“Me disfrazaría de El Zorro, el negro me sienta muy bien"
El cineasta venezolano Miguel Ferrari responde a las preguntas de este diario
Actor, escritor, director, productor... El venezolano Miguel Ferrari, quien prefiere no decir su edad, es un enamorado del cine. En sus películas siempre trata de representar los núcleos familiares que escapan a los estándares. Con Azul y no tan rosa, donde reflejó las dificultades que un padre homosexual encara con la sociedad y con su propio hijo, ganó en 2014 el Goya a la Mejor Película Iberoamericana. Su próxima obra, que ya está a medio cocinar, girará en torno a la maternidad y las nuevas opciones que la tecnología ha abierto en este campo.
P. ¿Qué música le gusta?
R. Escucho todo tipo de música, pero el pop y el rock de los ochenta son estilos que me inspiran. Me ponen eufórico.
P. ¿Cuál es su lugar preferido?
R. Indudablemente, Madrid. Pasan muchas cosas a nivel artístico y cultural. La gente aquí es muy creativa. Además, me encantan sus atardeceres.
P. ¿Qué considera un buen plan de fin de semana?
R. Una buena película, de las que se te quedan varios días dando vueltas en la cabeza, o una buena obra de teatro. Y luego, comentarla con mis amigos con una buena cena. Yo creo que la vida se trata de eso, de buenos momentos en los que uno pueda desconectar.
P. ¿Cuál es su comida favorita?
R. Los raviolis de mi madre. Cuando voy a un restaurante italiano nunca los pido, porque sé que nunca van a ser tan buenos como los suyos y sé que me van a decepcionar.
P. ¿Le gusta cocinar?
R. Mucho. Cuando me preguntan a qué me dedicaría si no fuese cineasta, siempre digo que a la cocina. Creo que es apasionante. Tiene mucho de creación y de darle placer a los sentidos: a la vista, al tacto, al gusto..., incluso al oído. Me gusta hasta el ruido de la cocina.
P. ¿Cambiaría algo de usted mismo?
R. Soy muy perfeccionista, y la perfección no existe. A veces me gustaría relajarme un poco más y entender que nada es perfecto.
P. Si pudiera tener un superpoder, ¿cuál sería?
R. El de volar. Es un sueño recurrente que tengo y sentir la brisa en el rostro me parece una sensación maravillosa. Me gustaría poder quedarme suspendido en el aire.
P. ¿Qué no puede faltar en su despensa?
R. En mi nevera siempre hay un trozo de queso para picar en algún momento. En eso soy bastante italiano.
P. ¿Qué quería ser de niño?
R. Siempre tuve muy claro que quería ser actor. En mi familia pensaban: “Ya se le pasará”. Pero soy un poco terco y al final lo logré.
P. ¿Qué olor le gusta?
R. Yo soy muy de olores, porque te transportan en el tiempo. El que más me gusta es el de las casas de pueblo. Me recuerda a la que tenía mi abuela en Italia.
P. ¿La etapa más feliz de su vida?
R. Los últimos años, desde que comencé a escribir Azul y no tan rosa. Esa película me ha dado muchas satisfacciones: ver cómo algo que yo había imaginado en el papel iba tomando forma por arte de magia. Y luego, la buena recepción del público, el Goya... Fue maravilloso.
P. ¿Cómo iría vestido a una fiesta de disfraces?
R. De El Zorro. El negro me sienta muy bien. Además, de niño siempre me disfrazaban de zorro y mi padre me pintaba los bigotes. Me encantaba.
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