Hay vida más allá de Orishas
Estos cinco músicos de larga experiencia presentan su nuevo proyecto como una propuesta multicultural y eminentemente urbana
“Cinco talentos decidieron reunirse para rescatar la identidad y el folclore que les pertenece, en una fusión única”. Puede recordar al eslogan del Equipo A, pero es la frase con la que Cuban Beats All Stars se definen. Un grito de guerra que pretende ser resumen de su propuesta más allá de las inevitables comparaciones con Orishas, el éxitoso proyecto de rap en el que cuatro de sus cinco componentes coincidieron y se conocieron años atrás. Tres de ellos se encuentran en Madrid haciendo promoción de La receta (Timba Records), primer disco de CBAS. Vladimir Núñez (percusión), Roemer Pinatel (bajo) y Hiran Riveri “Ruzzo” (voz) son los presentes, mientras que Nelson Palacios (teclados, violín) y Dj Tillo (bases y arreglos) atienden a sus familias en París y Lloret de Mar, respectívamente.
Antes de la entrevista, Vladimir y Roemer escuchan las primeras mezclas de las nuevas canciones que han grabado en Buenos Aires, aprovechando un par de días de descanso en mitad de su gira internacional. Me invitan a escucharlo con ellos a través del altavoz de un teléfono móvil. Son tres canciones. “Esta es más lenta”, me advierte Vladimir antes de que comience la segunda y mientras discuten si incluir arreglos de metales o no. Las tres suenan a fusión entre tradición musical cubana, electrónica y rap callejero de La Habana, esa mezcla que ellos han sabido ya hacer suya. Ruzzo, una de las tres caras conocidas de Orishas, explica el estilo de Cuban Beats All Stars marcando distancias con su pasado musical. “Esto es otro concepto diferente a Orishas. Esto es un álbum de fusión urbano y aquello era rap cubano con instrumentos orgánicos. En este caso nos metemos en la candela de la electrónica, dándole equilibrio a la mezcla”.
El grupo nació en España hace dos años, tal como cuenta Vladimir. “Fue una idea que tuvimos Dj Tillo y yo. La electrónica ya estaba muy presente en esa primera etapa, y también la fusión de la música cubana”. Poco después se incorporaría Nelson Palacios, que había tocado el bajo y el violín con Orishas, y más tarde llegarían Roemer y Ruzzo. Este último se unió al grupo después de un concierto en Buenos Aires al que había sido invitado como colaborador estrella. Venía de pasar tres años cuidando de su madre, ya fallecida, y ha vivido en directo los recientes ajustes en la política cubana. “Lo que ha cambiado es que muchos cubanos han podido abrir su negocio privado. Los cambios allí son muy lentos, se lo piensan bien. Pero algo es algo. Y en cuanto a la relación con Estados Unidos, llevarse bien con tu vecino de toda la vida es mejor que darse de puñetazos”. Lo dice por experiencia propia. En 2003, con la primera nominación a los premios Grammy para Orishas, Washington les negó el visado para poder asistir a la gala. “Esa discriminación ya pasó a la historia, por suerte no solo para nosotros sino para cualquier músico que quiere salir a dar a conocer su música”.
Llama la atención que, al igual que pasó con Orishas, sean un grupo eminentemente cubano formado fuera de Cuba. “Es pura casualidad”, afirma Ruzzo. Incluso tienen un término para definir su nacionalidad: cubañol. “Uno de los puntos esenciales del álbum es el rescate de la oralidad urbana, y el concepto ‘cubañol’ es parte de eso. Además, define a la banda porque somos cuatro cubanos y un español”. A pesar de todo, todavía no han podido editar su disco en formato físico más allá de Alemania. “La edición en España está en camino, y nuestro objetivo es que también se pueda vender en Cuba”.
La actividad profesional de los cinco integrantes del grupo es intensa gracias a sus sobresalientes dotes musicales. Por eso, la pregunta clave para entender la viabilidad futura de la banda es si el nivel de implicación con el proyecto es el mismo para todos. Para Vladimir no hay dudas. “Esa es la idea. Ahora mismo creo que para todos representa el pilar de lo que queremos desarrollar como músicos. Los proyectos paralelos son cosas que hacemos como profesionales que somos porque hay que pagar facturas. Pero Cuban Beats es el proyecto fundamental”. Y antes de que su compañero termine la frase, Ruzzo remata con sorna: “¡A no ser que me llame Madonna!”. Hay vida más allá de Orishas, y viene con ritmo sabroso.
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