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Lauder y el arte de coleccionar

El filántropo que donó sus obras cubistas al Metropolitan explica en Barcelona su pasión por los museos y no por poseer o invertir en arte

El coleccionista Leonard A. Lauder y el responsable de la Fundación Arte y Mecenazgo, Leopoldo Rodés, el jueves en Barcelona.
El coleccionista Leonard A. Lauder y el responsable de la Fundación Arte y Mecenazgo, Leopoldo Rodés, el jueves en Barcelona.

Coleccionista de arte, millonario, filántropo, hijo de una de las fundadoras de la marca cosmética que lleva su apellido, Leonard A. Lauder es toda una personalidad. No sólo por su donación en 2013 al Metropolitan Museum of Art de Nueva York de su colección de arte cubista, valorada en alrededor de 1.000 millones, sino también por cómo explica su pasión y su dedicación. Lo demostró el pasado jueves en Barcelona, en la conferencia que impartió organizada por la Fundación Arte y Mecenazgo, de La Caixa. El responsable de la fundación, Leopoldo Rodés, acompañó al coleccionista norteamericano, en un acto al que asistieron fundamentalmente coleccionistas, mecenas y profesionales de los museos.

Contó que, de niño, cuando salía de clase en el colegio, solía ir a un museo a recorrer sus salas y dejar rienda suelta a su imaginación. De hecho, cuando empezó a coleccionar no fue por la idea de "poseer algo" sino para "crear colecciones de museos". "Soy un groupie de los museos", afirmó. Si coleccionó, no fue como una forma de inversión sino por su amor hacia las pinacotecas, añadió, al tiempo que invitó a seguir su ejemplo y recorrer millas para ver arte por el mundo.

Explicó que decidió especializar su colección en los años ochenta del pasado siglo, cuando escuchó una conferencia del historiador del arte Kirk Varnedoe sobre el cubismo. Recordó que Picasso, "uno de los más grandes pintores de la historia", copiaba a menudo a Braque, "uno de los más grandes pintores del siglo XX".

Presidente emérito de Estée Lauder Companies Inc, Leonard A. Lauder, de 82 años, se explayó en la historia del cubismo y en su fascinación por la vida de los cuadros, tanto por delante como por detrás, por donde se acumulan todas las etiquetas que dejan constancia de todos los viajes que ha realizado la obra. Lauder concluyó recordando la importancia que tiene para él "devolver a la ciudad de Nueva York", lo que tanto le ha dado a él y a su familia.

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