El escándalo de obras de arte falsificadas llega a Suiza
Un especialista da por buenos cuadros de Rothko a cambio de 400.000 euros
Hasta Suiza ha saltado el escándalo de la gran trama de falsificación de obras de arte destapada en Nueva York, en abril pasado, con obras valoradas en 58 millones de euros. Estos nuevos hilos de la estafa internacional involucran al prestigioso comisario Oliver Wick, del Kunsthaus de Zúrich, quien habría dado por auténticos cuadros firmados por Rothko y recibido 400.000 euros por este peritaje.
El país está alarmado ante la opacidad del mercado del arte, en el que la supuesta “autoridad” de los especialistas adquiere dimensiones enormes, en víspersas de que empiece el lunes Art Basel, la “madre de todas las ferias de arte". Por lo pronto, Wick ha renunciado al Kunsthaus, mientras una denuncia a su nombre ha sido realizada por la fiscalía de Zúrich. Sin embargo, Kristin Steiner, portavoz de la institución, dice que la renuncia del experto “no tiene ninguna relación con el caso de los 'rothko”.
El escándalo salió a la luz gracias al juicio iniciado el pasado abril en Nueva York por Frank J. Fertitta III, multimillonario propietario de casinos de Las Vegas, quien compró el cuadro Untitled (Orange, Red and Blue) por 5,3 millones de euros gracias a las gestiones de la galería Knoedler, mientras que el “eminente experto” suizo habría recibido unos 400.000 euros por los servicios de consultoría prestados a la hora de dar por legítima una obra falsificada.
Según revela un reportaje publicado por el influyente diario de Ginebra Le Temps, Pei –Shen Quian, un artista callejero chino del barrio de Queens, habría realizado por encargo una serie de imitaciones de piezas de grandes maestros americanos como Pollock, Motherwell o Rothko. Contratado en los años ochenta, este falsificador realizó reproducciones de obras usando elementos tan simples como saquitos de té o secadores de cabello. Sus telas se vendieron a lo largo de 14 años por la friolera de casi 60 millones de euros. En este fraude global está involucrado José Carlos Bergantiños Díaz, un empresario gallego que habría contratado los servicios de Pei. La estrategia de la trama no era imitar obras sino hacerlas pasar por cuadros recién descubiertos.
Las obras falsificadas en Suiza llegaron a manos de la galería Knoedler a lo largo de varios años gracias a la intermediaria Glafira Rosales, quien encargaba los trabajos al falsificador chino. Rosales ha confesado la integridad de su estafa y se enfrenta a una pena de prisión que puede llegar hasta los 99 años.
Pero el gran problema en este caso radica en que el especialista estadounidense Oliver Wick, de 52 años, no es un recién llegado ni un advenedizo, sino que es un nombre bien establecido en el mundillo del arte, quien ha llegado a ser comisario de muestras de Rothko en espacios tan prestigiosos como la Fundación Beyeler, de Basilea, donde presentó al menos dos cuadros falsos. Oliver Wick recibió 400.000 euros por su peritaje del falso Rothko, lo que “está muy por encima de los valores del mercado”, según afirman especialistas del mundo del arte.
Wick no sólo habría certificado como buenos los cuadros falsos, sino que incluso habría declarado que las obras habían sido reconocidas por Christopher Rothko, hijo del legendario pintor estadounidense. Sin embargo, el hijo de Rothko, por su parte, ha negado "haber reconocido el cuadro en cuestión o haber dado garantía de autenticidad del mismo".
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