El viento y el aguacero deslucieron la novillada celebrada en Las Ventas
Suspendidos por intensas lluvias los festejos previstos en tres localidades madrileñas
El novillero Alejandro Fermín dio una vuelta al ruedo tras realizar lo más destacado del festejo celebrado en Las Ventas, una tarde en la emergió entre la fuerte tormenta que arreció en Madrid y que condicionó sobremanera el espectáculo.
Con poco público en los tendidos, se lidiaron novillos de Daniel Ramos Alfonso, que tomaban antigüedad, -es la primera ganadería de la Comunidad Valenciana que lidia en Madrid-, muy bien presentados, nobles y de juego variado. Destacó el tercero.
Manuel Fernández Mazzantini: estocada tendida y atravesada que escupe (silencio tras aviso), y dos pinchazos y media (silencio tras aviso). Javier de Prado: dos pinchazos y casi entera caída y atravesada (silencio), y estocada muy defectuosa, seis pinchazos y bajonazo (silencio tras dos avisos), y Alejandro Fermín: estocada caída (vuelta al ruedo), y cinco pinchazos (silencio tras dos avisos).
Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de los toreros Manuel Rodríguez Manolete, fallecido en Linares hace ahora 68 años, y de José Cubero El Yiyo, que murió hace 30 años en Colmenar Viejo.
A las siete de la tarde, el cielo de Madrid se asemejaba a un manto negro y presagiaba tormenta. Las luces de la plaza se encendieron como en un festejo nocturno. Y fue romper el paseíllo y llegó lo que era irremediable, primero un vendaval y, después, el aguacero.
Con estos argumentos, la tarde en Las Ventas fue un sinsentido. Exponer ante esas inclemencias a tres novilleros que llegan a Madrid en busca de contratos es de lo más ingrato. Primero, por el peligro que corren, pero también porque, hagan lo que hagan, su labor apenas tendrá eco en los tendidos.
Así le pasó a Mazzantini en su primero, en el que tuvo que batallar contra el huracán para protegerse las femorales y no quedar al descubierto. A pesar de ello, se jugó el tipo, se quedó muy quieto y logró pases muy meritorios; mas no se lo tuvieron en cuenta, y tras dar muerte del utrero, no recibió ni un solo aplauso.
El cuarto fue un novillo espectacular por su trapío y sus astifinas defensas, mansurrón en los primeros tercios, y que se dejó en el último tercio. Entonces, el que no estuvo tan bien fue Mazzantini, que dejó algún muletazo aislado en un conjunto frío y deslavazado, sin llegar a confiarse en ningún momento; aterrorizado, incluso, en la suerte suprema.
Javier de Prado lanceó con gusto a su primero, con el que le costó un mundo estar delante, no por la condición del astado, que fue noble, sino por la meteorología tan adversa. Hubo gente que hasta lo censuró en una evidente falta de sensibilidad. El quinto fue el novillo más deslucido, un animal manso que pronto buscó el refugio de las tablas.
Cuando asomó el primero de Alejandro Fermín, el viento pareció dar una tregua. Fue un novillo de nobles embestidas, con el que el torero anduvo templado, y corrió muy bien la mano. Le pidieron la oreja, más no hubo pañuelos suficientes entre tantos chubasqueros, y todo quedó en una vuelta al ruedo.
El sexto fue otro novillo de preciosa estampa, aunque luego no fuera nada franco en su comportamiento, y manseó y se defendió por su manifiesta endeblez. Fermín anduvo voluntarioso en un proyecto de arrimón, muy mal rubricado con los aceros.
Suspensiones por la lluvia
Los festejos taurinos previstos en San Sebastián de los Reyes, Colmenar Viejo y Alcalá de Henares fueron suspendidos a causa del fuerte aguacero que cayó a lo largo de esta tarde en las tres localidades de la Comunidad de Madrid.
En Sanse, el festejo de rejoneo con el que se puso fin a la feria taurina del Cristo de los Remedios, fue suspendido a la muerte del primer toro, a cargo de Fermín Bohórquez. En ese momento empezó a caer una tromba de agua que obligó a poner fin a un espectáculo, cuyo cartel completaban Leonardo Hernández y Manuel Manzanares.
En Colmenar Viejo, donde se conmemoraba el treinta aniversario de la muerte de José Cubero El Yiyo en esta misma plaza, se llegaron a lidiar dos toros antes de que la lluvia obligara también a la suspensión de la corrida.
El francés Juan Bautista y Daniel Luque vieron silenciadas sus respectivas labores ante sendos toros de la ganadería de Alcurrucén, que apenas ayudaron al lucimiento. El aguacero impidió que el salmantino Juan del Álamo llegara a actuar.
También en Alcalá de Henares tuvo que ser suspendida la segunda corrida de su feria taurina al término de la tercera faena por culpa, igualmente, de la fuerte lluvia. Luis Gerpe, que tomaba la alternativa, logró una oreja del toro de su doctorado; idéntico premio que obtuvieron tanto Curro Díaz y Miguel Abellán en el segundo y tercer toro de una tarde que también llegó a su fin antes de tiempo.
Reaparición de El Cordobés
El Fandi y Francisco José Espada, con tres y dos orejas, respectivamente, salieron a hombros en la localidad abulense de Arenas de San Pedro, en la reaparición tras el percance de hace dos días en San Sebastián de los Reyes de El Cordobés, que logró también un trofeo.
Con tres cuartos de entrada, se lidiaron toros de Hermanos Cambronell, desiguales de presentación y juego.
Manuel Díaz El Cordobés, oreja con fuerte petición de la segunda y ovación; El Fandi, dos orejas y oreja, y Francisco José Espada, oreja y oreja.
Asimismo, con tres cuartos de entrada, se celebró una corrida en Linares, en la que se lidiaron toros terciados y blandos de Zalduendo. El resultado artístico fue el siguiente: Enrique Ponce, oreja y vuelta al ruedo tras aviso; Morante de la Puebla, ovación tras aviso y ovación, y Alejandro Talavante, oreja tras aviso y ovación.
Babelia
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