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CRÍTICA | DANZA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A por la jarana y olé

Galván está entrando en su madurez, como artista y observador del mundo que lo rodea

Israel Galván, en un momento de 'FLA.CO.MEN'.
Israel Galván, en un momento de 'FLA.CO.MEN'. JAIME VILLANUEVA

A sus 41 años, con toda probabilidad y como marca la biología, Israel Galván está entrando en su madurez, como artista y como observador del mundo que lo rodea. Ese proceso donde se dan cita síntesis y espejo da como resultado que se dejen atrás los periodos de rabiosa experimentación, etapas que de alguna manera siguen están presentes dentro de la exposición de su baile personal, pero de otra manera, ejerciendo otro control en el tiempo y en la hebra musical.

FLA.CO.MEN

Coreografía y baile: Israel Galván; con Pedro G. Romero (dirección artística y coreografía de Sevillanas) yPatricia Caballero (dirección escénica y coreografía de Alegrías). Músicos: David Lagos, Tomás de Perrate, Eloísa Cantón, Caracafé. Juan Jiménez Alba y Antonio Moreno. Teatros del Canal. Hasta el 11 de enero.

Ahora, cuando no tiene que demostrar nada, a Israel lo asiste una especie de calma, un estadio donde el baile mismo es balsa y refugio, memoria y traje. Es siempre él, ironizando sobre el modo, sin importarle un pimiento la cuarta pared (ni la cultiva ni le interesa) sino refugiado inveteradamente en su lateralidad, de la que ha hecho estilo, esa manera de bailar en “sección arquitectónica” o a lo sumo en diagonales muy forzadas; será que se gusta más de perfil.

Frecuentemente se usa muy a la ligera (y equivocadamente) el término “deconstrucción en danza”. Si nos remitimos a la génesis de su aplicación en la teoría estética, encontramos que se deben dar una serie de circunstancias específicas, de modos y puntos de vista que se informan de la materia sobre la que se trabaja para llegar a la deconstrucción, que no es en absoluto revisión o disección. Son cosas diferentes. La deconstrucción propone una negación estructural del todo precedente, y se afianza en la atomización de la forma como eje experimental. En la práctica, Galván no hace eso y está bastante lejos de la moda dicha, que ya en su momento fustigó a las artes escénicas y al ballet en particular. Galván hace una catarsis estudiada, juega a cómicos de la legua y desacraliza el pasodoble, entre otras formas de folclore que se citan. No se cuelga de la lámpara porque no la hay, y el coqueteo con el jazz, a su manera, es otra retranca jaranera con la complicidad de los músicos hasta rozar el esperpento (en sentido clásico). En escena hay un pie con boto de yeso que primero usa como botijo sonoro y que después el artista destruye; esa escultura que parece escapada de un George Segal se explica por sí sola, como monumento al género cuyo destino es la fragmentación episódica.

Galván (centro), en un momento de 'FLA.CO.MEN'.
Galván (centro), en un momento de 'FLA.CO.MEN'.JAIME VILLANUEVA

Muy al contrario de la manida deconstrucción, el sevillano modela las estructuras desde un canon que se entiende respetuoso con metros y acentos, estilos y trayectos melódicos de la tradición aunque casi obcecadamente acuda a la atonalidad, pero eso sí, sometidos a su particular visión del baile, a su ser formal, a su humor socarrón. El aporte sapiente de Patricia Caballero prueba varias cosas al respecto y en la misma línea. Por un lado, la apertura de miras de este más que notable y original artista bailaor, de tener, potenciar, ese punto referencial y externo, su modestia al aceptar el aporte de quienes reconoce con genio y talento coreográfico; por otro, su clarividencia al entender que así su obra gana en gamas y en variedad tanto como en su propio lucimiento interpretativo. El espejo se hace así evolutivo y hasta prismático, pero no descompone la danza, a lo sumo, la quema como un ‘neodadaísta’ de pro. Como hombre de nuestra época de eclecticismos y encolamientos, en Galván hay un todo plástico de collage, tan críptico como imprevisible, que no podemos entender como baile flamenco convencional; su teatro de danza es otra cosa, y en tal caso, ya ha encontrado las palpables fórmulas del éxito.

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