San Fermín: calentando motores
Una guía urgente de los planes imprescindibles para las fiestas que empiezan el lunes
El nuevo alcalde de Pamplona, Joseba Asirón, de EH Bildu, ha decidido romper con el reparto tradicional del lanzamiento del cohete anunciador de las fiestas del 6 de julio, que habitualmente se turna entre los grupos políticos de mayor a menor. Este año serán el Orfeón Pamplonés, que cumple 150 años, y los sucesores de la Peña La Veleta, precursora del atuendo blanco y rojo que simboliza la fiesta de la capital navarra. Pantalón y camisa blanca y faja y pañuelo rojo que desde entonces han democratizado la fiesta de Pamplona al uniformizarla. Si la vestimenta nos distingue durante el resto del año, del 6 al 14 de julio el blanco y rojo nos hace pasar desapercibidos e iguala segmentos sociales e ideologías políticas.
San Fermín es una fiesta que hizo internacional un Nobel de Literatura, Hemingway, que almorzaba huevos en Casa Marceliano al lado de los parroquianos de ese desaparecido bar junto a la cuesta de Santo Domingo y la apertura a todos no es sólo retórica.
San Fermín con niños
Son muchas las familias de la ciudad que comenzaron a optar por salir de Pamplona durante los Sanfermines porque pensaban que la fiesta no tiene espacio para los más pequeños. Nostálgicos que lanzan un cohete en el paseo marítimo y chavalería que juega a los encierros en la playa son también imágenes habituales en estas fechas en Salou, municipio de Tarragona al que emigran muchos navarros.
El cartel de estos Sanfermines, sin embargo, pretende ser un guiño a las fiestas disfrutadas por la infancia. Un niño que hace burla a "Caravinagre", el cabezudo -kiliki en el lenguaje local- más temido y a la vez querido por los pequeños. La comparsa de Gigantes y Cabezudos es el remedio más usado por las familias para entretener sus mañanas. El recorrido de este colectivo, que varía cada día, viene precedido y seguido de una ordenada marabunta de silletas y niños subidos a hombros de padres resacosos. La aplicación móvil San Fermín Pamplona desarrollada por el Ayuntamiento incluye la localización vía GPS de la comparsa, salvando el obstáculo de encontrarlos para los más tardones. Mientras los chicos huyen de los golpes del kiliki, los padres aprovechan para un vermú reparador.
El parque ferial junto al río Arga, en el barrio de la Rotxapea, es la opción más frecuente para las tardes. Un parque de atracciones improvisado que llega a la ciudad unos días antes de las fiestas y desaparece poco después de entonarse el Pobre de mí. Antes de estrenarse en los grandes parques temáticos la infancia pamplonesa se hace mayor en la montaña rusa o escucha hasta aprendérselo de memoria el soniquete de "qué alegría, qué alboroto, otro perrito piloto" de la tómbola.
Para cerrar el día, a las 11 de la noche, pequeños, adolescentes y parejas enamoradas contemplan los castillos de fuegos artificiales en torno al parque de la Ciudadela. El acto más seguido de las fiestas, adquirió hace más de una década el carácter de concurso internacional.
San Fermín se vive de día
Para cualquier pamplonés el paso de la adolescencia a la edad adulta se produce cuando pronuncia la frase "me gusta más San Fermín de día que de noche". El plan diurno puede comenzar muy pronto corriendo en el encierro si se evita el miedo y se tiene una buena preparación. Para quienes optan por verlos desde fuera un balcón en alguna de las calles de los 800 metros de carrera es la mejor opción. Muchos se alquilan por precios que van de los 30 a 80 euros por persona e incluyen desayuno. También están los más afortunados que tienen amistades entre los sufridos vecinos de la calle Estafeta y no tienen que pagar nada, más allá de unos churros de cortesía.
Entre los tradicionales de la primera hora está el Baile de la Alpargata, que alberga cada mañana el salón rococó del Nuevo Casino, en la Plaza del Castillo. Se accede con invitación y mezcla rezagados de la noche con familias clásicas de la ciudad y hasta visitantes ilustres como el jugador de la NBA, Dennis Rodman. Para los que quieren seguir reviviendo el encierro, nada mejor que pegar la oreja a las conversaciones de los corredores habituales que almuerzan a media mañana en Casa Paco o hacer cola en la churrería de La Mañueta, que hace sus productos con fuego de leña desde hace más de 100 años.
Disfrutar de la amplia oferta gastronómica de Pamplona es algo que no se puede dejar de hacer en Sanfermines. Para comer en locales de alta gama como el Restaurante Europa o el Rodero es imprescindible la reserva previa, pero la gama media ofrece también grandes resultados. El mediodía sanferminero no puede dejar de tener un vermú con frito en cualquiera de los bares en el entorno de la Plaza del Castillo.
Si por la mañana es el encierro, por la tarde toca ver los mismos toros pero en la Plaza. El coso pamplonés, de casi 100 años de antigüedad, es el único de España que se llena cada día de su feria. 20.000 personas caben en él y más allá de la afición taurina, el ambiente que ofrecen las 16 peñas pamplonesas con sus charangas genera una imagen y sonido imposible de explicar a quien no lo vive in situ. Viviendo la feria en el bullicioso sol o la señorial sombra, el mejor modo de sumergirse en la fiesta es seguir a una de las pancartas de las peñas en su recorrido hasta la calle Jarauta, sede de la mayoría de estas sociedades y donde se mezcla el final de la jornada festiva para los más veteranos y el inicio de su noche para los jóvenes.
Vivir San Fermín por la noche
El visitante primerizo a los Sanfermines suele llegar a la Plaza del Castillo, espacio abierto principal de la ciudad, y puede pasar toda la noche sin salir de allí. Además de bares, es uno de los escenarios elegidos para las actuaciones al aire libre en el programa municipal. Medina Azahara, Celtas Cortos o Alejo Stivel pasarán por la Plaza. En la encrucijada entre la vieja ciudad y los barrios más recientes está la Plaza de los Fueros, donde se establece la música más actual. Programa que abren The Wailers y que seguirá con Nancys Rubias, MClan o Boni, miembro del mítico grupo local Barricada. Junto al parque ferial de la Rotxapea, el colectivo Gora Iruñea, que agrupa a peñas y grupos culturales, ha instalado su “Jaigune”, espacio festivo y musical que busca atraer al público más joven.
La noche de San Fermín no sólo es de los más jóvenes. Espacios más relajados como terrazas en el Ensanche, a pocos metros del Casco Viejo, acogen a quienes huyen de la aglomeración. Incluso algunos de los clubes deportivos de la ciudad, como el Natación, mantienen las antaño concurridas verbenas. Formato que también se da en los dos casinos de la Plaza del Castillo.
La noche sanferminera suele culminar con las luces de la mañana y el encierro, si se logra sitio en la calle, y sino en la televisión de algún bar de la ciudad que para su fiesta durante los 5 minutos que suele durar la carrera de los toros. Cualquier rincón y compañía inesperada puede convertirse en el mejor plan de San Fermín. Porque si algo caracteriza a la fiesta de Pamplona es que el mejor San Fermín es el que viene sin planificarse.
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