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CRÍTICA | THE INTERVIEW
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La risa de la dictadura

James Franco y Randall Park, en el filme.
James Franco y Randall Park, en el filme.

Vivimos en un mundo tan absurdo que un simple disparate puede ponerlo en peligro. Categorías como lo esencial, lo importante y lo puramente anecdótico se han acabado mezclando en un magma donde ya no se sabe si lo que manda es la reestructuración de la deuda griega o las camisas de Varoufakis, el peinado de Kim Jong-un o el programa nuclear de Corea del Norte. Todo ello en un universo global donde los medios de comunicación y las redes sociales amplifican los hechos (los esenciales y los anecdóticos) de tal modo, y en peligrosa paridad, que si el receptor en el poder no sabe (o no quiere) diferenciar, el polvorín está servido.

THE INTERVIEW

Dirección: Evan Goldberg, Seth Rogen.

Intérpretes: Seth Rogen, James Franco, Randall Park, Lizzy Kaplan.

Género: comedia. EE UU, 2014.

Duración: 112 minutos.

Conocidas las consecuencias antes que el producto en sí, y en medio de un clima de de desasosiego tan risible como peligroso, ninguna película puede estar a la altura de lo que se ha montado alrededor de The interview. De modo que quizá, si analizamos lo acontecido, lo anecdótico sea esta vez el producto en sí, y lo esencial el examen de por qué una quema del Corán en una patética iglesia de la América Profunda puede causar caos y amenazas en el otro lado del mundo, o una chorrada sin trascendencia alguna sobre la dictadura comunista de Corea del Norte provocar amenazas de bomba en los cines donde se proyecta. Porque, la película en sí, no puede ser más banal: graciosa en una mínima parte, nunca premonitoria ni clarividente, y aún menos peligrosa. Seth Rogen y Evan Goldberg, directores de la divertidísima Juerga hasta el fin, se agarran al estereotipo y a lo más insustancial de la figura de Kim Jong-un y de las características del régimen coreano, para conformar una parodia de algo que, en sí mismo, ya contiene elementos paródicos, por muy real que sea. La parafernalia dictatorial siempre conlleva algo hilarante en su forma, y el mandatario coreano, desde luego, es el primero que no se libra. Los dictadores suelen ser pasto fácil para la chanza, y los autores de The interview lo aplican con esporádica gracia (una melosa canción de Katy Perry como la más peligrosa de las armas de destrucción masiva del corazón de un tirano), situaciones demasiado alargadas en el tiempo y excesivos recursos hacia la escatología. Una película para ver y olvidar, si no se hubiera acabado mezclando con un concepto tan enorme como la libertad de expresión. Pero cuéntale tú a Kim Jong-un lo que es la libertad de expresión mientras sus súbditos sobreactúan el llanto como si no hubiera un mañana.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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