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“¡Arráncale el vestido!”

'Petra', basada en la obra de Fassbinder, es un nudo emocional difícil de digerir con un elenco y una dirección que rozan la perfección

Isabel Valdés
Estefanía Cortés, directora de 'Petra', en La Casa de la Portera.
Estefanía Cortés, directora de 'Petra', en La Casa de la Portera. Carlos Rosillo

Un arañazo lento y hondo. Sobre una herida en carne viva o sobre una cicatriz, depende de quién sea el espectador; pero eso es Petra: brutal, incandescente, devastadora. La obra, basada en Las amargas lágrimas de Petra von Kant de Rainer Werner Fassbinder, está firmada por Estefanía Cortés (Madrid, 1983). El prisma de una joven de sonrisa amplia a quien alguien le dijo no hace mucho: "Has empezado tu carrera teatral con una obra de dimensiones mastodónticas". No se equivocaba.

Nada es falso. O nada lo parece. Las lágrimas, los gritos, la tensión, la carne y la piel, la cara manchada de goterones negros de máscara de pestañas, el humo vainilla de unos cuantos cigarros, los pezones, la hiel. Todo está inyectado de una realidad descarnada que se hunde con más fuerza en quien haya reptado alguna vez por el suelo de la ruptura. Como metáfora y como literalidad también lo hace Esther Acebo, la Petra de esta Petra, arrastrarse por la alfombra de la sala grande de La casa de la portera, clavar las uñas en el polvo. Gritar. Escupirle a su hija "monstruo", "puta" a su madre, despreciar a su amiga, Sidonie, maltratar a la silenciosa pero transparente criada, María Elena. Amar y odiar con el mismo desgarro a Catalina.

Esther Acebo como Petra.
Esther Acebo como Petra. Toni Catalá.

A la directora le regaló el libro una amiga por un cumpleaños. "Me apetecía hacer algo con mujeres, dirigir actrices", explica frente a un refresco en el bar que hace esquina en la calle de Abades. Nunca quiso ver una adaptación, ni siquiera la película: "No quería tener la mínima sensación de que copiaba algo". Su proyecto acabó en manos de José Martret, uno de los creadores de ese espacio que también cuenta para la intensidad brutal con la que se asiste a la hora y media de despliegue lascivo y emocional y que para todo el equipo ha sido "como una familia". Las cortas distancias —apenas unos centímetros a veces— que separan a las actrices del público podría haber sido una desventaja. Y sin embargo, la hace bullir.

Poco o nada cambia en esta versión en la que Cortés ha querido conservar, casi intacto, el texto. "Esta Petra está ambientada en la España de los años 50; ella es medio española medio alemana, ahí sí quise hacer un contraste entre la (aparente) frialdad alemana y la más racial (también aparente) española". Han pasado más de cuatro décadas desde que Fassbinder pusiera sobre papel la vida de Petra von Kant, una modista reconocida que, tras romper con su marido se enamora de una joven, también separada, a la que promete el éxito. Después de un tiempo, tan tóxico como pasional, la joven la abandona por el hombre con el que había estado casada. El desconsuelo será el eje sobre el que gire la segunda mitad de la pieza, asolador.

Cartel de 'Petra'.
Cartel de 'Petra'.

¿Qué diferencia hay si la agonía ha sido provocada por una mujer o por un hombre? Estefanía Cortés pensó que la habría: "Creí que, al ser una relación lésbica, podría haber gente a la que no le encajara. Pero no fue así: mujeres de más de 70 años y jóvenes de menos de 20 heterosexuales, hombres de mediana edad homosexuales, lesbianas adolescentes. No importa, la emoción está ahí, y conecta muy bien con la locura de las relaciones tormentosas". Nada ha sido ni es fácil. La carga emocional es alta y constante. "Y les pedía cosas muy carnales, complicadas a tan poca distancia del público. Chupar un pie, las tetas, romperle las medias. Para mí también ha sido un viaje y nunca creí que me costara tanto recuperarme de este torbellino, se queda como un poso del que no te puedes deshacer".

Exactamente así se sale de ver Petra, con la sensación de que palpita el hueco de un pedazo que alguna vez se quedó en otra parte. Es una de las frases favoritas de Cortés y una de las que podría sintetizar la obra: "Aprender debería ser más sencillo y no doler tanto". Tal vez debería, pero hay quien decide vivir como ella, al todo o nada, aunque de vez en cuando solo queden los despojos de uno mismo. Aunque no se gane. El sábado será la última función, por el momento, del elenco de seis actrices: sublimes en cada gesto. Y hay cosas que no deberían perderse.

La última función de 'Petra'

Este sábado, 20 de junio, a las 22.00, será la última función, por ahora, de Petra. La Casa de la Portera cerrará sus puertas el próximo domingo, y con ella, esta adaptación de Estefanía Cortés: "Querríamos que no se quedara aquí, y vamos a intentar que siga en otro sitio. Volver en otoño".

Dirección y adaptación: Estefanía Cortés.

Reparto: Esther Acebo (Petra), Noemí Rodríguez (María Elena, la criada), Elena Rey (Catalina, la amante), Roberta Pasquinucci (Sidonie, la prima), Irene Escalada (Gabriela, la hija), Esperanza de la Vega (Valeria, la madre).

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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