Ante la ley
Esta película belga llega más lejos de lo que su director parecía tener en su agenda
Premiada en los festivales de Chicago y Montreal, esta película belga que ha alcanzado el éxito de taquilla en su país de origen llega bastante más lejos de lo que su director parecía tener en su agenda: así lo delata un rótulo final que reduce la complejidad de las estrategias empleadas a una denuncia frontal de los errores procesales. Cabe la posibilidad de que ese rótulo final sea la imposición de unos productores enemigos de la ambigüedad que desvela la película y que es la que aporta el verdadero toque de distinción a este thriller judicial.
EL VEREDICTO
Dirección: Jan Verheyen.
Intérpretes: Koen de Bouw, Veerle Baetens, Johan Leysen, Jappe Claes, Jo de Meyere, Chris Lomme.
Género: drama. Bélgica, 2013.
Duración: 111 minutos.
El veredicto se abre con las imágenes de un hombre demolido en plena calle. Más tarde, el relato colocará esa fractura en su contexto, en el punto de inflexión en que una víctima se convierte en verdugo. O, si estuviéramos en una película más convencional —y bastante más irresponsable—, en el preciso momento en que un tipo común que ha perdido toda confianza en el Estado de Derecho que, presuntamente, le protegía decide tomarse la justicia por su mano. El hombre demolido, tras ese desasosegante prólogo y con reubicación temporal mediante, se presenta al espectador como triunfador ante un inminente ascenso, al que el azar no tardará en quebrar toda posibilidad de bienestar futuro.
Antes de la cesura que parte la película en dos, el director Jan Verheyen aporta datos que redefinen las representaciones arquetípicas del abogado de oficio. Lo más poderoso llega en el segundo tramo: cuando, en el juicio, todas las partes parecen tener sus sólidas razones, factor que dota de singular fuerza al recurso expresivo que usa Verheyen en el momento de la lectura del veredicto.
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