ARTBO: estrellas y carencias
La Feria Internacional de Arte de Bogotá, que celebra su décimo aniversario, ha dinamizado la escena. También ha realizado algunos sacrificios que conviene evaluar.
Hasta finales de los noventa, el coleccionismo de arte en Colombia era un enigma. Tal vez por los procesos internos de violencia, los coleccionistas preferían no llamar la atención: no buscaban figuración pública, no aparecían en los medios y su pasatiempo se desarrollaba silenciosamente en sus residencias. En aquella época, el gusto del coleccionista local oscilaba entre el arte colonial y el moderno. Aunque las prácticas artísticas contemporáneas más disruptivas —en formatos no convencionales— existían en el país desde la década de 1960, el gusto por lo contemporáneo (y su mercado) parecía brillar por su ausencia.
En la última década, Colombia experimentó un crecimiento económico sin precedentes, lo que permitió avanzar en la pacificación del país, en el crecimiento de la clase media y en la consolidación de nuevas fortunas que traspasaban los límites de la imaginación ochentista. Con ellas, el consumo suntuario tuvo un auge nunca visto y el coleccionismo silencioso cedió paso al reconocimiento social de la figura del coleccionista, ese que ofrece desayunos, recibe premios internacionales, dicta conferencias y publica catálogos.
8 paradas en ARTBO 2015
- El Instituto de Visión la instalación Sobre el tiempo, de Tania Candiani (México, 1974).
- Document Art ) presenta en la serie fotográfica A través del espejo (2015) Andrés Orjuela (Colombia, 1985).
- Espaivisor presenta la obra de Lotty Rosenfeld (1943), Mladen Stilinovic (1947), Lea Lublin (1929-1999) y Graciela Carnevale (1942).
- El Instituto de Visión muestra un vídeo experimental de Luis Ernesto Arocha (1932) dedicado a la artista Feliza Bursztyn (1970)
- La Galería La Oficina una versión de la serie Boquerón (1979) de Jorge Ortiz (1948)
- Sicardi Gallery una pintura inédita (1991) de Miguel Ángel Rojas (1946)
- La Galería El Museo muestra la obra Carlos Rojas (1933-1997)
- Henrique Faria Fine Art presenta trabajos de Leandro Katz (1938), Horacio Zabala (1943), Álvaro Barrios (1945) y Jonier Marín (1946).
Aunque la Feria Internacional de Arte de Bogotá (ARTBO), fundada en 2005, acompañó este proceso, el sector público no logró seguirle el paso. Los museos fueron incapaces de hacer contrapunto frente a los retos impulsados por lo privado: el arte moderno y contemporáneo empezó un largo camino hacia el exilio ante el silencio de las instituciones (que apenas cuentan con programas de adquisición de arte); salvo uno, ningún museo colombiano compra sistemáticamente durante ARTBO (en contraste con el papel de los museos españoles en ARCO); y a pesar del incremento inusitado en el número de coleccionistas, esto no se ha visto reflejado en patronatos mejor estructurados, donaciones más frecuentes, museos públicos más robustos, o en la creación de centros privados, algo que sí ha ocurrido en Buenos Aires o Ciudad de México.
Aunque es meritoria la dinamización que ARTBO generó en la escena bogotana (que ya cuenta con alrededor de un centenar de galerías privadas, cinco ferias y una docena de subastas anuales), también hizo algunos sacrificios que valdría la pena empezar a revaluar. Por ejemplo, en gran medida, la Feria desterró el arte moderno de sus espacios comerciales en aras de construir un gusto contemporáneo, lo que ha generado algunos sesgos en la valoración internacional del arte local. Así mismo, ante el poder ganado por ARTBO, la crítica a la Feria desapareció del panorama (no por coacción directa, sino por autocensura) y el arte político, —con larga tradición en la historia del arte colombiano— fue relegado a la trastienda del mercado en aras de favorecer un arte políticamente correcto, que puede oscilar entre un formalismo zombi y el reencauche tardío de las fórmulas ópticas y cinéticas de mediados de siglo. Sin embargo, cada vez más, felizmente, algunas galerías han optado por incluir obras que interpelen críticamente nuestro presente, que resitúen el pasado, que escapen de lo cómodo y lo estrictamente decorativo.
Estrellas críticas
Una ruta por ARTBO pasaría por la artista Tania Candiani, representante de México en la Bienal de Venecia (2015), que expone en el Instituto de Visión la instalación Sobre el tiempo, compuesta por varias líneas de relojes-despertador encendidos, agrupados en una pared. Sus agujas en movimiento componen una tenue sinfonía, apenas audible en medio del ruido de la Feria. Esta instalación, más allá de sus alusiones a la historia de la ciencia, invita a acercarse, callar y escuchar, una operación sencilla que cobra sentido político en medio de la figuración y el barullo.
La Galería Vermelho, Candiani presenta la serie Cherner, do it yourself (2015), un tapiz en el que artesanos bordaron y colorearon las distintas partes de una silla de diseño moderno a modo de “hágalo usted mismo”. Cada sección de la silla fue dibujada para que el espectador las ensamble entre sí, aunque, como es obvio, resulte imposible ensamblar una silla real (rígida y funcional) a partir de los bordados de una tela. Estos patrones tejidos no son elaborados para producir objetos en serie, sino para crear objetos únicos (cada bordado manual es inigualable), discutiendo el carácter fallido de una modernidad que pretendía masificar el diseño y consumo de muebles, pero que terminó convirtiéndolos en objetos elitistas.
La Feria desterró el arte moderno de sus espacios comerciales en aras de construir un gusto contemporáneo
En Document Art, el artista bogotano Andrés Orjuela muestra A través del espejo (2015), una serie que rescata los negativos de un archivo, de la década del veinte, hallado en el Mercado de las Pulgas de Bogotá. Esta colección contiene imágenes privadas de la familia de Alicia Arango de Mejía (actriz de Bajo el cielo antioqueño, 1925), y pone en evidencia las costumbres y jerarquías de su familia en una de las regiones más conservadoras de Colombia: Antioquia. Orjuela reveló los negativos, amplió las imágenes y las coloreó a la manera de las viejas fotografías de familia, magnificando, concediendo un nuevo soplo de vida, evidenciando las formas como una sociedad pierde la memoria, cómo los archivos fotográficos fenecen.
Espaivisor cuenta con los espléndidos trabajos de Lotty Rosenfeld, Mladen Stilinovic, Lea Lublin y Graciela Carnevale, esta última, protagonista del colectivo argentino Tucumán Arde. Carnevale hizo una reedición de algunas fotografías icónicas del grupo, cuyas ganancias serán empleadas para abrir al público el archivo completo del colectivo en Rosario (Argentina). En KaBe Contemporary Miami están dos hermosos ‘fotogramas’ (1958) de Antonio Asis. En el Instituto de Visión un vídeo experimental de Luis Ernesto Arocha dedicado a la artista Feliza Bursztyn; en la Galería La Oficina una versión de la serie Boquerón (1979) de Jorge Ortiz; en Sicardi Gallery una pintura inédita (1991) de Miguel Ángel Rojas; en la Galería El Museo un extraordinario Carlos Rojas (1933-1997); y en Henrique Faria Fine Art una parte significativa del conceptualismo latinoamericano: Leandro Katz, Horacio Zabala, Álvaro Barrios y Jonier Marín.
Sólo queda esperar que esta nueva versión de la Feria ayude a dinamitar ciertos derroteros que parecían haberse sedimentado en versiones anteriores y permita una apertura más amplia del coleccionismo local frente a las propuestas críticas de la vanguardia latinoamericana. A pesar que todavía persisten ciertas expresiones de un arte acrítico, en medio de estos pasillos de ARTBO también es posible encontrar obras para llenar un museo imaginario.
Cabe esperar que esta edición de la Feria permita una apertura más amplia del coleccionismo local. En los pasillos todavía persisten ciertas expresiones de un arte acrítico, pero también es posible encontrar obras para llenar un museo imaginario.
Feria Internacional de Arte de Bogotá, ARTBO. Hasta el 4 de octubre.
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