su paso. También probó suerte como modelo y en el cine: apareció (como Sally Silicona) en la película Head, dirigida por Bob Rafelson en 1968, y fue la inspiración de la cinta Mondo Topless, de Russ Meyer.
Doda seguiría animando las noches de San Francisco hasta bien entrada la década de los ochenta. Cuando se retiró del mundo del striptease, regentó una tienda de lencería donde volcó su experiencia acumulada en todos esos años. En la fachada del Club Condor de San Francisco una placa recuerda su nombre y el nacimiento del topless.
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