José Luis Gómez, un príncipe del teatro vestido con palabras
El director recibe el Premio Corral de Comedias del Festival de Teatro Clásico de Almagro
Se refirieron a él como "príncipe del teatro". También le llamaron "emperador" a secas. Un genio con gran genio, el "loco" que ha arrojado tanta luz a la escena teatral, el buscador de las palabras, aquel que utiliza esas mismas palabras para disparar al corazón de los espectadores. El hombre que se ha vestido con palabras. El arquitecto de las emociones. José Luis Gómez escuchó todo esto y mucho más entre emotivo y serio. Oyó tantos halagos y tantas declaraciones de amor, que este hombre de teatro, como a él le gusta que le llamen, este cómico orgulloso de su oficio aseguró, más tarde, a solas, que se miraría en el espejo para poner en sordina todo lo que había escuchado. Con luna llena y en el bello patio de la plaza de la ciudad, Gómez recibió anoche el Premio Corral de Comedias concedido por el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, que dirige Natalia Menéndez. Fue el inicio de la 38ª edición de este certamen que comienza su andadura con el lema que reza el cartel de este año: Un clásico ¿te atreves?.
A un lado, los políticos. Al otro, algunos amigos. En el patio del Corral de Comedias, más amigos y colegas, y en las pantallas, desde la distancia, el mensaje de tantos y tantos que a Gómez, onubense de 75 años, se le notaba algo abrumado. Muy recto, sentado en una silla, este niño del Atlántico, como se refirió a él el periodista y escritor Juan Cruz, encargado de la laudatio del premiado, asistió durante más de una hora a un recorrido por su vida y su oficio, el de cómico. Ya lo advirtió Natalia Menéndez al iniciar el acto: "Estamos ante un hombre que ama como pocos el teatro y emociona con la palabra, siempre a la búsqueda de lo sagrado", dijo. "Te has vestido con palabras. Tu casa es el teatro y hoy tu casa es este Corral de Comedias", finalizó Menéndez.
Al acto, asistieron, además de Juan Cruz y Menéndez, Blanca Portillo, Carlota Ferrer, el traductor y académico Miguel Sáenz, además de todo el elenco de actores de la obra Entremeses, de Cervantes, que, dirigida por Gómez, se representa estos días en Almagro. No faltaron a la cita el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle; el nuevo alcalde de la ciudad, el socialista Daniel Reina, y el presidente de la Comunidad de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, que con este acto se estrenó en el cargo: "No se me ocurre mejor manera de empezar mi mandato que estando aquí". Envidia fue lo que sintieron los políticos de las declaraciones de amor que oyó Gómez. Lo dijo el presidente de la Diputación de Ciudad Real, José Manuel Caballero, y sus colegas asintieron y rieron: "¡Ay¡, si nos quisieran a nosotros parecido".
Blanca Portillo, gafas negras y gran sonrisa, se emocionó de verdad. Se le quebró la voz cuando recordó el primer día que se encontró con los ojos de José Luis Gómez. "Jamás lo olvidaré. Estaba aterrada y él lo intuyó. Le miré a los ojos y en ese momento me enamoré de él". La actriz resaltó todo lo que a ella le ha enseñado y como a ella a muchos más: "A amar esta profesión, a saber que tienes que ser comprometido, a canalizar las palabras, a respetarlas, a pensar...". El académico Miguel Sáenz puso el acento en el regalo que Gómez ha aportado a la Real Academia Española: la lengua hablada. "No sé si es un cómico de la lengua o de la legua. Lo que sí es que se ve a la legua es que José Luis Gómez es un gran cómico".
Con la concesión de este premio a Gómez se dio por inaugurada la 38ª edición del certamen de Almagro, que coincidió con la puesta en escena de una propuesta soñada durante años. 150 vecinos de la localidad cordobesa de Fuente Obejuna (Córdoba) representaron por primera vez fuera de su ciudad la obra de Lope de Vega, Fuenteovejuna. En un montaje especial realizado para las calles y la plaza mayor de Almagro, este Fuenteovejuna fue el colofón de una jornada muy especial para Gómez. Hasta el domingo, en Almagro se representará una de las obras emblemáticas de Gómez, Entremeses, de Cervantes, con la que inició, hace más de 20 años, su andadura al frente del Teatro de La Abadía, de Madrid. Gómez confiesa que no sería quien es ni estaría en Almagro recibiendo este galardón si no hubiera asumido la fundación de La Abadía. “A mí me han llegado los premios gracias a La Abadía. Le debo todo. En otro sitio no hubiera podido llevar a cabo la exploración que se hace en el teatro”.
Los abanicos no pararon de intentar mover el aire caliente de la noche. Uno negro y grande utilizaba Carlota Ferrer, ayudante de dirección con Gómez, ella misma directora y actriz. Ferrer quiso referirse a una de las mejores creaciones hace 20 años de Gómez, el Teatro de la Abadia. "Hay que estar loco como él para crear un teatro y además un centro de formación e investigación, para rozar la utopía y poner sus herramientas al servicio de los más jóvenes". Excelente cocinero, obsesivo, preocupado hasta el infinito por las palabras, pero, añadió Ferrer, "unas palabras con las que dispara al corazón de los espectadores". Por las pantallas, con mensajes grabados, aparecieron actores y directores, también público de La Abadía. Fue Mario Gas el que se refirió a él como "uno de los príncipes del teatro", mientras que Álex Rigola resaltó la "operación Abadía como potenciador de artistas". Lluís Pasqual, Manuel Gutiérrez Aragón y Helena Pimenta fueron algunos de los que le recordaron en la distancia. Juan Cruz destacó en su laudatio la fuerza extraordinaria del galardonado (premio Nacional de Teatro en 1988, entre otros muchos) y la autenticidad que impregna a los personajes que interpreta. "Su inseguridad es lo que le da aplomo. El gusto con el que hace las cosas es el gusto con el que busca las palabras", añadió Cruz, adjunto a la dirección de EL PAÍS.
Por esas palabras fue por las que el emigrante José Luis Gómez regresó de Alemania. Las que aprendió allí le fascinaron pero no lograron desarraigar aquellas con las que aprendió a hablar. "Supe porqué volví. Soy de aquí. Estoy hecho de las palabras de aquí", dijo el actor en su turno de agradecimiento. "Vivo un momento de miel, un instante de fiesta en mi corazón", añadió Gómez, que hizo una ardorosa defensa del oficio del cómico, ese al que algunos se han referido "como los de la ceja" [en alusión al apoyo público de algunos actores y directores al presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero en la contienda electoral]. Dijo de él mismo que era un desastre, que perdía las llaves, que postergaba las tareas, que se metía en el tren equivocado, pero que en el escenario una facultad organizativa le agarraba al instante. "Ya ha anochecido y hay luna llena. Aquí donde la palabra se venera solo puedo decir gracias, gracias, gracias".
Babelia
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