Fallece Kim Fowley, leyenda del rock
Consiguió su primer número uno en 1960 y aparece como compositor, productor, manager o artista en centenares de discos
El concepto que mejor definía a Kim Fowley era vitalidad. En su última visita a Madrid, en 2012, Fowley espetaba al público "Sabed que con vuestra edad yo también estaba aterrorizado por la vejez: ¿Seré patético? ¿Podré follar? ¿Disfrutar? Sí, se puede, claro que se puede, miradme”. Se mantuvo activo hasta el último momento. Colaboró en el disco Pom pom de Ariel Pink, que se editó en noviembre de 2014. Y estuvo trabajando como dj en la emisora de radio de Steve Van Zandt hasta la semana pasada.
Fowley, de 75 años, ha terminado sucumbiendo en su ciudad natal, Los Ángeles, al cáncer que ya le habían diagnosticado antes de aquella visita. En sus últimos días, encontró refugio en la casa de Cherie Currie, la que fuera cantante de The Runaways, un cuarteto de chicas adolescentes que él construyó aprovechando el tirón del punk en la segunda mitad de los setenta y convirtió en estrellas. Como era habitual en él, la ruptura con sus protegidas fue cruenta y pública.
Creció en el Hollywood de los años cuarenta y debutó como actor infantil en 1946, con seis años. Era hijo de Douglas Fowley, un secundario en decenas de películas, entre ellas, Cantando bajo la lluvia. En los cincuenta, descubre el rock´n´roll, y consigue su primer número uno en 1960 con The Hollywood Argyles. Él los fabricó, los empaquetó y los hizo famosos. Conocía las técnicas del marketing de una forma innata.
Se dice que si se suman los discos en los que ha participado, ya fuera como artista, productor, compositor, técnico o mánager, su nombre aparece en 120 millones de copias vendidas. Trabajó con Doris Day, Jonathan Richman, Cat Stevens, John Lennon, George Lucas o Ben Vaughn y compuso para The Byrds, Beach Boys, Soft Machine o Kiss.
Pero de alguna manera, se las arregló para no sacar nunca rendimiento económico de todo aquello, o para dilapidarlo de mala manera. En aquella visita a Madrid se le recordó que una vez un ejecutivo discográfico le había dicho, “haces grandes discos, pero nunca has producido a un gran artista”. “Aquí ya entramos en lo que cada uno define como grande. No me interesan las cosas grandes. A mí me interesa la grandeza. Y esa está en cuatro críos haciendo ruido sin saber muy bien donde van”.
Babelia
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