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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los niños y los toros

La iniciativa de Escribano de invitar a niños a una corrida motiva la protesta de ecologistas

Antonio Lorca
Ernesto Requena, de ocho años, junto a su madre.
Ernesto Requena, de ocho años, junto a su madre.Laura León

La iniciativa del torero Manuel Escribano de invitar a un grupo de escolares del colegio público Fernando Feliú de Gerena (Sevilla), su localidad natal, a la llamada Corrida Pinzoniana, que se celebró el pasado domingo en Palos de la Frontera (Huelva) ha provocado la protesta indignada del Partido Animalista (Pacma) y Ecologistas en Acción. 

Argumentaron ambas asociaciones antitaurinas que la ONU ya se pronunció "de forma expresa en contra de que los niños y adolescentes asistan a eventos taurinos", y recordaron que los preceptos de la educación pública de Andalucía "ponen de manifiesto la importancia de desarrollar en el niño el afecto y la consideración hacia el resto de los seres vivos".

Les contestó el torero que la tauromaquia es una actividad legal en este país; terció la directora del colegio, María Joaquina García, quien señaló a este periódico que "se pongan como se pongan, es una actividad cultural", y el propio concejal de Cultura de Gerena, el socialista Juan Manuel Illacucci, afirmó que "hay pocos pueblos en España tan taurinos, y el Ayuntamiento respeta la libertad que tienen los padres para llevar a sus hijos a los toros. Es igual que otra actividad cultural, la vemos como una más". Al final, se celebró la corrida, la tarde amenazaba lluvia y hubo poco público, lo que no evitó que unos pocos niños salieran al ruedo en el paseíllo con una pancarta en la que se podía leer Sí a los toros, sí a los niños.

No está prohibido que los niños acudan a los toros. La ley de 1991 sobre Potestades Administrativas en Materia de Espectáculos Taurinos no establece limitación alguna a este respecto. El único reglamento que recogía tal prohibición fue el que se aprobó en la dictadura de Primo de Rivera y una norma del Parlamento catalán. Posteriormente, en 1993, el Tribunal Supremo dictó una sentencia que derogaba la prohibición establecida en 1929.

En mayo del pasado año, el Gobierno respondió en el Parlamento a una diputada de Izquierda por Cataluña los Verdes que la ley 18 de noviembre 2013 para la Regulación de la Tauromaquia como Patrimonio Cultural "garantiza el derecho de todos los ciudadanos al acceso a las diferentes manifestaciones de la tauromaquia". "Como derecho constitucional de todos los españoles, -añadía el Ejecutivo- el acceso a las manifestaciones de la tauromaquia, entre ellas y muy principalmente las corridas de toros, no puede ser restringido en aras a un fin carente de rango constitucional fundamental".

También se refirió entonces el Gobierno a la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, de 20 de noviembre de 1989, y aseguró que esta, completada por el Convenio Europeo sobre el ejercicio de los derechos del niño, de 25 de enero de 1996, asegura "expresamente" a los menores el derecho a recibir informaciones e ideas de todo tipo y el respeto a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, además de establecer el derecho de los padres a guiar al niño en el ejercicio de su derecho de modo conforme a la evolución de sus facultades. Puntualizó, finalmente, que el artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos consagra el derecho preferente de los padres a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos.

En el mismo sentido se expresó en este periódico en 2011 Arturo Canalda, entonces defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, quien afirmó que son los progenitores los que deben decidir cómo quieren educar a sus hijos. "No creo que un festejo taurino afecte negativamente a los niños, y estoy convencido de que existen contenidos televisivos terribles para los menores y no nos preocupan", afirmó. "Soy partidario de menos prohibiciones y más responsabilidad paterna".

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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