Varoufakis
El problema de la entrevista con el ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis en el programa de Jordi Évole radicó en que uno se quedaba igual al terminar que al comenzar
El problema de la entrevista con el ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis en el programa de Jordi Évole, Salvados, radicó en que uno se quedaba igual al terminar que al comenzar. Las mismas dudas, la misma sensación de indefinición. El hombre que se ha convertido en el protagonista mediático del Gobierno de Alexis Tsipras, en perjuicio del propio primer ministro, no deshacía el tremendo dilema sobre si posee una receta o tan sólo está en campaña permanente de sí mismo. El único culpable que encontró para su alto perfil desmesurado fueron los medios de comunicación. Frívolos hasta un punto deleznable, es cierto, pero no han sido ellos los que le eligieron las camisas, las cazadoras y la moto. Es tal distracción en torno al personaje que uno anhelaba respuestas, claves, razones y no encontramos más que sonrisas y gesticulaciones.
En el mejor momento del programa un vendedor de prensa en la calle contaba su conversación con él, pero de nuevo era más relevante el gesto de cercanía que la materia gris de lo hablado. Suena todo a economía de autoayuda, con ese fraudulento perfil del género. Su aspecto le ha granjeado un apelativo contundente, que se resume en ese deseo fiero de Varufuck Them All, o fóllatelos a todos, expresado por una ciudadanía cabreada y con toda razón. Se da por asumido que a las mujeres les parece lo más. Su terminado corporal es fálico, pero no debemos engañarnos; no es lo mismo fálico que infalible. La captación de recursos y la dinami-zación de la economía griega ha tenido un enemigo en sus acreedores insaciables, pero empieza a tener otro en quien presume de guardar cuatro ases en la mano, pero apesta terriblemente a farol.
Salvada la molesta frivolidad, la importancia desmesurada de las tontadas, queda un terrible asunto sobre la mesa, la quiebra de un país. Pero una certeza se ha impuesto. No existe Europa sin Grecia y la Unión haría bien en dejarse de fantasmadas. Ningún país puede salirse del mapa ni debería salirse de la moneda. El manejo de esta certeza tendría que desembocar en algo más que una entrevista con respuestas nulas a problemas graves. Conviene dejarnos de fantasías y entender que la economía es una rama del realismo sucio.
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