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CORRIENTES Y DESAHOGOS
Columna
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Todo lo que hace reír

Si el actual paradigma del arte, presente en las altísimas cotizaciones de Jeff Koons o Damien Hirst, lo consideramos descabalado, ¿cómo no sospechar que el mismo descalabro, bajo distintos aspectos, se reproduce en la literatura, la música, la arquitectura, la foto o la televisión de hoy?

Si la observación se dirige a la escritura, una constelación de espasmos han llevado el minirrelato al móvil, el chateo a la no sintaxis y el tuit al fin del estilo. En cuanto al libro, el motor de las ventas es la literatura infantil o juvenil y, entre los adultos, los best seller son globos hinchados al estilo de los muñecos de Koons. Hay un corralito de buena literatura, de la misma manera que hay una zona de buenas series televisivas que han llenado de vacío las salas. Pero, condecoradas las mejores series por los adultos, un 86% de los jóvenes, entre 14-24 años ven sólo de soslayo esta pantalla mientras manejan el móvil, la tablet o el PC.

Más aún, según Conneted Screen Zenith, el 35% de ellos chatean o consultan las redes relacionadas con el programa que están viendo y el 47% intercambia incesantes comentarios con sus colegas. De hecho, en algunas salas teatrales de Los Ángeles y Nueva York se ofrecen asientos tweets que permiten a los espectadores tuitear durante la representación con actores que momentáneamente descansan o con amigos del exterior.

En cuanto a la arquitectura, que tanto hemos visto elogiar, nunca habríamos imaginado que pasando por la deconstrucción (paradoja de la construcción) se llegara a las piruetas de los gehry o los calatrava para proveer de insólitos vacíos el espacio interior.

Ciertamente, cada sector de la comunicación o del arte (que lo mismo da) viven el nuevo paradigma a su modo. El selfie y la compulsión fotográfica general han cambiado tanto la fotografía como la experiencia visual y el arte urbano junto a todas las diferentes muestras de un Mulafest afecta tanto al museo como al parque de atracciones que de manera acelerada tratan de intercambiar sus respectivas estrategias de diversión e interacción. Diversión e interacción como pilares maestros de la producción.

No haría falta decir más, pero Yorokobu, la revista más vivaz, cuenta en su último número que la compañía Mcann Cyranos, en colaboración con el Teatreneu de Barcelona, han puesto en marcha un dispositivo que permite detectar en el público cuánto se ríe en una comedia y cobrar después, a cada uno, según los minutos de sus carcajadas.

Interactuar y entretenerse son los nuevos ejes que imperan ahora en la literatura actual, las exposiciones de arte, los conciertos o en las escuelas como ya saben los estadounidenses. Si las artes plásticas protagonizan escándalos estruendosos, la demolición en otras artes posee conceptualmente el mismo cambio ensordecedor. Digital o bisbiseante, con ruido real o no.

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