Muere Richard Attenborough, actor de corazón, director de cabeza
El realizador de ‘Gandhi’, por la que ganó ocho Oscar, fallece a los 90 años
Fue un actor de carácter y un director de cabeza; un intérprete de corazón y músculo, y un realizador de piel. Richard Attenborough murió ayer, cuando le faltaban apenas cinco días para cumplir 91 años, dejando como legado un puñado de actuaciones memorables en cine, casi siempre en papeles secundarios, y otro buen manojo de buenas películas como director. Entre ellas, y a pesar de los numerosos premios por Gandhi, su obra más conocida, una obra maestra incontestable: Tierras de penumbra, de 1993. Como director, labor en la que terminó siendo más conocido por el público, debutó tarde, ya a los 46 años, y cuando llevaba a sus espaldas una amplia experiencia teatral y cinematográfica, con ¡Oh, qué guerra tan bonita! (1969).
A partir de ahí, se especializó en superproducciones de lujo del cine británico, con multitud de roles y extras, múltiples localizaciones, larguísimo metraje y normalmente inspiradas en hechos históricos de gran importancia y personajes reales. El joven Winston (1972), su segunda película, ya rememoraba una de las personalidades más importantes del siglo XX británico, Winston Churchill, aunque centrándose en la época de su vida menos conocida, la previa a la política, como soldado de la guerra anglo-bóer. Y en la siguiente Un puente lejano (1977), ambientada en la II Guerra Mundial, ya se notaba su buena mano para conjuntar amplios repartos de estrellas internacionales: Sean Connery, Dirk Bogarde, Gen Hackman, Michael Caine, Liv Ullmann, Robert Redford y un largo etcétera. Tras la fallida Magic (1978), basada en una novela de William Goldman, en la que nunca supo atrapar con imágenes la inquietud del texto, le llegó el gran éxito en los Oscar con Gandhi (1982), biopic sobre el líder y pensador indio, con la que obtuvo ocho de los 11 premios a los que fue candidata la película, además de cuatro Globos de Oro y cuatro premios Bafta del cine británico. Gandhi era un prodigio de ambientación, mesura, calidez y narración, pero quizá una de esas obras tan aparentemente perfectas que dejan más huella en los anales que en las memorias cinéfilas.
Tráiler de Gandhi (1982), de Richard Attenborough.
A partir de ahí, su carrera siguió por semejante senda, con trabajos como Chorus line (1985), en la que viró hacia el musical, Grita Libertad (1987), sobre el apartheid sudafricano, Chaplin (1992), muy superficial visión del inmortal cómico, y prototipo de su cine académico pero gélido, y En el amor y en la guerra (1996). Un molde del que se descolgó con maravillosa profundidad en Tierras de penumbra, sin duda su mejor obra detrás de la cámara. Biografía para la gran pantalla del escritor británico C. S. Lewis, el autor de Las crónicas de Narnia, viró en su costumbre habitual, abarcar toda la existencia de sus personajes, para centrarse en un arco mucho más corto pero intenso: su amor otoñal con la poetisa estadounidense Joy Grensham. De una edad semejante a la de su protagonista, Attenborough, con la ayuda de su insigne actor, Anthony Hopkins, plasmó el dolor del amor y la enfermedad, la timidez y el ardor, como pocas veces se ha logrado en el cine, con un relato al mismo tiempo amargo y precioso, esperanzador y desgarrador.
Tras sus dos últimas películas Búho gris (1999) y Cerrando el círculo (2007), menores en su carrera, se retiró de la dirección. Previamente a su labor al frente del objetivo, trabajó en numerosas películas como secundario de lujo. Debutó en 1942, nada menos que con David Lean y a los 19 años, con Sangre sudor y lágrimas, a la que siguieron, entre otras, A vida o muerte, La gran evasión, El vuelo del Fénix, El estrangulador de Rillinton Place, su mejor actuación como protagonista, dando vida a un enfermizo asesino, El factor humano y Parque Jurásico, ya como anciano, todas ellas a las órdenes de grandes de la dirección como Michael Powell, Emeric Pressburger, John Sturges, Robert Aldrich, Richard Fleischer, Otto Preminger y Steven Spielberg.
En silla de ruedas desde que sufriera una caída hace seis años, Attenborough estaba casado con la actriz británica Sheila Sim desde 1945, con la que tuvo tres hijos, de los que uno de ellos, Jane, la mayor, perdió la vida junto a su nieta Lucy y su consuegra Jane en el tsunami en el Océano Índico de aquel año 2004.
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