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“La feminidad es un campo de minas para las mujeres de hoy”

Hilary Mantel, doble ganadora del Booker, da pistas sobre su aplaudido y polémico título de cuentos: 'El asesinato de Margaret Thatcher'. La BBC ha estrenado una serie basada en su libro de Cromwell

La escritora Hylary Mantel, en Londres.
La escritora Hylary Mantel, en Londres.Getty Images

“Una ceja levantada puede destruir una vida tan eficazmente como una bala”. Ahí está. Es el usurpador que se esconde silencioso en cada individuo. Y ella, Hilary Mantel, sabe de sus fugaces e inesperados rostros, once de los cuales desenmascara en El asesinato de Margaret Thatcher (Destino), que toma el título de “ese seudohombre que no valoró a otras mujeres. Todo en ella parecía artificial”.

Es un volumen de historias que en las manos de Mantel enriquecen los predios del género del cuento, como ya hiciera con el de la novela, y en concreto la novela histórica. Se convirtió en la primera mujer en obtener dos veces el Premio Booker, por la primera y segunda parte de su trilogía de Thomas Cromwell (En la corte del lobo, 2009, y Una reina en el estrado, 2012). Y ya se verá si hace historia con la tercera, The Mirror and the Light, en pleno proceso creativo.

Hilary Mantel (Derbyshire, 1952) lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a sorprender con un libro que recorre los pliegues de la condición humana. Escribió las onces historias mientras sus dos premiadas novelas eran llevadas al escenario por la Royal Shakespeare Company y colaboraba en la versión televisiva de la miniserie que la BBC se ha estrenado con éxito esta primavera, protagonizada por Damien Lewis (de la serie Homeland); al tiempo que sigue lidiando con su dolorosa endometriosis.

Damian Lewis como Enrique VIII, en la adaptación televisiva de la novela de Hilary Mantel para la BBC.
Damian Lewis como Enrique VIII, en la adaptación televisiva de la novela de Hilary Mantel para la BBC.BBC/Company Productions Ltd

Leída en casi 40 idiomas, esta vez en El asesinato de Margaret Thatcher la escritora británica deja las imposturas e intrigas de la época de Enrique VIII para rastrear en el presente al usurpador que habita entre las sombras del Yo de cada individuo. Ese que en sus escritos deja asomar en situaciones cotidianas engendradas de lo ridículo, lo absurdo o lo dramático. Cuentos que perturban, inquietan y hacen reflexionar con episodios esparcidos de sonrisas cómplices o vergonzantes que culebrean como si nada, pero que llevan desde el principio el nudo y el desenlace gestado a los ojos de todos, casi sin ser vistos, como en un acto de magia.

Mantel prefiere conversar por email sobre su última y múltiple criatura literaria donde no falta la crueldad. Reconoce que el éxito de público y crítica no la intimidad, ni la asustan. Por el contrario, le dan dado dosis de seguridad y energía. “Es alentador saber que los lectores están dispuestos a leer otro libro tuyo. La gran presión, como siempre, viene de adentro”, confiesa. Cada día de escritura es su primer día como escritora. “Es una exploración sin fin. El camino que tomé ayer no me ayudará hoy”, asegura; y, lo mejor, es que no sabe a dónde la pueden conducir esos escritos al final de cada día.

La escritura es una exploración sin fin. El camino que tomé ayer no me ayudará hoy”

Mucho menos en los cuentos. Ella afirma no ser consciente de qué autores la han influido, pero admira nombres como los de Maupassant y Alice Munro. De lo único que dice ser consciente de esos cuentistas es la manera dolorosa en que le recuerdan la brecha que hay entre ellos y ella. Las historias, desvela, “me vienen a la cabeza y allí merodean durante años hasta que toman cuerpo”.

Aquí once cuentos. Once mundos de una misma galaxia literaria. El volumen se abre y se cierra con sendas historias de mujeres que un día estando solas en casa suena el timbre de la puerta, abren, es un hombre, intercambian algunas palabras y él entra. Ahí, diagnostica Mantel, se esconde parte de “la naturaleza esencial de la experiencia femenina. Él pide entrar por un motivo. Y ella puede saber su nombre y todo acerca de él, es posible que lo conozca de años, confíe, pero lo que nunca se sabe realmente es qué quiere un hombre de una mujer”.

En medio de esos dos episodios, otras personas, en otras partes con sus respectivos meandros vitales enfrentan sentimientos nuevos o familiares en una narración llena de suave tensión e impresionismo literario donde no faltan la ironía, el sarcasmo y el humor. “Ese es el misterio de la voz del escritor... la expresión de la personalidad del autor mediada por el estilo”.

La señora Thatcher no fue un buen ejemplo para las mujeres en la vida pública. Ella era un seudohombre que no valoró a otras mujeres. Todo en ella parecía artificial”

El mismo que permite que ese desenlace puesto casi desde el principio de cada historia, pero que nadie atisba a reconocer, genera el choque o encuentro de culturas o modos de ver la existencia que dan pie a los cuentos. Lo que la autora define como aquello que genera el drama. “El conflicto es central para cada historia. Pero no tiene que ser un choque evidente. A veces, una ceja levantada puede destruir una vida tan eficazmente como una bala”.

Es el asomo del usurpador.

Margaret Thatcher lo era para Hilary Mantel. “Lo que no soporto es la falsa feminidad”, exclama la protagonista del último relato del volumen. Unas palabras que llevan a la escritora a analizar la feminidad hoy y la manera como las mujeres y los hombres la asumen: “La feminidad es un problema para las mujeres en la vida pública, sobre todo en Reino Unido. Son criticadas. Todo lo que llevan, su peso, su maquillaje, su peinado, todas sus opciones personales y sin importancia son examinadas de una manera hostil por parte de algunos sectores de los medios, y este escrutinio no sólo socava la seriedad de lo que dicen y hacen estas mujeres, sino que sus vidas se hacen mucho más difíciles que la de sus homólogos masculinos. Se institucionalizó la misoginia. Es un campo de minas para las mujeres de hoy”. Se trata de un diagnóstico severo que hunde parte de sus raíces en la exprimera dama de Reino Unido: “La señora Thatcher no fue un buen ejemplo para las mujeres en la vida pública. Ella era un seudohombre que no valoró a otras mujeres. Todo en ella parecía artificial”.

Son palabras del mundo real, sobre una personal real, que dan claras señales de un mundo ficticio creado por una mujer que estudió derecho, ha trabajado en un geriátrico y vivido en países como Botswana y Arabia Saudi. En los relatos de Hilary Mantel el aire está quieto, o el aire está agitado, da igual, el destino no tiene una ruta preferida y el cambio irrumpe, incluso sin aire.

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