Videojuego y cine se dan el sí quiero

Estaba de tapado, pero ha sido el bombazo de la Gamescom, la gran feria del videojuego de Europa. Parecía un juego más de horror, pero Guillermo del Toro, Hideo Kojima (creador de Metal gear) y Norman Reedus (estrella de The walking dead) firmarán Silent hills,el retorno exclusivo para PlayStation 4 de una de las sagas del horror más populares.

El cine y el videojuego se guiñan el ojo en la Gamescom, la feria más visitada del mundo, con más de 350.000 asistentes para 140.000 metros cuadrados con 700 stands. Los dos grandes ganchos de cada púgil de las consolas mostraron el maridaje entre el séptimo y el ¿décimo? arte. “Antes, el juego era un juguete más. Eso está cambiando completamente. Queremos que nos traten, y ya nos tratan, de igual a igual”, afirma Andy House, presidente de Sony Computer Entertaiment y líder de PlayStation.

No solo la gran pantalla se rinde. También la pequeña. Quantum break, la gran apuesta de Microsoft y Xbox One a medio plazo, mezcla no dos, sino tres artes: literatura, videojuegos y series de televisión. El primero, el literario, articula como un libro de elige-tu-propia-aventura esta superproducción en la que el jugador podrá controlar el tiempo: “Juegas una escena, decides y eso te lleva a otra escena de la serie”, explica Sam Lake, director creativo de la obra. La locura es tan grande que la versión televisiva se rodará con múltiples finales y escenas para encajar esta estructura. Y sus creadores (Remedy) se callan de momento los grandes nombres de Hollywood que se suman al equipo Xbox, que ya ha fichado a Ridley Scott o Steven Spielberg para su franquicia Halo.

El videojuego se ha hecho tan grande que hasta Paul McCartney ha grabado en Abbey Road un single exclusivo para el tema principal de Destiny, el juego más esperado de este año y la obra más cara del entretenimiento audiovisual (373 millones de euros entre publicidad y desarrollo). En la conferencia de Sony (aunque la obra estará también en Xbox One y 360), sus responsables se felicitaron porque ya es el juego con más reservas de compra de la historia. Este lanzamiento, previsto para el 9 de septiembre, ofrece una space-opera de ciencia-ficción de dimensiones titánicas y vivida en primera persona.

Es la feria más visitada del mundo, con más de 350.000 asistentes para 140.000 metros cuadrados con 700 stands.

Pero más allá de las grandes superproducciones, tan atrevidas como para aliar a Nikolas Tesla con los caballeros de la mesa redonda (The order) o recibir el beso en los pies de Hollywood por su sentido del espectáculo (Metal gear solid V), el videojuego sigue siendo grande por lo más pequeño. Algo tan pequeño como un número, el móvil de uno de los cuatro creadores de No man’s sky, un juego indie que recrea mediante un algoritmo la fauna y flora de millones de planetas en todo su detalle e invita al jugador a explorarlo. Sean Murray, líder de Hello Games, explica la escala de su ambición: “Nunca hemos tenido un juego solo de ciencia-ficción. Fantasía y ciencia-ficción, sí. Pero la ciencia-ficción va sobre otra cosa, del sentimiento de colonizar”.

Los indies han sido tan grandes en esta Gamescom que los dos grandes púgiles del sector —Xbox One y PlayStation 4— han subido al ring de las superproducciones sus proyectos más experimentales. Así ha sido con el bellísimo Ori and the blind forest, un juego que parece un filme de Miyazaki (El viaje de chihiro) interactivo y que ha desarrollado un equipo de ocho personas por Skype, conectando talento de Australia, Estados Unidos o Israel. Y más aún en la conferencia de Sony, donde más de la docena de títulos presentados (exceptuando esa gran sorpresa de Del Toro y compañía) eran indies. Shuhei Yoshida, presidente de Sony Worldwide Studios y el mayor cazatalentos de la compañía, lo dejó claro en una mesa redonda: “Son estos artistas los que están revolucionando la industria”. Entre los más ovacionados, los españoles Tequila Works con Rime: un poco de Sorolla, Miyazaki y El principito. Y de videojuego también.