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Peligroso tercer encierro de los toros de Victoriano del Río

Dos heridos por asta de toro, tres por traumatismos, en una carrera de 3 minutos y 30 segundos

Foto: sanfermin | Vídeo: 7del7 / EFE
Antonio Lorca

Dos heridos por asta de toro, uno en el tórax y el otro en la pierna derecha —este, un ciudadano estadounidense de Chicago, de 32 años—, ambos en la zona de Telefónica, y tres lesionados por traumatismos, uno en el cráneo, otro en el brazo derecho y un tercero en la pierna derecha, es el balance provisional del tercer encierro sanferminero, protagonizado por los toros de Victoriano del Río, con fama de veloces y bienintencionados, y que han sorprendidos a todos por su peligrosidad.

Será, sin duda, que las estadísticas tienden a olvidar la imprevisibilidad del toro bravo, con el que no es bueno tomar excesiva confianza; si así se hace, ocurre lo que ocurre y los hermanos de aquellos que antaño pasaron por el encierro en un pis pas hacen honor a su sangre, atropellan, acometen, se quedan rezagados algunos y cornean con saña, como corresponde, y no sueltan a su presa aunque un valiente mozo les tire del rabo.

El momento de mayor tensión se vivió en la zona de Telefónica, donde hizo de su capa un sayo el último de la fila

El momento de mayor tensión se vivió en la zona de Telefónica, donde hizo de su capa un sayo el último de la fila, que había perdido a sus hermanos y se defendió como solo sabe hacerlo un toro bravo. Mientras buscaba el camino de salida y los pastores trataban de facilitarle la labor, atropelló por la espalda a una chica que estaba caída y llegó a poner el pitón derecho en el mismo cuello de la joven rubia, que salió por su propio pie del improvisado ring y ahora deberá acudir de rodillas a Fátima para agradecer el milagro. No tuvo tanta suerte un varón mayor de 25 años, vestido con una camiseta roja, a quien el toro hizo suyo, lo corneó una y otra vez y, al parecer, acertó en el tórax.

Este fue el sexto toro en pisar el ruedo pamplonica y el que hizo que quedara en el olvido el récord de velocidad de años anteriores con estos mismos toros: de los dos minutos y catorce segundos de 2013 a los tres minutos y treinta segundos de este; es el tiempo que el señor toro se dedicó a cornear.

Todo había comenzado, no obstante, con buenas predicciones: si los toros de Victoriano son muy rápidos y no cornean… Y los mozos se las prometían felices. Ya, ya…

El autor de 'Cómo sobrevivir a los toros en Pamplona', corneado

efe

El escritor estadounidense Bill Hillman, coautor del libro Cómo sobrevivir a los toros en Pamplona, es uno de los corredores que ha resultado corneado en el tercer encierro de los sanfermines, protagonizado hoy por astados de Victoriano del Río.

Hillman, de 32 años, ha sido corneado en el tramo de Telefónica, donde se han vivido los momentos de mayor tensión y peligro de la carrera, al quedar suelto un toro, que ha arremetido contra los corredores y se ha girado en repetidas ocasiones sobre sus pasos.

El corredor, natural de Chicago, presenta dos cornadas en el muslo derecho y permanece ingresado en el Servicio de Traumatología del Complejo Hospitalario de Navarra, con pronóstico "menos grave".

Hillman es un corredor experimentado, con una década de encierros a sus espaldas, según recoge el portal sanfermin.com.

Su vinculación con los sanfermines y con Pamplona se refleja en el libro How to survive the bulls of Pamplona ("Cómo sobrevivir a los toros de Pamplona"), que, según la citada fuente, ha publicado recientemente junto a John Hemingway, Joe Distler y Alexander Fiske-Harrison.

Nada más enfilar la cuesta de Santo Domingo, uno de los toros tomó la cabeza de la carrera, seguido a escasa distancia por uno de sus hermanos, y ambos imprimieron una loca velocidad en los primeros metros, mientras algunos valientes trataban de encontrar cobijo imposible entre las duras paredes. Así llegó la manada hasta la curva de Mercaderes, donde, como suele ser ya habitual, no hubo caídas, y los dos toros de cabeza continuaron su camino en solitario.

Ahí, sin embargo, comenzaron los problemas; primero, porque surgieron corredores por generación espontánea y lo que había sido hasta el momento una carrera cómoda se convirtió en una multitud infranqueable que impedía el paso de los de la capa negra, que arrollaron todo lo que encontraron a su paso; y segundo, porque un hermano castaño sorteaba como podía a sus molestos acompañantes y trataba de ganar la cabeza de carrera entre caídas, empujones y sustos de variada intensidad entre quienes trataban de sortear embestidas sorpresivas.

Después, llegó la placidez del vallado de Telefónica, la entrada de los primeros toros a la plaza y lo que parecía el final de un encierro rápido y sin mayores consecuencias. Pero, no; por un lado, uno de los toros arrolló con estrépito a la entrada en el ruedo a un mozo caído que, inoportunamente, intentó levantarse y una pezuña lo devolvió a la arena con gran dolor, se supone, y, después, porque quedaba el rezagado de Telefónica.

Ese se cansó de pasar miedo, solo ante el peligro, rodeado de pastores con varas amenazantes y gente colorida que lo atosiga, y repartió estopa, que es lo que un toro sabe hacer en situaciones en las que se siente acorralado. Instantes después, los servicios sanitarios, la estabilización de los heridos y el fin de las fiestas para los cinco heridos en este encierro.

Ojalá sean los únicos, y esta tarde esos veloces y peligrosos toros de Victoriano del Río propicien el triunfo de sus lidiadores: Juan José Padilla, que estuvo en el encierro y recogió el cariño de los mozos —este torero es un auténtico ídolo en Pamplona—, Iván Fandiño y Juan del Álamo.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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