Art Basel también apuesta por el micromecenazgo
La gran cita anual del mercado del arte mezcla financiación en Internet con compradores entregados a gastos millonarios
Art Basel, que alcanza su 46ª edición, convierte un año más a la ciudad suiza de Basilea en la meca de los coleccionistas y profesionales del arte. Creación moderna y contemporánea se citan con el diseño, el cine o las instalaciones en la gran cita anual del mercado globalizado de la creación.
Ayer, los afortunados poseedores de la codiciada tarjeta negra VIP First Choice, en su mayoría coleccionistas de alto nivel, esperaban bebiendo champán y comiendo ostras a las once de la mañana. A esa hora, los agentes de seguridad anunciaban con una campana que el mercado se había abierto. Pero, a diferencia de otras ediciones, no hubo avalanchas. Hasta quedaba espacio para disfrutar con calma de las obras, consecuencia, cabe suponer, de la expansión mundial de Art Basel. Muchos clientes ya han llenado el carrito de la compra en Hong Kong o Miami Beach, lo que genera menos atascos en Basilea.
Por los pasillos, el visitante escucha diálogos como el siguiente: “¿Cuánto por el calder?”. Casi sin mover una ceja, el galerista responde: “Dos millones novecientos”. Nada extraño en una feria en que los galeristas pagan una media de 80.000 dólares (unos 71.000 euros) por instalar un pabellón, según The New York Times. A ello hay que sumar los seguros, transporte, alojamiento en Basilea del personal de la galería y otros gastos que hacen que solo pocos puedan acudir.
Números de una feria gigante
La Feria Art Basel abrió ayer las puertas de su 46ª edición para los profesionales del mercado del arte con 320 pabellones. Cada espacio puede costarle a una galería más de 70.000 euros.
Las obras presentes la muestra suman un valor de mercado de unos 3.000 millones de dólares (2.600 millones de euros). Hay piezas de artistas como Magritte, Miró, Chagall, Rothko o Picasso.
Se calcula que la cita acogerá a lo largo de esta semana a unos 90.000 visitantes.
Otro factor que complica a los aspirantes es que “ninguna galería puede entrar si no hay otra que sale”, según una exejecutiva de la muestra que pide el anonimato. “No se trata de traer más picassos, sino de hacer una propuesta que traiga un valor añadido evidente”, comenta esta mujer, quien formó parte de los comités de selección, con fama de incorruptibles.
Este año, una de las palabras más escuchadas en la Messeplatz es crowdfunding, la nueva niña de los ojos de la feria. En 2014, Art Basel lanzó una iniciativa de micromecenazgo en Internet para apoyar a organizaciones dedicadas al arte visual con fines no lucrativos que no encuentran financiación. Los proyectos son seleccionados por un grupo de curadores independientes e incluyen de ediciones de catálogos a exhibiciones en espacios públicos o encargo de performances.
“Art Basel Crowdfunding fue desarrollada en los últimos dos años como una exploración de las vías posibles para canalizar la energía de la comunidad de Art Basel hacia el sector no lucrativo”, explica Marc Spiegler, director de la feria. “Creemos que es una parte vital del mundo del arte y clave para su futuro, aunque aún sufre para conseguir financiación. El crowdfunding proporciona una oportunidad única para apoyar proyectos artísticos surgidos en todo el mundo”, añade.
Precios inflados
La prensa suiza comenta estos días que Art Basel permite a los visitantes ver quizás por única vez algunas obras de grandes maestros que cambiarán de manos en Basilea y nunca han salido de las cajas fuertes donde las guardan sus propietarios. Solo reaparecen a orillas del Rin unos días para ser compradas y vuelven a desaparecer de la vista del público.“Los precios se han inflado tanto que ya los museos no pueden seguir la escalada, y muchas obras que deberían ser de dominio público se pierden para siempre”, lamenta la exejecutiva citada. En Art Basel se presentan obras de Magritte, Ernst, Chagall, Miró, y, por supuesto, Picasso.
Babelia
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