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Nina Simone todavía resuena

El documental 'The Amazing Nina Simone' es la última obra que rinde tributo a la cantante

“¿Alguna vez viste a Nina Simone en concierto?”, le pregunta Julie Delpy a Ethan Hawke mientras suena Just in time en Antes del atardecer, la segunda parte de esa fabulosa trilogía sobre las costuras del amor. “Era estupenda, y muy graciosa en concierto. Ella estaba justo en medio de una canción y de repente, se detenía y caminaba desde el piano hasta el borde del escenario. Muy lentamente, comenzaba a hablar con alguien del público, y le decía que le quería. Y luego volvía, se tomaba su tiempo, sin prisa. Tenía un trasero grande y lindo. Llegaba al piano y tocaba un poco más, y entonces comenzaba otra canción en medio de la otra”. Una descripción detallada y sensual de Julie Delpy, imitando sus gestos, la bravura, el descaro.

“Me siento amable y cálida esta noche, pero a menudo es lo opuesto”, replicaba Nina a un reportero a pie de escenario. El guiño de Richard Linklater en Antes del atardecer fue premonitorio, durante este curso han llegado otros cinco, dos en forma de disco, el resto en formato documental. Los álbumes, tienen perfiles distintos, el sello Verve en Francia gestionó Autour de Nina, diez versiones a cargo de Gregory Porter, Melody Gardot o Ben L´Oncle Soul entre una camada de grandes nombres. En Nina Revisited… A tribute to Nina Simone tiene más protagonismo Lauryn Hill, su revisión de Feeling Good eriza el vello. Ella era la indicada, su actitud y rebeldía están en consonancia con el personaje, no hay mejor heredera.

En cuanto a los documentales, tres modelos. What happened, Miss Simone? es una producción de Netflix, con dirección de Lizz Garbus y la aportación de Lisa Simone. Un proyecto ambicioso y muy publicitado por la cadena en el que prima el carácter musical, película inaugural en Sundance y, en la sección oficial en Berlín. En la BBC, otra sugerencia, Nina Simone and me with Laura Mvula, o lo que es lo mismo: la cantante Laura Mvula analiza a su maestra. “Cuando publiqué mi primer disco Sing to the moon, algunos críticos dijeron que sonaba como Nina Simone, pero nadie suena como Nina. Eso sí, siempre sentí una conexión profunda con ella”. Laura viaja a Nueva York con un cometido: descubrir los rincones en los que dejó huella. Y para cerrar la cuadratura, The Amazing Nina Simone de Jeff L. Lieberman, el documental que proyecta en primicia en Beefeater In-Edit. “No es tanto la música, como el mensaje que resuena”, reza una promoción.

En The Amazing Nina Simone hay el testimonio de familiares cercanos (dos de sus hermanos), amigos de infancia en Carolina del Norte, los hijos de productores y dueños de los locales en los que actúo, y en gran medida, académicos y analistas. Aquí tienen más eco los factores puntuales que los de largo recorrido, el trasfondo político, y el que señala la raza. A partir de una estrategia musical se determinan las normas de comportamiento. “Lo siento, tendría que estar feliz por ser la primera pianista clásica negra, pero no lo estoy”. Ella detestaba el término jazz, el crítico del New York Times que hizo la reseña de su primer concierto sola en el Carnegie Hall lo tuvo claro: “ha ofrecido un recital muy diferente, en su catálogo ahora hay jazz, música francesa y africana, la influencia de Bessie Smith, trazos de Gershwin”. Esa misma noche le llamó el activista Lorraine Hansberry, quería saber cómo era su labor en el conflicto racial. Mientras, en Birmingham estalla una bomba en una iglesia, mueren cuatro jóvenes negras.

Missisippi Goddam sintetiza la repudia ante lo acontecido, como antídoto quedaba gritar. Anteriormente había retumbado en esa misma dirección Black is the color of my true love´s hair, más tarde llegó la radicalidad de Four women, y lejos de arrugarse a pesar de las circunstancias To be young, gifted and black, símbolo del cambio para una generación de soñadores en busca de la libertad. “Cuando subo al escenario, me quiero sentir libre”. La pujante Aretha Franklin se apoderó de la canción, le arrebató un Grammy en 1971 con el lógico pataleo de Nina, se sentía cómoda en el fragor de la batalla. De su cosecha musical, más atención a sus inicios en Colpix y a sus conciertos en Village Gate, se pasa casi por alto su etapa en Phillips con una mención exclusiva a High Priestess Soul por su cambio de imagen en clave mística (esa serie de siete discos podría ser la Biblia de la música negra) y de los arriesgados pasos que da en RCA destacan su habilidad para adaptar composiciones ajenas (soberbia la toma de My Way que popularizó Frank Sinatra). Tras la muerte de Martin Luther King el Gobierno investiga la vinculación de Simone con ciertos colectivos, el I.R.S. reclama que pague sus deudas, finalmente y bajo presión emigra a Liberia.

En 1976 vuelve a la primera plana musical, saca la cabeza en el exigente Festival de Montreaux. Sale a escena, y hace una singular reverencia a un respetable entendido y respetuoso como pocos. Su mirada posterior intimida. Tras los aplausos se queda de pie, pensativa, fría. Tras unos segundos de silencio incómodo, toma asiento en su piano. Comprueba el sonido, corrige la posición del micro, y al fin sonríe. Una mueca irónica y desconfiada. “Lo único que quiero es cantar una canción desde el principio hasta el final”. En una de sus últimas entrevistas antes de fallecer en 2003 en Carry-le-Rouet, un periodista le pregunta por su canción favorita, sorprende la elección de Consummation, una pieza propia que formaba parte de Silk & Soul. Hay un motivo, en ese momento desea consumirse, se siente mayor. “¿Sabes cuál es mi esperanza real? Espero que la música os haga amar un poco más, aunque cuando eso pase, volverá otra vez el negocio a manos de los políticos”.

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