‘El Payo’ triunfa en Aguascalientes
Octavio Díaz abre la puerta grande un día antes de la reaparición de José Tomás
Hace quince años un mexicano en San Isidro era una anécdota. Se recordaba a los Armillita, a Eloy Cavazos y su locuacidad, algo menos a los Silveti. En las últimas feria se ha revertido la tendencia, Arturo Macías y Joselito Adame se han convertido en habituales en los carteles en España. Una presencia insuficiente si se tiene en cuenta el florecer que vive la fiesta de los toros en México. En la feria de San Marcos, la más importante de toda América Latina, Octavio García “El Payo” se ha reivindicado con fuerza. Él también quiere entrar dentro del grupo de figuras con tarjeta dorada de Aeroméxico.
MIMIAHUAPAM/ MORANTE, PAYO, SILVETI
Feria de San Marcos. Lleno. Toros de San Miguel de Mimiahuapam, el primero sobrero, desiguales de juego, destacó por noble el tercero. El sexto flojo. Primero y cuarto se rajaron. el primero como sobrero, de juego variado. Morante de la Puebla, pitos y pito; El Payo, oreja y oreja; Diego Silveti, ovación y palmas.
El diestro, cuya trayectoria de novillero apuntó alto en la península, ha madurado y dado muestras de un notable sentido del temple y la colocación. En su primero se dejó ver con el capote. Brindó al público y, sin darse coba, comenzó con detalles por bajo. En la tercera tanda el toro comenzó a medir y quedarse corto. A base de paciencia y cruzarse fue sacando todo lo que toro tenía dentro, con riesgo, especialmente por el pitón izquierdo, por el que terminó rebañando por debajo de los vuelos de la muleta. Una estocada en la suerte contraria, junto a los chiqueros para aprovechar la querencia, de efecto fulminante le valió el primer trofeo.
En el quinto, tras un buen saludo a la verónica, brindó a Andrés Calamaro, el Bob Dylan de América Latina. Se fue a los medios, citó para un pase cambiado que apuró hasta casi el final del embroque. Al echarse la muleta a la derecha se dio cuenta de que no podría construir una faena de mando, que tenía que ser algo más imaginativo. Dio distancia y probó al natural. Limpios, pero sin ligar, hasta que optó por el tú a tú y las distancias cortas, ganando terreno al toro y no dejándole más opción que embestir, de uno en uno, pero bien rematados y con dominio.
Tras tomar el estoque de verdad, colocó al toro para la suerte suprema con un inspirado pase del desdén y se fue detrás de la espada con convicción. Oreja.
El Payo ha dado muestras de una sorprendente de evolución que invita a asumir retos de mayor relevancia en la temporada española.
Al final del festejo salió a hombros entre lucecitas de feria y el olor a fritanga de los puestecitos ambulantes. Antes salieron por su propio pie, un voluntarioso David Silveti, que lucha por dar brillo a un apellido de leyenda, pero no terminó de acoplarse con el noble tercero, a pesar de cortar una oreja. En el sexto tiro de valor.
Morante, tan esperado como medido con exigencia, fue blanco de la ira del público. Le tocó un lote pésimo, vaya por delante, pero tampoco hizo un esfuerzo que pusiera negro sobre blanco las escasas opciones de su lote.
Babelia
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