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New Order, Ezra Furman y Fetty Wap

Tres discos, tres críticas, tres puntuaciones de los nuevos lanzamientos

EL DISCO DE LA SEMANA: New Order - Music Complete

La primera grabación del ahora quinteto británico sin uno de sus puntales, el bajista Peter Hook, que dimitió en 2007, está siendo recibida con júbilo. Es la sensación que mejor explica estas nuevas once composiciones, gozosas píldoras que necesitan entre cinco y siete minutos para completar su efecto placebo. Tómese esto como cumplido: los New Order más populares no son los que tuvieron que empezar sobriamente de cero, tras el suicidio de Ian Curtis y el cierre de los cruciales Joy Division, sino los que a finales de los ochenta convirtieron el puente aéreo Manchester-Ibiza en su máxima inspiración. Y aspiración nasal, a juzgar por las confesadas historias de abuso de sustancias que vivieron aquellos años de ridículo hedonismo, amaneceres cegadores y postergadas resacas. De los húmedos locales al norte de Inglaterra bajo cuyos cielos encapotados Joy Division plasmaron drásticas imágenes pospunk inspiradas en J.G. Ballard y Velvet Underground, a las macrodiscotecas mediterráneas donde el tiempo se detiene falsamente, Bernard Summer, Peter Hook, Stephen Morris y la teclista Gillian Gilbert, forjaron nuevas acepciones para el término euforia.

Grupo: New Order

Disco: Music Complete

Sello: Mute

Puntuación: 6

La elevación anímica que desprendían sus mayores éxitos ha vuelto, renovada, en Music Complete. No es tanto la voz, las melodías mismas o el brillante entramado rítmico, ni unas letras a veces sonrojantes, sino el uso de ciertas frecuencias sonoras que producen ese efecto estimulante en el oyente, similar al de la drogas de diseño. Banda de rock transustanciada en máquina electrónica, New Order, no se sabe si por error u omisión, casi nunca perdieron totalmente el latido humano. Aquí lo recuperan plenamente, desde el primer corte, Restless, arranque de la hora que consume el álbum con fruición. ¿Cuánto de genuino y sincero tienen estos temas y cuánto de prefabricado en las simas de lo digital? Es una cuestión que se difumina al sonar el bailable pavoneo que es Tutti Frutti, con la voz invitada de Elly Jackson de La Roux y un pálpito de bajo que retrotrae a la edad dorada de la música disco. No todo tiene ese nivel hipnótico y en ocasiones caen en el ripio facilón y los patrones predecibles, pero cuando aciertan —Nothing but a Fool sería en ese aspecto el momento más honesto del álbum— se rebaja la disociación entre su egregios orígenes y la histeria colectiva que arrebataba a los habituales del club The Hacienda en el clímax de las madrugadas acid-house.

Es precisamente la conciencia de plenitud que invoca el título del álbum —perfectamente ilustrado en la racional, colorista portada del fiel Peter Saville— lo que conjura tan oxigenado espejismo. El modo en que pueden colar pasajes más vulgares por artificiosos, sean Plastic, People on the High Line, Academic o The Game, contrapesándolos con inesperadas apariciones, como el grave recitado de Iggy Pop en Stray Dog. ¿Qué sentiría Ian Curtis, devoto del reptílico vocalista de los Stooges? Otra pregunta al aire: ¿será Unlearn the hatred el cierre definitivo del conflicto fratricida que distanció al vocalista Sumner de Hook durante décadas, motivando la marcha del extrovertido bajista? La ausencia de su intransferible estilo, rotundo pero emocional, era el mayor escollo que debía superar esta nueva singladura. Lo superan, agarrándose a ese falso dicho de que nadie es imprescindible, reduciendo al nuevo bajista Tom Chapman a mero imitador. Y, cuando se consuma el desafío, en la formidable coda final Superheated —con la visita de Brandon Flowers de The Killers— se entiende que, si no una obra totalmente admirable, New Order han hecho el mejor disco posible dada su situación personal y la convulsa realidad del negocio al que han vuelto dignos, airosos, diligentes, ambiciosos. Ignacio Julià

Ezra Furman Perpetual motion people

La diferencia entre Ezra Furman y muchos de los nombres que pueblan la música independiente actual es que tiene un don del que muchos de sus colegas carecen. Nacido en Chicago hace 29 años, autor de seis álbumes —tres de ellos firmados como solista—, Furman es uno de esos artistas que no encaja en ninguna categoría obvia, no se parece excesivamente a nadie aunque en sus canciones queden claros cuáles son sus gustos, y además posee un magnetismo muy particular. Porque si eres un judaísta estudioso del Torá que ha decidido que su bisexualidad no tiene porqué seguir siendo un secreto, entonces nadie va a tenerlo fácil para colgarte une etiqueta. Y, si además de todo eso, eres un admirador de John Lennon que mezcla los géneros básicos del rock con un desparpajo tal que parece que los acabaras de inventar, entonces te llamas Ezra Furman.

Artista: Ezra Furman

Disco: Perpetual motion people

Sello: Bella Union / Pias

Puntuación: 8

Perpetual motion people causó furor en los medios especializados británicos tras su aparición este verano, algo que se interpreta como el primer paso de este artista para alcanzar un estrellato que de consolidarse, le colocará más cerca de Kurt Cobain y Beck que de Jack White o Jeff Tweedy. Furman es una rareza en este y, seguramente, en cualquier otro mundo, solo en lugar de vivir agobiado por ello, convierte sus experiencias y sensaciones en jubilosas canciones. Sus preferencias se decantan por el rock & roll acústico que en su día preconizaron Jonathan Richman y Violent Femmes, canalizando oleadas de energía sin necesidad de electricidad, algo de lo que hace gala en Wobbly y en la declaración de principios de Restless year. Cuando los músicos se conectan a los amplificadores también suceden pequeños milagros: Tip of match suena a rock & roll con sobredosis de saturación, mitad power pop, mitad Velvet Underground. Body was made, una de las canciones más deliciosas en un disco que apenas tiene momentos flojos, está marcada por un saxo que conecta a Furman con Bruce Springsteen, de quien dice ser la versión “extraña”. Y sí, el muchacho es tan extraño como cualquier otro ser humano que camine sobre la faz de la tierra y también como la propia vida, y la infinita paleta de matices que proporciona eso salpica sus canciones con una gracia que lo convierte en un personaje necesario. Furman –que estará de gira por España en unas semanas- se vale del duduá, el country y el blues, a veces mezclando géneros, como en Lousy, que comienza con la solemnidad vocal de los Beach Boys para convertirse en soul. Su amor por Lennon también es evidente cuando canta Haunted head, Can I sleep in your brain y la fantástica Ordinary life, en cuya letra reside una de las claves para entender a este artista: “You gotta make it new / You gotta keep it new to keep it true” (Has de hacerlo novedoso / has de mantenerlo novedoso para que sea verdadero). Rafa Cervera

Fetty Wap - Fetty Wap

El arrollador éxito comercial de Fett Wap, primer rapero en colocar cuatro singles a la vez en el Top 10 de Hip-hop del Billboard, nos permite sumarle al género otra crónica más, y ya van unas cuantas, sobre cómo convertir el mito del sueño americano en una imponente realidad. De familia humilde, ex traficante de drogas, tuerto (un glaucoma acabó con su ojo izquierdo), afincado en una zona sin tradición en el ámbito rap y sin padrinos que le hayan ayudado a impulsar su trayectoria, este MC de Nueva Jersey se las ha bastado con su perfil en Soundcloud y un hit monumental, el muy contagioso Trap Queen, para reivindicarse como una de las revelaciones de 2015 y como uno de los reyes del trap a escala masiva. Y con razón.

Artista: Fetty Wap

Disco: Fetty Wap

Sello: 300 Entertainment-Atlantic

Puntuación: 6.5

Con Trap Queen, precisamente, arranca su puesta de largo homónima. Suena a declaración de intenciones: primero, porque supone una buena manera de reconocerle a la canción el mérito y la responsabilidad en la confección de este cuento de hadas urbano; y segundo, porque a su vez es una forma de decirnos que, pese a todo —el jugoso contrato multinacional, los cumplidos de Kanye West, Gucci Mane o Jay-Z, la celebridad inmediata—, Fetty ha querido mantenerse fiel a sí mismo y los suyos para perfilar su debut. Ha trabajado con el mismo equipo de productores, se ha abstenido por completo de contar con beats de firmas reputadas y no ha querido decorar su álbum con colaboraciones ajenas a su círculo de amigos, aquí representado por el MC Monty. De hecho, también ha optado por incluir todos los hits que ya habían sonado repetidamente estos últimos meses, aun a riesgo de que el disco sonara ya gastado y demasiado reconocible de entrada.

Aspecto éste que se convierte en su principal enemigo: aunque justifican por sí solos la existencia del disco, los mejores momentos de Fetty Wap –My way, RGF Island, 679 o How we do things…—los hemos escuchado tantas veces a lo largo de este año que el factor sorpresa, reducido a los temas nuevos, se queda en muy poca cosa. Y aunque no hay sorpresas ni grandes revelaciones y el álbum se pasa de generoso —veinte canciones en los tiempos que corren es una burrada— y redundante —no se aprecia evolución entre Trap Queen y las novedades—, el saldo de valoraciones finales es positivo: una, que Fetty es mucho mejor cantante que rapero; dos, que para Fetty Wap el estribillo, eje expresivo sobre el que pivota su discurso, es la nueva estrofa; tres, que las carencias líricas del autor, notorias cuando arma el micro, quedan maquilladas por su inteligencia melódica, que lo arrastra todo; cuatro, que su obsesión por el dinero y el éxito, gran tema recurrente y reincidente en sus letras, contiene muchos momentos y flashes de irresistible exaltación romántica; y cinco, que el trap ha encontrado, ahora sí, un exponente con auténtico halo de estrella. David Broc

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