Veneno y Buscaglia, la rara pareja
El español y el uruguayo se alían en un disco de "canciones para cantar en los bares"
Un par de días antes de la entrevista, Kiko Veneno y Martín Buscaglia merodeaban por la playa disfrazados de Papá Noel. Esa calurosa jornada de septiembre grababan con el cineasta Isaki Lacuesta el videoclip del tema Todos somos raros en la Barceloneta, escenario donde Don Quijote, el más raro de los personajes, definió la ciudad como "archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros" y por donde se paseó un protagonista del novelista amante de la rumba, Francisco Casavella, que soltó aquello de "A los raros nos pasan cosas raras".
Esa segunda frase podría servir como título a alguna de las muchas canciones de Kiko Veneno, que defiende lo elevado con conexión callejera: "Verás, quillo, Martín y yo pensamos que lo raro es extraordinario: la individualidad, la diferencia… Nada de eso nos asusta. Pero el mundo parece empeñarse en que todo sea igual: las mismas músicas, las mismas modelos escuálidas, la misma ropa aquí que en Pekín. A nosotros nos gustaría ir a China y no ver las mismas tiendas que aquí, sino a chinos metiéndose sus cosas chinas y tocados con esos sombreros tan graciosos… Estamos, en definitiva, en contra del uniforme".
El mito fundacional de esta alianza artística, cuyo fruto es el álbum El pimiento indomable (Satélite K), no tiene lugar en la capital catalana, sino, como recuerda Buscaglia, con la visita de ambos a una madrileña Plaza del Sol tomada por los Indignados: "Aquel día ya escribimos algunas frases de América es más grande y decidimos que, aunque usáramos Skype, compondríamos la mayor parte del disco conviviendo en Montevideo".
Veneno, Premio Nacional de las Músicas Actuales de 2012 que viene de explorar un lenguaje más experimental en el disco Sensación térmica, producido por Refree, insiste en las relaciones promiscuas entre diversas culturas, sin que ninguna de ellas ceda su personalidad: "La gente cree que es lo mismo caminar con los pies que con el dedo. No viajas por el mundo con un clic, con esa idea lo que haces es destrozarlo. Antes, con mucho esfuerzo ibas a un país y eso te producía una revolución. El primer gitano del Raval que cogió un son que había llegado hasta aquí ya mareado después de viajar en la bodega de un barco y realmente lo entendió. Se hace camino al andar. ¿Quieres entender la música de la Patagonia? Pues tienes que ir hasta allí, hablar con los mapuches y saber hasta cómo les huelen los pies". "Ya lo decía el maestro Tabárez, el técnico de la selección uruguaya: el premio está en el camino", añade su socio.
Buscaglia, hijo de padres artistas nacido en Montevideo en 1972, recaló por primera vez en Madrid después de viajar por diversas ciudades europeas "viviendo siempre bien de la música, como un mendigo o como un príncipe": "En Madrid tocaba en la calle y me ofrecieron un contrato desde una discográfica muy linda: Lovemonk… Esas historias parecen mentira, pero suceden". A los raros les pasan cosas raras, como que Veneno descubriera el flamenco en EE UU: "Es una gran paradoja de mi vida.. Yo aquí era más de los Beatles, pero fui a San Francisco el año que mataron a Carrero Blanco y allí me hice amigo de un gitano que me metió el veneno. Luego ya conocería a los hermanos Amador y ahí empezaría otra historia".
No es la única paradoja en la biografía del tipo que cantó en su día que sólo quería "escribir en un papel sin rayas" (adaptando unos versos de Miquel Martí i Pol, el poeta que suele citar Pep Guardiola). Veneno hizo el recorrido inverso al de la gran mayoría de emigrantes: nacido en Figueres (Girona) en 1952, creció en Cádiz y Sevilla. Uno de esos ejemplos a los que, en una osada metáfora clínica, se refería Mariano Rajoy cuando dijo hace unos días aquello de "Un andaluz puede vivir con el corazón de un catalán gracias al sistema nacional de trasplantes": "No tiene la cara de maldad de Nixon, pero su aportación al debate nacional es tan insignificante que no solo no aporta sino que desaporta".
Veneno y Buscaglia, que defienden El pimiento indomable como "un disco de bar", trabajaron juntos en Barcelona justo cuando la olla de la Diada Nacional de Catalunya tableteaba y silbaba. Recientemente, el president Artur Mas comentaba al hilo de la muerte del Rey de la Rumba que "Peret también es cultura catalana". "Ese también lo delata. La ambición de Peret es elevadísima y extraordinaria, un proceso musical y poético muy profundo. Se dice que lo popular es superficial, lo que los desdentados consumen, y es todo lo contrario: sobrevive a través de los siglos", se arranca Veneno. Buscaglia asiente: "Es más fácil ser triste que alegre".
Babelia
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