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Feria de San Isidro
Crónica
Texto informativo con interpretación

Tensión, pasión, hambre de triunfo…

Fue una delicia ver a De Mora con esa actitud de novillero que llega a Madrid con la necesidad como alimento y cargado de sueños de gloria

Antonio Lorca
Morenito de Aranda, durante la lidia a su segundo toro, al que cortó una oreja.
Morenito de Aranda, durante la lidia a su segundo toro, al que cortó una oreja.Julián Rojas

Fue una auténtica delicia comprobar el hambre de triunfo de dos toreros que dejaron la juventud hace algún tiempo. Entre Eugenio de Mora (18 años de alternativa) y Morenito (diez) llenaron la plaza de tensión, de pasión y de torería de la buena, solo y exclusivamente porque están dispuestos a rebelarse contra su destino, cambiar la moneda y ser figuras del toreo cueste lo que cueste.

Valdefresno / De Mora, Morenito, Saldívar

Toros de Valdefresno, -tercero y quinto, devueltos- bien presentados, mansos, sosos y nobles; primer sobrero, de Hnos Revesado, inválido; segundo, de El Risco, blando y noble.

Eugenio de Mora: pinchazo, estocada desprendida -aviso- y tres descabellos (ovación); estocada caída (oreja).

Morenito de Aranda: casi entera baja -aviso- (ovación); casi entera -aviso- (oreja).

Arturo Saldívar: estocada caída y tendida y un descabello (silencio); estocada trasera (ovación de despedida)

Plaza de las Ventas. 10 de mayo. Tercera corrida de la Feria de San Isidro. Casi tres cuartos de entrada.

La corrida de hoy

Novillos de El Parralejo, para los diestros Gonzalo Caballero, Fernando Rey y Francisco José Espada.

Fue una delicia ver a De Mora con esa actitud de novillero que llega a Madrid con la necesidad como alimento y cargado de sueños de gloria. Qué entrega, qué disposición, qué valor, qué forma de torear, y qué templanza, relajo y empaque. Parece dispuesto a comerse el mundo cuando estaba cantado que había sido engullido por la dura rutina de esta profesión. Llegó con prisas, y sin perder un minuto, montó la muleta y ya estaba con la franela planchada delante de su primero, un toro reservón, con el que dibujó naturales hermosos, llevándolo toreado en cada uno de ellos. Y todo, porque el que quiere, puede. Y De Mora vino para poder contra el toro y contra su destino. Personalísimas fueron sus verónicas al cuarto, erguida la planta y relajado el espíritu; con un rodillazo que se escuchó en el tendido comenzó su labor final y, como aperitivo, un pase de pecho eterno que movilizó al personal. Daba gusto verle la entrega y la ilusión y como estas se reflejaban en destellos artísticos de sumo calibre.

A porta gayola se fue Morenito, cual carta de presentación tras su triunfo el pasado día 2. Menuda papeleta la suya… Dos orejas que podía devolver en una tarde perdida. Pero su ilusión fue desbordante, y su pundonor y su valor… Ese primero no quería pelea, pero la responsabilidad de Morenito no podía permitir actitud tan impropia de un bravo. Y así, por decisión propia, consiguió interesar con pasajes hondos y hermosos. Se lució a la verónica ante el quinto, con el que brilló Saldívar en un quite por zapopinas y Morenito le respondió con verónica y media de regusto. David Adalid y Pascual Mellinas se lucieron con los garapullos, pero el animal se partió una mano y se acabó el pastel. El sobrero, con unos muy astifinos pitones, permitió que Adalid colocara un par de ensueño; el animal se vino abajo, pero su matador se inventó el toreo, y sacó de donde no había porque su destino era alcanzar la gloria.

Saldívar cumplió con fe y valentía y así se lo agradecieron, pero la tensión, la pasión, el hambre de gloria y la emoción fueron pasaportes de dos veteranos con alma de novilleros soñadores.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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