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La proteína de Umbral

Homenaje al “fundador del columnismo contemporáneo” en la presentación de ‘El tiempo reversible’

Francisco Umbral, en 1997, en su casa madrileña.
Francisco Umbral, en 1997, en su casa madrileña.Miguel Gener

Fue “el fundador del columnismo contemporáneo”, dijo Antonio Lucas, periodista de El Mundo; fue “inimitable”, dijo Manuel Jabois, periodista de EL PAÍS. El también periodista de este diario Juan Cruz dijo que la crónica “reside en Umbral”. Y el director de El Mundo, Casimiro García-Abadillo, explicó que el autor de Mortal y rosa, que fue columnista de ambos periódicos, representaba el placer de leer periodismo. Lo dijeron en la presentación en el Círculo de Bellas Artes de Madrid de El tiempo reversible (Círculo de Tiza), que recoge artículos publicados en los dos diarios en tiempos distintos de España, el de la Transición y el que le siguió, cuando el felipismo se transmutó en el desencanto.

La “proteína” de Francisco Umbral (1932-2007), en expresión de Lucas, tuvo la capacidad de reunir en un acto a dos grandes periódicos que representan la competencia en los quioscos y que dispusieron de su pluma para contar, con desenfado, historias que terminaron pareciéndose más a lo que ocurría, como dijo García-Abadillo, que las propias crónicas de los redactores que fueron sus contemporáneos.

Los textos, recopilados por Eduardo Martínez Rico a partes iguales en los dos rotativos, muestran a un autor capaz de escribir de la sociedad y de la política con el mismo desenfado. Para Lucas, “se le lee con menos prejuicio que cuando estaba vivo”. Releerlo, explicó García-Abadillo, supone “un placer, porque fue magistral su manera de contar su época, su manera de hacer periodismo”.

Jabois enfatizó que Umbral era inimitable porque su mirada no se parece a la de ningún otro: “Fue el cantor que necesitaba la Transición, el que nos dejó imágenes hechas de palabras y el dueño de un sinfín de metáforas bien exprimidas”.

José Perelétegui, primo del autor de Diario de un snob, felicitó a Jabois por su crónica publicada el pasado mes de febrero por este periódico sobre el padre, hasta ahora desconocido, de Umbral. Y contó una historia que nadie había revelado hasta ahora: esa cicatriz del escritor, que acercaba su cara a la de Humphrey Bogart, no se la produjo en ninguna reyerta en defensa de nadie, como dejó caer para prolongar las leyendas de su infancia. “Fue en una travesura, cuando teníamos seis años, queriendo subir los dos a una verja de pinchos”.

García-Abadillo comentó al final, hablando en torno a las identidades y a los nombres con los que Umbral fue combinando la historia de su niñez a lo largo de toda su vida, que una vez el autor de El tiempo reversible le dijo al periodista Mariano Guindal, quien no se llamaba así y que finalmente se puso ese nombre, que adoptara un seudónimo: “Yo tampoco me llamo Francisco Umbral. Y es que los periodistas somos como las putas; tenemos que tener un alias”.

Asistieron también a la presentación el sobrino de Umbral Jorge Urrutia, profesor y escritor, hijo de Leopoldo de Luis, el hermano que nunca supo que era también hijo del padre de Umbral. Y, sobre todo, María España, la viuda del escritor, a quien la editora, Eva Serrano, agradeció que le haya permitido publicar este libro, cuyo compilador calificó como “valioso, porque no existía”.

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