Elaine Stritch, gran dama de Broadway
Alternó 70 años de exitosa carrera teatral con el cine y la televisión
La muerte de la dama de Broadway, Elaine Stritch, oscureció las marquesinas de los teatros neoyorquinos en recuerdo a una de sus actrices y cantantes más queridas, leyenda viva tan conocida por su talento en el escenario como por la mordacidad de su lengua. El nombre de Stritch también forma parte de la historia del teatro musical junto al de otro maestro, el compositor Stephen Sondheim, con quien puso en escena algunos de los musicales más clásicos y a la vez transgresores del género además de difíciles de interpretar como Company, del que inmortalizó el tema The ladies who lunch. Fallecida a los 89 años en su casa de Birmingham, Michigan (EE UU), Stritch también convirtió I’m still here, el tema de Follies, en el himno de su triunfo personal contra el alcoholismo, la diabetes, los amantes infieles y una industria en muchos momentos ingrata donde junto con los éxitos vivió grandes frustraciones.
“Que el cielo esté bañado en alcohol”, fue la dedicatoria que le brindó la actriz y guionista Lena Dunham en Twitter, al igual que otras redes sociales inundadas de notas de pésame en recordatorio de esta figura teatral. “No sabrá cómo descansar en paz”, comentó Mia Farrow de una actriz con la que trabajó en películas como Septiembre. “Esta duele”, añadió Anna Kendrick. En muestra de ese dolor, la Liga Broadway, asociación teatral neoyorquina, conminó a todos los teatros de esta meca artística a oscurecer sus marquesinas durante un minuto como tributo a la musa de Sondheim y otros grandes autores como Noel Coward.
Convirtió ‘I’m still here’ en
Stritch se mudó hace un año a Birmingham, donde falleció, tras hacer del hotel Carlyle, en Manhattan, su lugar de residencia durante toda una vida, un lugar en el que también actuaba y de cuyo cabaret se despidió con el show Elaine Stritch at the Carlyle: movin’over and out. Este fue uno de los últimos trabajos de una actriz que disfrutó de casi 70 años en los escenarios, alternando su carrera también con el cine y la televisión. En este medio colaboró en los últimos años con la serie Rockefeller Center donde era la madre dominante del ejecutivo interpretado por Alec Baldwin.
De voz aguardentosa y apariencia afable pero firme, Stritch disfrutó abiertamente del resto de sus vicios, desde el alcohol al tabaco o las noches locas, un estilo de vida al que tuvo que renunciar tras ser diabética pero al que volvió, al menos en lo que se refiere a la bebida, en sus últimos años cansada de ser lo que llamaba “una niña buena” a su edad.
“Que el cielo esté bañado en
En el escenario tampoco importó nunca su edad. Desde sus comienzos con ese revival de Pal Joey hasta una de sus últimas apariciones en público, para unirse a las celebraciones del 80º aniversario de Sondheim, Stritch nunca dio una mala nota. Fue candidata al Tony en cuatro ocasiones con Bus stop, Sail away, Company y A delicate balance, aunque el máximo galardón sólo llegó a sus manos en 2002 con Elaine Stritch at Liberty, un monólogo sobre su propia vida en el mundo del teatro y sus experiencias con el alcoholismo.
Declarada católica aunque como decía “no meapilas”, la actriz dijo en repetidas ocasiones, incluso desde el escenario, que fue virgen hasta los 30 y que rechazó la invitación de un entonces joven Marlon Brando a pasar la noche juntos. Sin embargo, sí que reconoció relaciones con otros actores como Gig Young, Ben Gazzara y el dueño de la cadena de restaurantes Joe Allen antes de casarse en 1972 con el actor y dramaturgo John Bay.
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