Narradores de cine contrarreloj
La XIII edición del JamesonNotodofilmfest pide cortos que duren menos de 210 segundos
Solo 30 segundos. No hay muchas actividades que quepan en tan reducido espacio. Poner en marcha el ordenador, tomar un espresso a la italiana, quizás contestar a un mensaje. O ver un cortometraje del JamesonNotodofilmfest. Porque los directores que participan en el ya célebre festival online, que ha presentado hoy su XIII edición, no disponen de mucho tiempo. Por lo menos, si quieren participar y ganar algún premio: al galardón principal, dotado con 6.000 euros, solo aspiran los cortos que no superen los tres minutos y medio. Y para el premio Triple Destilación, el reto aumenta tanto como el don de síntesis de los creadores: el límite es medio minuto.
“Es un tour de force muy meritorio, me parece un ejercicio de concreción buenísimo”, defiende Fernando Franco, montador, goya al mejor director novel por La herida, drama sobre la depresión y la tendencia a la autolesión, y ahora presidente del jurado del certamen. Él mismo, como es tradición del festival, afrontará el desafío con un corto que contará con una “animación underground”, al estilo de Don Hertzeldt.
El jurado es usted
El premio del público EL PAÍS de la XIII edición del JamesonNotodofilmfest será asignado al corto más votado por los lectores de la página web del periódico. La obra recibirá 500 euros.
Una vez se haya comunicado la selección de finalistas, se habilitará un sistema de votación para que los lectores puedan decidir qué corto merece llevarse el galardón. El ganador se comunicará en la gala de entrega de la XIII edición
Aparte de crear, Franco y los miembros del jurado que él mismo ha seleccionado –una de las razones por las que aceptó- tendrán obviamente que ver y valorar las obras que se apunten al festival. Las inscripciones al concurso, que presume de 11.000 cortos y 44 millones de espectadores a lo largo de su historia, están abiertas desde hoy hasta el 10 de febrero en la página web del JamesonNotodofilmFest. Más allá del reloj impuesto por la organización, medios y temáticas solo están sujetos a la fantasía de los creadores. Hay, eso sí, dos premios introducidos este año al mejor corto rodado con un móvil y al que mejor versione una película mítica. En juego, entre todos los galardones, están hasta 47.000 euros.
Pese a ello cuesta, incluso preguntando en el mundillo, conocer a alguien que viva del corto. El género de guerrilla y bajo presupuesto por excelencia sufre a menudo por equipos que cobran solo ilusión y por la idea de que únicamente sea un trampolín hacia el largo. Franco carga contra ambos conceptos: “Nadie quiere hacer cine low cost, no es bueno. Es una etiqueta que se ha creado e intentado vender. Y desgraciadamente se ven los cortos solo como tarjeta de visita para un largo. Yo lo percibo más como un camino de ida y vuelta. Y conozco a gente que ha hecho mucha pasta con los cortometrajes”. El propio director emplea sin embargo el pasado, referencia quizás a esa época de vacas gordas en la que él mismo se llevó 18.000 euros gracias al primer premio de Málaga con Tu (a)mor.
Ahora, incluso los largometrajes afrontan tantos obstáculos que el presidente de la Academia de cine, Enrique González Macho, llegó a calificar de “acto heroico” rodar un filme en España. Y Franco sufrió en su piel la dificultad de hacerse con la financiación necesaria para su ópera prima, La herida. Finalmente, a fuerza de juntar “ladrillitos”, consiguió los 900.000 euros necesarios.
A partir de ahí, logró muchísimo más, en una lista de reconocimientos que arranca en el Festival de San Sebastián del año pasado, cruza la última gala de los Goya y acaba, quizás, en los próximos premios del cine Europeo: Franco está nominado a mejor director novel y Marian Álvarez, la protagonista, a mejor actriz. El director también ha visitado festivales de medio mundo detrás de su criatura y todavía se muestra encantado de hablar del filme que le colocó en el mapa de los cineastas. No tanto, eso sí, para que la gente le reconozca por la calle: “A veces han parado a Marian y, como yo estaba con ella, acaban haciendo la ecuación”.
TU(a)MOR from fernando franco on Vimeo.
Sin embargo, hay algo que Franco no ha hecho debido a La herida. Ante todo, volver a verla: “Creo que la sufriría más que disfrutarla. En la proyección en San Sebastián lo pasé fatal. Estás en una sala con 3.200 butacas y te metes en la cabeza de la gente para tratar de entender qué piensan”. Ni tampoco, entre tanta promoción, ha podido avanzar mucho los proyectos artísticos, su trabajo real. El director se encuentra montando la nueva película del cineasta uruguayo Federico Veiroj, El apóstata, y una serie para la televisión de David Pinillos.
Una vez terminado todo ello, Franco se centrará en su ópera segunda. El cineasta rodará una adaptación libre de la novela Morir, de Arthur Schnitzler, un tipo del que Freud dijo que hizo lo mismo que él, pero en literatura, y del que Kubrick ya llevó al cine Eyes Wide Shut. Pero, antes de volver tras la cámara, Franco necesitará jugar otra vez a los Lego de la financiación. Y, antes todavía, a partir de febrero, recuperará la estrategia de ermitaño que funcionó para La herida. “Yo trabajo así —¡bueno, si es que solo he hecho una película!—. Necesito retirarme en Rota, un pueblito cerca de Cádiz, sin tener acceso a Internet, solo a escribir”. La herida le costó cuatro años de trabajo, así que Franco espera no repetir el mismo periplo. Con idénticos resultados, en cambio, se quedaría encantado.
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