Eduardo Canorea, empresario de la Maestranza, reconoce que se retira
Morante de la Puebla, El Juli, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante exigieron su salida para regresar a la plaza de Sevilla
Eduardo Canorea Pagés, empresario de la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla, reconoce en una nota que se retira del ejercicio de su profesión, recuerda a su padre, Diodoro Canorea, da las gracias a la afición de Sevilla, pide disculpas por sus errores y asegura que la empresa Pagés seguirá delante de la mano de Ramón Valencia, su cuñado, ‘un hombre honesto y perseverante’.
Este periódico ya publicó el pasado día 2 que Canorea había decidido jubilarse el próximo 11 de diciembre, día en el que cumple 65 años, lo que facilita la vuelta de las figuras a la feria de Sevilla, a la que habían vetado a raíz de unas declaraciones del empresario a finales del 2013.
Tras dos años de ausencia de Morante de la Puebla, Miguel Ángel Perera, El Juli y Alejandro Talavante (Manzanares decidió volver en 2015), la empresa Pagés y la Real Maestranza de Caballería, propietaria de la plaza, acordaban que la retirada de Canorea, -objeto principal del veto de los toreros- era la decisión más acertada para solucionar un grave conflicto al que no se ha encontrado una solución en los últimos tiempos.
Aunque la Real Maestranza, presidida por Javier Benjumea, excopresidente de Abengoa, ha guardado un discreto silencio, esta institución sería muy beneficiada con la vuelta de las figuras, pues la mayor parte de su presupuesto procede de la facturación bruta de la plaza de toros, de la que recibe entre un 20 y un 22 por ciento.
Aunque Eduardo Canorea ya confirmó en su día a este periódico su retirada, ahora, la reitera y señala textualmente que ‘es ya pública una decisión que tomé hace algún tiempo, que no es otra que la de retirarme del ejercicio de mi profesión’. Añade que ‘razones de salud me llevan a este fin de un largo camino en el que he tenido la oportunidad de conocer a muchas personas a las que debo sincera gratitud por lo mucho que me han enseñado; buenas gentes del toro que dan lo mejor de sí mismas por la Fiesta, esa expresión del alma española que no tiene parangón por su profunda belleza y porque resume las mejores virtudes de nuestro pueblo y sirve de inspiración a las demás artes’.
Eduardo Canorea recuerda a su padre, a quien se refiere como ‘una persona de total humanidad que me enseñó el gran valor de hacer honor a la palabra dada y de ser justo con los demás; esa ha sido mi intención siempre’.
A continuación, da las gracias a la afición de Sevilla, ‘lo que es obligado por su sensibilidad y su tolerancia; y también pido indulgencia por los yerros en que, sin duda, he incurrido; de ellos he aprendido mucho más que de los aciertos, y a quienes pudieran haber contrariado, pedirles disculpas es también una deuda que debo saldar’.
Por último, traslada su agradecimiento a los empleados de la empresa Pagés, "con Ramón Valencia a la cabeza, en cuyas manos encontrarán la garantía de un hombre honesto y perseverante que, no tengo la menor duda, llevará el timón con la seguridad que da el buen juicio".
Babelia
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