Bourgeois, de visita en el infierno
El Museo Picasso Málaga dedica una retrospectiva a la artista con un centenar de obras, 30 de las cuales se muestran por primera vez
"Era tan hermosa y revelaba tal genialidad que no cogí el pincel en un mes... Parón total. Limpié los pinceles, las paletas. Una vez que la fuente de tal goce desapareció, la vida se hizo deprimente". Louise Bourgeois (París, 1911-Nueva York, 2010) pronunció estas palabras en 1939, después de visitar la retrospectiva que el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York le dedicó a Pablo Ruiz Picasso. El impacto que causó la obra del malagueño en la entonces joven artista debió de ser brutal para dejar inerme a una de las creadoras más prolíficas del siglo XX. Nadie, ni siquiera Jerry Gorovoy, que fue su asistente durante sus 30 últimos años de vida, sabe si Picasso y Bourgeois llegaron a conocerse en el París de 1938, cuando ella abrió una pequeña galería de arte en el bulevar Saint-Germain por la que pasaron Delacroix, Matisse o Bonnard. Lo que sí sabemos es que el encuentro definitivo de estos dos titanes del arte contemporáneo se produjo este miércoles en el Museo Picasso Málaga con la inauguración de una retrospectiva de la artista franco-americana que recorre siete décadas de su carrera a través de 101 obras.
La exposición, que viene del Moderna Museet de Estocolmo, podrá verse en Málaga hasta el 27 de septiembre bajo un título tan sugerente y provocador como su autora: Louise Bourgeois. He estado en el infierno y he vuelto. La frase, que continúa "y permítanme decirles que fue maravilloso", forma parte de una obra de 1996, un pañuelo bordado que se incluye en la última de las nueve secciones de la muestra, la dedicada al equilibrio.
"A Louise Bourgeois el reconocimiento y el éxito le llegaron tarde, tras la retrospectiva que le organizó el MoMA en 1982, cuando tenía ya 71 años. Fue la segunda mujer que exponía en el MoMA, después de Georgia O'Keeffe. Desde entonces ha habido muchas exposiciones de Bourgeois en todo el mundo, varias de ellas en España; de forma que cuando nos planteamos esta muestra pensamos qué podíamos aportar a lo que ya se había hecho. Nos hemos centrado en el amplio arco de tiempo durante el cual trabajó (1938-2009) y en la diversidad de técnicas y materiales que usó y hemos organizado las piezas por temas, no por orden cronológico", explica en Málaga la comisaria de la muestra, Iris Müller-Westermann.
"Su obra, como ella siempre admitió, contiene mucho drama, mucha tensión; pero a menudo aparecen los sentimientos y aportan un doble sentido a las piezas", relata la comisaria ante Guarida (1986), un saco de boxeo de goma sobre el que descargar toda su agresividad pero que está atravesado por un agujero "en el que puede esconder sus sentimientos más íntimos", añade Müller-Westermann. "No estableció nunca una separación entre arte y vida. Ella necesitaba trabajar para sobrevivir. Había momentos en los que estaba deprimida y bajaba el ritmo, pero siempre estaba haciendo algo física y mentalmente", apunta Jerry Gorovoy, presidente de The Easton Foundation, institución que gestiona el legado de la artista y que, el próximo septiembre, abrirá sus puertas en el barrio neoyorquino de Chelsea, en una casa junto a la que vivió la artista desde 1961 hasta su muerte.
La ironía, la sensualidad y la ternura comparten protagonismo con la rabia, la agresividad y la tristeza que la artista muestra descarnadamente en todo su trabajo. Sin tapujos, Bourgeois exorciza el trauma que le provocó la infidelidad de su padre con la institutriz inglesa que cuidaba de ella y de sus hermanos a través de sus obras. A este primer desencuentro con la vida se irían sumando otros que han alimentado durante siete décadas su universo creativo, que siempre ha estado influenciado por sus primeros años en el taller de restauración de tapices de su familia.
Bourgeois conoció al historiador del Arte americano Robert Goldwater en 1938 en París, ese mismo año la pareja se casó y se trasladó a Nueva York. "En 1941 se encuentra en un país que no es el suyo, casada y con tres hijos. Ha perdido su libertad y no le gusta su nueva vida. Esa angustia se plasma en obras como La fugitiva (1938) o Mujer casa (1947)", afirma la comisaria ante algunas de sus primeras obras.
"Ella siempre tuvo la sensación de no haber sido una buena madre, porque eso chocaba con su deseo de desarrollarse como artista", apunta Gorovoy, quien explica que la treintena de obras inéditas que forman parte de la muestra proceden de la fundación que él preside. "Esa no era originalmente nuestra intención, pero cuando las vi sentí curiosidad y las incluimos porque eran apropiadas para el discurso que queríamos construir", añade la comisaria ante una de esas piezas inéditas, Topiaria (2005), con la que Bourgeois es capaz de sorprender, una vez más, al espectador. La intrincada raíz de un árbol sostiene una delicada escultura de mármol con cuerpo de mujer, a la que esta jardinera de los sentimientos ha dado forma floral.
Babelia
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