Chichén Itzá: el asombroso legado de los mayas y los toltecas
EL PAÍS empieza este domingo una colección sobre el Patrimonio Mundial de la Humanidad. La primera entrega está dedicada a América
Chichen Itzá, en el norte de la península de Yucatán, en el municipio mexicano de Tinum, constituye el legado conjunto de dos desarrolladas civilizaciones precolombinas: la maya y la tolteca. Era ya un importante centro ceremonial maya en el conocido como periodo clásico, que se suele establecer entre los siglos V y X. Al esplendor de esta época pertenecen algunos de los edificios que hoy se conservan, como el templo de los Tres Dinteles o el recinto de las Monjas, aunque las construcciones más emblemáticas son posteriores. Fue en el siglo X cuando los toltecas ocuparon Chichen Itzá y se inició una segunda época de prosperidad que duró dos siglos, tras la que comenzó la desintegración de la civilización maya.
Cuando llegaron los primeros conquistadores españoles al Yucatán, en 1527, lo que había sido una deslumbrante cultura ahora eran unas cuantas ciudades desperdigadas y sin relación entre sí, dominadas por empobrecidas familias nobles. Fue el salmantino Francisco de Montejo el primer español que quedó impresionado por el complejo arquitectónico descubierto en mitad de la selva, un sitio sagrado al que todavía acudían peregrinos mayas y al que llamaban En la boca del pozo —chichén— de los brujos de agua —Itzá—.
La síntesis más completa en Chichén Itzá de las culturas maya y tolteca se encuentra en tres grandes edificaciones: la pirámide escalonada llamada El Castillo, principal construcción del conjunto; El Caracol y, por último, el Templo de los Guerreros, junto al que se encuentra el bosque de las Mil Columnas.
El Castillo o Pirámide de Kukulcán es la construcción más conocida e imponente del complejo arqueológico. Está dedicada al dios Kukulcán, divinidad de la mitología maya que participó en la creación de la Tierra y cuyo nombre significa serpiente emplumada. Es de planta cuadrada, con 55 metros en cada uno de los lados, y sus nueve cuerpos escalonados alcanzan una altura total de más de veinte metros. En la parte superior se halla un templo de planta rectangular, al cual se accede por cualquiera de los lados de la pirámide: cada uno tiene una escalinata de 91 escalones, por lo que, en total, sumando un último escalón que llega hasta el templo, hay un total de 365 escalones en El Castillo, uno por cada día del año.
Se cree que el edificio conocido como El Caracol, construido a finales del periodo clásico, sirvió como observatorio astronómico, y está compuesto por una torre elevada sobre plataformas de planta cuadrangular. Recibe este nombre por la escalera en espiral dispuesta en el interior de la torre. En cuanto al Templo de los Guerreros, se trata de una pirámide escalonada de cuatro cuerpos que está conectada con el llamado bosque o templo de las Mil Columnas, una plaza que servía de conexión entre los edificios del complejo.
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