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Los amores verdaderos de las hermanas Brontë

Ángeles Caso recrea en una novela las pasiones de Charlotte, Emily y Anne, y da luz sobre cómo las sublimaron en sus obras

¿Quién dijo que las hermanas Brontë no se enamoraron?

La bruma sobre el milagro literario que protagonizaron Charlotte, Emily y Anne entre 1846 y 1847, en su casa rodeada del viento frío a orillas de los páramos y del cementerio de Haworth, se despeja cada vez más. Allí, en esa casa del condado inglés de West Yorkshire, vivieron y en ese breve lapso escribieron algunos de los clásicos universales del Romanticismo: Jane Eyre, Cumbres borrascosas y Agnes Grey.

Contrario a lo dicho, “sus novelas estarían basadas en sus experiencias amorosas y en la educación intelectual que recibieron con la complicidad del padre, el reverendo Patrick Brontë”. Lo recuerda Ángeles Caso, luego de investigar varios años el misterio de las Brontë y de tener en cuenta los últimos hallazgos e hipótesis de expertos. A partir de ahí, la escritora, expresentadora de televisión y licenciada en Historia del Arte, novela la vida de esa familia bajo el título de Todo ese fuego (Planeta).

Recreación de Charlotte, Emily y Anne Brontë, en su casa de Haworth.
Recreación de Charlotte, Emily y Anne Brontë, en su casa de Haworth.Album / Granger, NYC

Un rompecabezas armado de piezas conocidas, semiescondidas, nuevas y otras falsas desmontadas. Sobre todo las de amores no correspondidos a los que dieron salida al final de sus días en sus obras. Todo ese fuego es una imagen casi completa de las tres hermanas rodeadas de desdichas, donde la lectura y la escritura se convirtieron en su salvación.

Para empezar, “eran hijas del Romanticismo, lectoras y herederas de autores como Walter Scott y Lord Byron”, afirma la autora.Fue la propia Charlotte quien contribuyó a esa leyenda gris que las ha rodeado siempre. Lo hizo en 1850, cuando ya habían muerto sus dos hermanas, en el prefacio de la tercera edición de Jane Eyre. “Como ellas primero publicaron, en 1846, un poemario conjunto bajo seudónimos masculinos que conservaron un año después con sus novelas, trató de explicar esa decisión y salvar la imagen pobre que habían dado ante la mala acogida de Cumbres borrascosas y Agnes Grey. Dijo que eran mujeres buenas pero muy victorianas, con una cultura nada sofisticada y pocos intereses intelectuales. Las hizo pasar por pueblerinas y un poco ignorantes. ¡Todo lo contrario!”, advierte Ángeles Caso. Una idea que se afianzó con la biografía de Charlotte Brontë hecha por Elizabeth Gaskell, dos años después de la muerte de la autora de otras obras como Emma, Shirley y El profesor.

Las Brontë llegaron al mundo en rosario de desdichas. Hijas de un reverendo, su madre murió dejando seis hijos de 6, 5, 4, 3, 2 y 1 años. Todas mujeres, salvo el cuarto, Branwell. Bajo él, aspirante a escritor, vivieron eclipsadas porque representaba las esperanzas de la familia. Pronto las dos hermanas mayores murieron.

Charlotte hizo pasar a Emily y Anne por pueblerinas y un poco ignorantes. ¡Todo lo contrario!. Una idea que se afianzó con la biografía de Charlotte Brontë hecha por Elizabeth Gaskell

“Una tía muy honesta pero falta de cariño y ternura las crió”, recuerda Ángeles Caso. Y luego la escritora aclara un malentendido: “Su padre les inculcó la cultura, la lectura y la reflexión, un hecho muy avanzado para la época. Ellas trabajaban en los quehaceres del hogar y se buscaron luego la vida como profesoras o institutrices. Pero al final de la jornada llegaban a casa a leer y a escribir a escondidas. La literatura fue su refugio”.

Con una vida empeñada en arrinconarlas, Charlotte, Emily y Anne vivían en un mundo paralelo, mientras veían cómo su hermano se desbarrancaba hacia el infierno con una botella de licor en la mano. Tras varios intentos por reconducir el destino, Charlotte descubrió unos poemas de Emily. Entonces les propuso a sus hermanas publicar un poemario conjunto. Emily se resistió, pero al final accedió con una condición: hacerlo bajo seudónimo. Así, en el verano de 1846 nacieron Currer, Ellis y Acton Bell. El libro fue bien recibido. En medio de esa primera alegría, Charlotte lanzó una segunda propuesta: que cada una escribiera una novela.

…Y empezó el milagro, dice la escritora. En esa casa de piedra y madera, en la orilla del viento y el cementerio, las tres transfirieron sus secretos y frustraciones pasionales a…

Jane Eyre, donde Charlotte narra el amor no correspondido que vive en Bruselas con su profesor de francés, que era casado; solo que en la novela su esposa muere. Así es que Jane Eyre y él alcanzan la felicidad. La firmó como Currer Bell.

Cumbres borrascosas, donde Emily cuenta la historia atormentada de Heathcliff y Cathy, reflejo del “más que probable amor adolescente con Robert Clayton”, un muchacho pobre y asilvestrado con quien jugaba en los páramos de Haworth. Después de que su padre la enviara a un internado, el chico murió, el 14 de diciembre de 1836. La investigadora Sarah Fermi, explica Caso, “dice que su poesía vive un cambio: deja la alegría y se torna oscura al escribir sobre la muerte del amado. Hay un poema con las iniciales R. C.”. La firmó como Ellis Bell.

Agnes Grey, donde Anne recrea sus vivencias en diferentes trabajos, mientras resuena su relación con William Weightman, coadjutor de su padre, fallecido pronto. Anne Brontë luego escribiría otra novela muy avanzada para la época, La inquilina de Wildfell Hall, sobre el derecho de una mujer casada a separarse de su marido maltratador. La firmó como Acton Bell.

En otoño de 1847 las tres novelas llegaron a las librerías. Solo Jane Eyre triunfó. Charlotte se negó a seguir escribiendo. Anne insistió. Un año después, las dos hermanas pequeñas murieron con 30 y 29 años, respectivamente. Charlotte reveló la verdad de la autoría. Y llegó la gloria con la bruma alrededor de sus vidas, como la felicidad de sus amores y pasiones secretas y negadas.

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