Un geógrafo de México
Del Paso es de los últimos clásicos de una tradición que tardará décadas en crear algo similar
Entre 1964 y 1965 Fernando del Paso se sentaba cada semana en una mesa presidida por Juan Rulfo y Juan José Arreola. Si un espacio fue clave para la llamada Generación del Medio Siglo fue el Centro Mexicano de Escritores. Cada semana los jóvenes se encontraban ahí para intercambiar opiniones, contrastar texto y hacerse pedazos.
Siete años antes, Del Paso había publicado su primer libro, Sonetos de lo diario, y estaba a punto de cumplir 30 años. En ese momento no lo sabía, pero el escritor estaba a muy poco tiempo de convertirse, junto con Rulfo y Arreola, en el geógrafo más importante del territorio más enigmático de la literatura mexicana.
Un territorio físico ubicado entre Ciudad Guzmán y Comala. Un territorio literario al que se llega en tren o en carreta y que desde el Guardaagujas, Pedro Páramo o José Trigo se mira al occidente del país. La ficción y la realidad convertidas en una misma cosa para trazar un mapa que empieza en la Laguna de Sayula, se continúa por los volcanes de Colima y llega hasta el municipio cafetalero de Comala.
Un territorio literario donde los trenes no tienen horario ni vías, los hombres se desmoronan en piedras y las multitudes caminan con una corte de tortugas cubiertas de joyas, burros disfrazados de obispos y cuervos armados.
Si algo es cierto es que la afinidad estética no es algo común en la Generación del Medio Siglo, que produjo boxeadores de todos los pesos: los del aire y la ligereza como José Emilio Pacheco o Salvador Elizondo que hicieron elogio de la brevedad al modo de Chejov y los de peso completo como los de Fernando del Paso y Fernando del Paso y también Fernando del Paso que escribió ladrillos al modo de Tólstoi, pero (a excepción de Noticias del imperio) desprovisto de anécdota.
Fernando del Paso es uno de los últimos clásicos de una tradición que tardará décadas en producir algo equivalente. Noticias del imperio no es solo nuestro Quijote, sino la novela que mejor ha entendido los puentes y vacíos que existen entre los dos hemisferios. Autor de José Trigo, quizá solo comparable con Pedro Páramo, y de Palinuro de México que hizo del lenguaje una trama en sí misma, el ganador del Cervantes de este año es un autor que cambió el paradigma de la novela histórica y que es pilar fundamental de una generación que ha tenido a su obra como un mito vivo. Fernando del Paso se convierte hoy en el príncipe de las "P" que con pasaporte mexicano han ganado el Premio Cervantes: Paz, Pitol, Pacheco, Poniatowska y Fuentes, que nació en Panamá.
Enhorabuena a un clásico que tiene el fuego.
Pablo Raphael es escritor y director del Instituto Cultural de México en España.
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