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El tango ‘okupa’ de Madrid

La milonga del Patio Maravillas rompe los estereotipos de estas reuniones En la suya se respira un ambiente desenfadado e informal

El intercambio de roles es común en la milonga alternativa de Madrid.
El intercambio de roles es común en la milonga alternativa de Madrid.Samuel Sanchez

Carlos Gardel lleva años sonando en la capital española en discotecas, centros culturales, bares, academias… Y, desde hace seis, también en un edificio okupa: el Patio Maravillas. La luz tenue, la sobriedad de las letras y el porte de los bien vestidos bailarines impregnan el escenario milonguero tradicional de cierto aspecto soberbio y estirado. El Patio ha conseguido, sin embargo, trasladar el carácter liberal del movimiento okupa al encuentro tanguero que organiza: la Milonga Antifascista del Hondo Bajo Fondo. "La idea surgió porque había un ambiente acartonado en las milongas y quisimos crear algo más libre", explica Andrea Venturini, una de las organizadoras.

Las milongas de la capital

LUNES

El Bulín. C/ Jacometrezo, 8. De 20:30 a 0:30.

MARTES

La milonga de Madrid. Glorieta de Bilbao, 7. De 21:30 a 0:30.

Chantecler. Plaza San Pol de Mar, s/n. De 21:30 a 1:30.

Bien Milonga. Casa de Aragón. Pza. República Argentina, 6. De 21:00 a 0:00.

MIÉRCOLES

Milonga Antifascista del Hondo Bajo Fondo. Patio Maravillas. C/ Pez, 21. De 21:00 a 0:00.

Madrid Tango Club. C/ Jacometrezo, 8. De 21:00 a 0:45.

JUEVES

El Abrazo. Casa de Cantabria. C/ Pío Baroja, 10. De 21:00 a 1:00.

VIERNES

Práctica de tango: Estudio Luna. C/ la Luna, 19. De 19:00 a 21:30

El Conventiyo. C/ Roble, 22. De 22:00 a 2:30.

SÁBADO

Milonga del Centro. C/ Dr. Cortezo, 17. De 20:00 a 0:00.

Santa Milonguita. Centro Asturiano de Madrid. C/ Farmacia, 2, piso 4. De 22:00 a 2:00.

Barrio de Tango. C/ Relatores, 17. De 0:00 a 4:00.

Bien Milonga. Casa de Aragón. Pza. República Argentina, 6. De 21:00 a 0:30.

DOMINGO

Cha 3. Pza. San Pol de Mar, s/n. De 12:00 a 15:00.

El Tropezón. C/Carretas, 14. De 21:30 a 1:30.

El Conventiyo. C/ Roble, 22. De 20:00 a 0:00.

Frente a los grandes salones con suelos de madera que ofrecen la mayor parte de las 18 milongas que tienen lugar en Madrid, la del Patio se baila en una sala pequeñita con graffitis en las paredes. A las diez, acaba la clase gratuita que imparte Inma Garrido. Pocos abandonan sin embargo la sala. La música continuará hasta las doce y nuevos bailarines se irán incorporando a la milonga a lo largo de la velada.

Canaro, Pugliese, d'Arienzo… Las orquestas que suenan son parecidas entre las llamadas “milongas clásicas” y la okupa, salvo por el tango electrónico —una variedad que surgió hace unos años para relanzar la popularidad del ritmo—. Algunos organizadores, los más puristas, se niegan a reproducirlo: “Yo trato de que mi milonga sea los más parecida a las de allá”, explica el chileno Maurice Gambra, organizador del evento El Bulín.

En el Patio, por el contrario, siempre cae una tanda electrónica —cuatro canciones seguidas del mismo tipo de tango. Hay tres: tango, tango milonga y tango vals—. Esta noche dos hombres bailan juntos Los Vino, un electrotango del grupo Otros Aires. Mientras, a su lado, una mujer guía los pasos de un tanguero. El intercambio de roles se inició en 2010 en Madrid como una parte más de la milonga alternativa, cuando Olaya Aramo y Caroline Betemps comenzaron un taller de tango queer en el centro okupa Casablanca. Tras el desalojo del edificio, Aramo inició una milonga queer, que estará suspendida hasta septiembre porque se encuentra fuera de la ciudad. Hasta entonces, la capital mantiene la asexualidad de los roles en la clase de Garrido y el encuentro tanguero del Patio. “Ponerte en el lugar de la otra persona ayuda a entender qué debes hacerle sentir cuando la diriges; o qué te está indicando cuando la sigues”, explica José Luis Yanguas, quien lleva seis años bailando.

La ruptura de la pareja tradicional no es exclusiva de las milongas alternativas, como muestran los campeonatos de tango queer, pero sí que es una forma más que tienen estos espacios de derribar el tango de la rosa en la boca. Un tango que puede desmotivar a los más inseguros. “Hay milongas en las que si no eres joven, no estás buena o no vas bien vestida, no bailas”, explica Garrido. Por lo general, en las milongas tradicionales, las mujeres esperan a que el hombre las saque, lo que puede tener a una bailarina toda la noche sentada tras haber paga los ocho euros de media que suele costar la entrada.

Los hermanos tangueros Macana bailan en una milonga de Sevilla.

“Yo antes acudía a otras milongas, pero ya no”, asegura Giuliana Zeppegno, tanguera desde hace año y medio. “Como principiante era muy estresante, porque había un nivel muy alto”. Mientras habla, un chico tiene a otro agarrado por encima de los codos para intentar marcarle un paso que el otro no consigue aprender. “Aquí si te equivocas no pasa nada. Estás entre amigos”, afirma Zeppegno.

Casi al final del encuentro, la luz de unas velas invade la sala: el cumpleaños de Andrea Venturini había sido la semana anterior y le traen una tarta. Sin embargo, no todo son ventajas en el ambiente okupa. “Si querés aprender, esto tiene un tope”, dice el tanguero argentino Fernando Giardini. Venturini le da la razón al afirmar que algunos bailarines han cambiado el Patio por otras milongas con más nivel.

Como principiante, asistir a otras milongas es muy estresante porque hay un nivel muy alto

“La entrada libre tiene un lado negativo. Hay gente que no se lo toma en serio. Hace poco vino uno mamado”, recuerda Giardini. Pero los incidentes, según afirma, no son la norma. En verano, la actividad se traslada al aire libre, a la Plaza del Dos de Mayo. Algo similar a la milonga El Templete que Santiago Gala organiza los domingos por la tarde en el parque de El Retiro.

Al final de la noche, cuando se corta la música, los participantes que todavía quedan en la milonga recogen la sala. Unos recogen botellas, otros los platos de la tarta, otros barren… Como un grupo de amigos después de organizar una fiesta en casa de alguien. La falta de colaboración y de sentimiento de pertenencia aun colectivo fue, precisamente, lo que acabó con la otra milonga de un centro autogestionado que tenía Madrid: la que organizaba Gala en La Tabacalera. “Aquello funciona con un banco de horas. Pero la mayoría de los bailarines no arrimaba el hombro en otras actividades”, explica Gala.

Así las cosas, la Milonga Antifascista es el único espacio alternativo que les queda a los, aproximadamente, 30 bailarines que disfrutan de ese otro aire del tango. Venturini asegura que antes acudía más gente, pero desde que la Justicia anunció el desalojo del centro okupa la milonga ha perdido mucho público. “Algunos dejaron de venir porque creen que ya no estamos. Otros por miedo”, explica Venturini. Al hablar del posible cierre, a la principante Zeppegno le cambia la expresión de la cara a una de pena y rabia: “Es triste, pero se va a perder. Y no hay otra milonga como esta en Madrid”.

La milonga de El Centro, una de las "clásicas" de Madrid.

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