¿Dónde está Gabi Martínez?
El escritor fabula una pesquisa sobre sí mismo en ‘Voy’, "una road movie elevada a otra potencia”
Livingstone, Cabot, Lapérouse, el capitán Grant… los viajeros perdidos son multitud y a ellos hay que sumar ahora a Gabi Martínez (Barcelona, 1971), desaparecido en algún lugar de Nueva Guinea mientras seguía la pista de la legendaria ave moa para escribir su próximo libro. Afortunadamente la desaparición de Martínez —aunque, viajero impenitente y aventurero, ha estado muchas veces a punto de perderse en la realidad— es solo el recurso narrativo sobre el que gira su nueva novela, Voy (Alfaguara), una obra muy ambiciosa y absolutamente insólita en el panorama actual de nuestra narrativa, aunque él muy deportivamente cita la influencia de Verano, de Coetzee —en el que varias de sus examantes opinaban sobre el escritor—, a la que podríamos sumar El corazón de las tinieblas de Conrad, con la diferencia de que aquí Martínez remonta su vida en lugar del río Congo, y es su propio Kurtz.
Voy se articula como una serie de entrevistas que realiza un periodista —en el que se ha desdoblado el mismo Gabi Martínez—, obsesionado por la figura del joven novelista perdido (Gabi Martínez). Esas entrevistas las hace a personas importantes en la vida del desaparecido —su exmujer, amigos y enemigos (el Wang de Los mares de Wang), su pareja actual, su guía en Australia— y con ellas va trazando el perfil del personaje. “En última instancia tu imagen la tienen los demás, por mucho que te intentes construir una”, explica el escritor; “y dado que eres un personaje para los otros, ¿qué problema hay en presentarte como ficción? Por otro lado, hace tiempo que el debate realidad-ficción está superado”.
Lo más notable del asunto es que el retrato literario y vital que resulta es en gran medida el del verdadero Gabi Martínez. El autor dice no querer jugar con eso, con cuánto de autobiográfico tiene la novela, pero reconoce haberse “desnudado mucho” y no hace falta conocerlo demasiado para darse cuenta de que los dos Gabi Martínez, el real y el novelístico, se parecen como dos gotas de agua. Los viajes del personaje son los mismos que ha hecho Gabi Martínez, los libros los que ha escrito, las circunstancias familiares y personales (al menos las que a mí se me alcanzan) son de muy parecidas a idénticas. Se detectan exorcismos y ajustes de cuentas —Martínez reconoce que el editor hijo de papá que le llama “mindundi” y al que retrata es auténtico—. ¿Hay una impudicia ahí? “Me trae sin cuidado la opinión de los demás, tengo muy relativizada la opinión pública”, dice el autor.
“He querido explicar la construcción de un hombre mientras el mundo gira a su alrededor”, continúa Martínez que trae a colación también a Houellebecq y a Argullol, como referencias recientes de gente que se explicaba a sí misma introduciendo un factor no convencional en la narrativa. Significativamente, el retrato que Gabi Martínez ofrece de ese (no tan) alter ego literario no es muy positivo. Dice que mostrar su lado oscuro o risible (incluso en el ámbito sexual —“daba al sexo una importancia desorbitada (…) Conmigo dejó de masturbarse”—) ha sido una forma de conjurar el que se le tache de vanidoso. “La ventaja es que si te reconoces en lo humillante, en la ignorancia y la cobardía también lo puedes hacer en el valor sin ruborizarte”, reflexiona. El desnudo “con matices” es una forma asimismo de “reivindicar una forma de verdad en un momento de mentiras”. Y ha sido una manera de “desmitificar la idea del escritor viajero”.
hace tiempo que el debate realidad-ficción está superado”, dice el autor
El novelista considera que Voy culmina una etapa en la que sin darse apenas cuenta ha escrito varios libros de viajes —“una pentalogía”—, que se caracterizan porque cada uno ha requerido una forma, un estilo diferente para contarlo. De alguna manera Voy explica cómo ha sido ese camino que incluye Sudd, Los mares de Wang, Solo para gigantes y En la barrera. Y el esfumarse buscando una criatura invisible anuncia su nuevo libro, que tratará precisamente de su aventura en busca del moa.
Hablando de dobles literarios surgen los heterónimos de Pessoa, “con el que aprendimos a liberar el coro que llevamos dentro, los yoes que nos habitan”. Pese a que Voy “no es una tribuna ensayística para hablar de viajes, al estilo de Magris”, sino más bien “una road movie elevada a otra potencia”, contiene muchas referencias al viaje. En sus páginas seguimos el rastro del viajero en sus muchos trayectos y aparecen referencias a sus predecesores como Chatwin e interesantes descripciones y consideraciones sobre varios de los lugares que ha visitado Gabi Martínez (Venecia, Nueva York, Barcelona, Jartum). “Finalmente es también un libro de viajes, el viaje te esculpe y tiene que aparecer”.
Cuando, al acabar la entrevista, el novelista se marcha para fundirse con la gente en la calle, se hace difícil no pensar que has hablado en realidad con una creación del viajero de verdad, aquel que espera en una lejana espesura a que alguien lo encuentre.
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