Entre amor y muerte
La aparición del cuerpo de un ahogado en una playa de la isla japonesa de Amami-Oshima transforma la vida de una joven pareja adolescente, con el brillo oscuro de un enigma que puede ser la puerta a una transformación personal o a una serena aceptación del orden de las cosas. Las figuras maternas desempeñarán un papel muy importante en el proceso: la madre de ella se está preparando para morir tras una larga convalecencia; la madre de él es casi siempre una ausencia, un espacio sobre el que proyectar rencores o en el que buscar una comunicación y una reconciliación pertinazmente aplazadas. En Aguas tranquilas, Naomi Kawase retoma buena parte del tono, la atención al detalle, la mirada sensorial y afectuosa y el poder poético de El bosque del luto (2007): aquí, de nuevo, se habla de duelo, de despedidas, de las pruebas y procesos que tienen que atravesar los que se quedan a este lado cuando los seres queridos se diluyen en el todo o en la nada, de la naturaleza como algo imponente y sagrado…
AGUAS TRANQUILAS
Dirección: Naomi Kawase.
Intérpretes: Nijirô Murakami, Jun Yoshinaga, Miyuki Matsuda, Tetta Sugimoto, Jun Murakami.
Género: drama. Japón, 2014.
Duración: 121 minutos.
Con la participación de Lluís Miñarro en la producción —nunca se insistirá lo suficiente en la gran pérdida que ha supuesto el cierre de su compañía Eddie Saeta—, Aguas tranquilas, a través de sus imágenes fluidas y de su exquisita armonía entre ficción libre de envaramientos y observación documental sutilmente integrada en el relato, le da piel contemporánea a una tradición ancestral de espiritualidad japonesa que sólo la miopía podría emparentar con una coyuntural sensibilidad New Age. Una gran lección de sabiduría vital, un poema útil.
Babelia
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