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Israel Galván: “A los nuevos no les veo el interés por el pasado”

El bailarín trae a los Teatros del Canal de Madrid del jueves 8 hasta el 11 su nueva creación 'Fla.Co.Men'

El bailarín Israel Galván.
El bailarín Israel Galván.Luis Castilla

El bailarín-bailaor Israel Galván (Sevilla, 1973) trae a los Teatros del Canal de Madrid del jueves 8 al domingo 11 su nueva creación, Fla.Co.Men, una obra intimista que ya subió a escena en octubre en la Bienal del Flamenco sevillana. Como él mismo relata, las funciones de Madrid tienen carácter de estreno, pues la pieza aún se encuentra en un costoso trabajo de depuración a que somete todos sus experimentos escénicos y que lo han consagrado como modernizador del género.

Pregunta. ¿Cómo describiría Fla.Co.Men?

Respuesta. La idea vino de bailar otra vez obras que había hecho y que no habían girado, la mayoría anteriores a 2006. Es dar otra mirada a lo anterior. Es como una obra bisagra entre lo que he hecho y lo que haré.

P. Es decir, siempre experimentando…

R. Se reconocen en la obra músicas antiguas, pero hay una forma nueva de abordarlas. Hay percusión sinfónica, con la intervención de la marimba. Lo veo como un trabajo de flamenco jondo con un discurso más contemporáneo, aunque eso no está muy marcado, es una visión personal.

P. ¿Aquí podemos hablar del término fusión? ¿Qué le parece este término?

A partir del duo con Akram Khan las cosas han cambiado

Israel Galván

R. Hay gente que no hace fusión sino que necesita cosas nuevas para progresar; otros artistas lo hacen por vender algo novedoso, porque quieren algo más fresco y menos jondo. Me parece bien toda esa manera de hacer el baile, que cada artista se haga su senda.

P. Frecuentemente, se le ha comparado con Vicente Escudero como figura fundacional, como punto de inflexión en el arte del baile flamenco.

R. Yo no lo hago deliberadamente así, no me aprovecho de eso. Los maestros están para eso, para que se les copie, para beber de sus fuentes. Tengo un paralelismo con Escudero, es cierto, soy un bailaor no intelectual que me rodeo de personas que lo son. Vicente se rodeó de intelectuales. Cuando trabajo con alumnos jóvenes que no lo conocen, se asombran al descubrirlo, y es paradójico: los críticos del flamenco me acusan de moderno cuando hago su seguidilla. Quizás yo me he fijado más en los mayores.

P. Eso lo diferencia de su generación.

R. No sé muy bien cómo explicarlo, no tengo mucha facilidad de palabra y me expreso bailando, pero en los jóvenes hay un espíritu de velocidad, de bailar rápido, de no mirar atrás. No encuentro ni veo el espíritu del bailarín-bailaor casi monje, que ve la profesión como algo de entrega religiosa. A los nuevos no los veo interesarse por el pasado. Bueno, son ciclos y se pasa por esa etapa donde todo es muy físico y muy poco de mirarse por dentro.

P. Cuando usted bailó en el Teatro Real hubo reacciones muy divididas.

R. Lo que pasó se explica porque me doy libertad, y cuando después analizo mis obras veo grietas. Prefiero bailar a lo bestia y no hacer un producto para que guste.

P. Usted bailó desde muy niño, lo presentaban como un prodigio.

Soy un bailaor no intelectual que me rodeo de personas que lo son

Israel Galván

R. Mi madre bailada embarazada de mí hasta los siete meses, de modo que todo empezó antes. En mi época, muchos niños bailaban en público. Cuando venía la policía, me escondían. Yo no sabía por qué bailaba. Me encontré con el baile sin buscarlo.

P. Y en la escena, ¿hasta cuándo?

R. Tengo 41 años. Cuando a veces te cansas no sabes si es por un mal día o por los años, pero ahora es cuando menos me canso. Intuyo que ahora voy a disfrutar más de la escena y del baile.

P. ¿Y cómo ve el trabajo propio, de su cuerpo?

R. El flamenco no es como el ballet, el manejarse ceñido a una partitura. Es diferente. Doy por cerrado lo de bailar solo. A partir del dúo con Akram Khan las cosas han cambiado. Estoy en un proceso de cambios con Fla.Co.Men.

P. ¿Hay algún baile especialmente señero?

R. Me siento cómodo en el silencio, el sonido que hago yo mismo, porque no soy solamente bailaor sino músico. Quiero mostrar música desde mi estética.

P. Aunque tiene seguidores, no puede decirse aquello de “profeta en su tierra”.

R. Le diría que en Francia me siento libre bailando, no hay murmullos. Es verdad que he pasado por varios desiertos, por varias etapas que no comprendía. En Francia me siento más cómodo, los espacios de tiempo para trabajar son otros y allí es donde me he hecho como profesional.

P. ¿Ha vuelto al tablao?

R. No. Y me gustaría, pero no haciendo lo que se hace hoy en los tablaos. Eso está muy bien y yo pasé por ello —el autobús con los turistas, la cena con unos bailes— pero me apetecería algo diferente, dentro de esa comunicación cercana con la gente. Tengo un solo sin música que dura 45 minutos y lo pensé para espacios no convencionales, porque me gusta ver la cara de la gente. Es una lástima que hoy no existan más propuestas así.

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